Habitacion de Kimihiro Watanuki

Vi que reaccionaba y me alivié tremendamente, pero un nuevo trueno volvió a sonar, y de nuevo esa expresión de horror en su rostro. Vi cómo se metía debajo de la cama y me giré hacia él, extrañado. Y cuando lo escuché decir esas cosas... Amplié los ojos. ¡Pero claro! Eiji chan... "Le teme a los truenos." Pensé mientras miraba con preocupación hacia mi cama.

Me mordí el labio y me recosté boca abajo en el suelo, asomando sólo un poco más que mi cabeza bajo la cama, y vi a Eiji-chan llorando. Se me partió el alma al verlo en ese estado, y recordé que la señorita Yuuko me dijo alguna vez que era muy difícil hacer reaccionar a las personas en ese estado. Sacudí mi cabeza hacia ambos lados y me dispuse a hablarle.

-Eiji.... Eiji-chan.... por favor, mírame... - Traté de apartar las manos de su rostro, pero no había caso. Suspiré y tomé aire. Tenía que ser paciente. Acaricié sus manos con delicadeza por un rato, hasta que al fin las apartó, pero aún no volvía en sí. Me acerqué un poco más a su rostro y sequé sus lágrimas con mis labios, besando cada parte de su rostro. - Amor... despierta... - Susurré deteniéndome en su frente, rogando que funcionara. - Todo está bien... yo estoy aquí. - Dije esta vez abrazándolo como podía, debido a nuestras posiciones. "Por favor, despierta, Eiji-chan... por favor."

Llevé mis manos a mi rostro, queriendo cubrirlo. Sentí múltiples caricias en ellas, y como intentaban apartarlas, pero yo las regresaba a mi rostro. Después de un rato, cedí..... pero cerré fuertemente mis ojos, aún con miedo y sin dejar de llorar.
Luego sentí de nuevo ese delicioso aroma que le pertenecía a Wata-Chan, pero no podía moverme del miedo. Sentí besos en todo mi rostro, y luego un intento de abrazo, debido a las posiciones.
La voz fue más nítida esta vez. Solté más sollozos, y me abracé a Wata-Chan, saliendo del trance.

- Tengo....miedo....- decía hipando, sin poder contener las lágrimas. - Tengo mucho miedo.....Quédate conmigo, por favor....no me dejes. No me dejes como todos los demás.....no te vayas....no te vayas.... - repetí, arrastrándome hacia él, saliendo de la cama lentamente, asustado. Temblando de manera notoria. Otro trueno resonó, más cerca, aún más fuerte, y me lancé a los brazos de Wata-Chan. Agarrando su camisa con fuerza, gritando de nuevo.....

Por fin reaccionó y agradecí a todo lo que pudiera existir. Sentí cómo se aferraba a mí y yo sonreí son tristeza, escuchando todo lo que me decía, comenzando a arrastrarlo conmigo, sacándolo de allí.

-Jamás te dejaría, amor... jamás. - Aseguré mientras lo ayudaba a ponerse de pie. Luego otro trueno sonó y el se aferró a mí con fuerza, gritando. Le devolví el abrazo con igual intensidad, con la intención de hacerlo sentir protegido. - Tranquilo, tranquilo... No pasa nada, yo estoy aquí... - Susurré frotando su espalda, mientras lo instaba a sentarse en la cama.

Nos mantuvimos así un buen rato, hasta me separé algo de él y le sequé sus lágrimas, sin soltarlo aún de la cintura.

-¿Quieres dormir aquí hoy? - Le pregunté con una pequeña sonrisa, sin ninguna otra intención más allá de protegerlo. Quería protegerlo, necesitaba protegerlo. Eiji-chan era todo para mí, y si el sufría... "Yo también sufro..." Pensé entrecerrando mis ojos y besando su frente, abrazándolo con delicadeza. - No hay ningún problema... si quieres. - Finalicé abrazándolo más fuerte cuando un trueno volvió a sonar.

Me sentí feliz con lo que me decía, pero no podía agradecerle. Del miedo ya no me salía la voz.
No sé cuánto tiempo pasó, Wata-Chan me abrazaba más fuerte cada vez que yo apretaba más su camisa cuando caían los truenos.
Me preguntó si quería dormir hoy allí, sí, sí quería.....lo necesitaba. Necesitaba a Wata-chan a mí lado, era el único que podía darme esa calma en un momento así. Era el único al que amaba. Otro trueno sonó.

- Da...- me esforcé en hablar pese al miedo.- Dai...goro....- dije entre sollozos.- Daigoro está solo en la alcoba....- lo miré entre lágrimas, sabía que era egoista pedirle eso, pero...no podía moverme. Hubiera ido personalmente por él....Pero...Luego, tuve una idea....- es...pera...-murmuré tomándolo de la manga de su uniforme apenas le sentí pararse para ir por el oso.- ¿Dormiremos en la....misma cama?- pregunté. Asintió. Entonces ya no necesitaba a Daigoro. - No me dejes....- me miró confundido. Y preguntó por Daigoro, yo sólo lo miré más suplicante aún.- Estará bien....no le teme a los truenos....- Entonces, cayó otro más, tan fuerte que los vidrios temblaron y yo salté del miedo. Cerré los ojos con fuerza otra vez y volví a cubrirme los oídos.

Sentí que se calmaba un poco, y luego comenzó a balbucear. Yo fruncí el seño intentando entenderle. Y entonces lo dijo, al fin. "Daigoro." Pensé recordando que alguna vez me había hablado del oso. Sonreí enternecido y le revolví los cabellos.

-Yo voy por él. - Dije comenzando a levantarme, pero me tomó de la manga de la camisa y me detuve. Lo miré confundido. - Sí... - Susurré coloreándome un poco. Entonces él dijo eso. - Pero, ¿y Daigoro? - Pregunté volviendo a sentarme; la verdad es que tampoco quería mucho ir y dejar solo a Eiji-chan. Pero entonces me dijo que Daigoro no le temía a los truenos, y yo volví a sonreír enternecido.

Otro maldito trueno resonó por todo el lugar, iluminándo la habitación, y Eiji-chan volvió a saltar del miedo, cubriéndose los oídos. Yo volví a abrazarlo y le dí un corto beso.

-Tranquilo, no pasa nada... sólo es ruido... - Susurré mientras comenzaba a abrir la cama. Luego lo recosté ahí y me acomodé a su lado; ambos estábamos aún con la ropa que llevábamos desde el principio, y por un momento recordé que al final no me había comprado nada de ropa, pero luego un nuevo trueno sonó y me apresuré a abrazarlo antes de que se asustara más. - Ya, tranquilo... no pasa nada... - Susurré mientras lo abrazaba por la cintura con mi mano accidentada y con la otra subía el cobertor hasta sus oídos y lo acercaba más a mi pecho, para que ya no temiera.

Besé su frente repetidas veces, susurrándole al oído que todo estaba bien, que jamás me iría de su lado, que estaba conmigo, que no había por qué temer.

...Hasta que sentí cómo se dormía.

Sonreí y acaricié su rostro, posando mis labios casi en un simple roce sobre los suyos, sonriendo cansado.

-Mi pequeño Eiji... - Susurré comenzando a quedarme dormido también. - Te amo... - Y caí en un prfundo sueño también.

Repetidas veces comenzó a darme palabras de aliento, arregló la cama para dormir y yo, preso del miedo, simlemente me dejé recostar en ella. Sentí que se acurrucaba a mi lado y sonreí imperceptiblemente entre las lágrimas. Me abrazó de nuevo, y en medio de uno de los truenos me arropó hasta los oídos y me pegó a su pecho. Besó mi frente, y me hizo sentir realmente protegido.
Luego, el sueño me fue invadiendo, y terminé dormido en medio del delicioso aroma a chocolate de Wata-Chan.

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Abrí los ojos lentamente, cuando el sol comenzó a golpearlos de manera molesta. Me incorporé en la cama, y llevé mi vista a todos lados al ver que esa no era mí habitación. Sentí un brazo en mi cintura y miré a mi lado. Era Wata-Chan. Luego, los recuerdos de la noche anterior llegaron junto con un terrible dolor de cabeza, imagino debió ser por la llorada.
Acaricié los cabellos de Wata-Chan, que estuvo conmigo en todo momento. Era una persona realmente maravillosa, y yo tenía demasiada suerte al haberlo conocido. Me incliné levemente y deposité un beso en su mejilla. Luego volví a recostarme, en parte para estar a su lado, y también porque la cabeza me explotaría con el más mínimo movimiento.

Tomé su mano herida, y la llevé hasta mi pecho. La besé sutilmente, y sonreí cerrando los ojos de nuevo, pero sin dormirme realmente.

Abrí los ojos con lentitud cuando sentí que alguien tomaba mi mano. Parpadeé un par de veces y me pregunté por qué rayos me dolía tanto la espalda... Y entonces ví hacia mi lado, y me encontré con el niño más hermoso del mundo. Recordé todo lo que había pasado anoche y la angustia se apoderó de mí por unos segundos, pero luego desapareció cuando razoné y aclaré mis ideas, recordando que al final Eiji-chan había dormido a gusto. "Y conmigo..."

Sonreí al darme cuenta que él había tomado mi mano, y que ahora, al parecer, estaba dormido.

Me moví un poco y besé su frente, acariciando sus cabellos.

-Buenos días, bello durmiente... - Susurré con la típica voz ronca al estar recién despertando.

Sentí a Wata-Chan moverse, pero no me atreví a abrir los ojos aún. Besó mi frente y acarició mis cabellos, antes de darme los buenos días.

- Buenos días....- respondí aún con los ojos cerrados. Solté una pequeña risita.- No soy bello....lo otro, bueno eso no puedo negártelo, pero sólo pasa cuando estoy realmente cansado, Nya- dije divertido y luego llevé mi mano libre a mi frente, haciendo mala cara y soltando un bufido de dolor. Abrí los ojos y miré a Wata-Chan temiendo que se preocupara por mí. Suficiente era para el pobre con lo de anoche.- Oh, descuida.....sólo me duele la cabeza un poco, es todo.- sonreí levemente, cerrando los ojos nuevamente.

Me respondió el saludo y yo sonreí, pero mi sonrisa se esfumó cuando dijo lo que dijo. Estiré los labios imitando un mohín y cerré los ojos, fingiéndome enojado.

-Por su puesto que lo eres... - Luego abrí los ojos y le sonreí. - El niño más hermoso del mundo. - Finalicé acariciando con delicadeza su rostro. Era tan perfecto que sentía como si un imán atrayera mis manos hacia sus mejillas... "Y ya empecé el día con pensamientos cursis." Pensé divertido mientras seguía acaricándolo.

Noté como llevaba la mano hacia su frente y su expresión de dolor, y me preocupé al instante.

-¿Qué tienes? - Pregunté suavemente, tocando su frente. Por poco se me sale el corazón por la boca. ¡¡Mínimo tenía 40 grados!! Y cuando dijo que era sólo un simple dolor de cabeza, suspiré. - Ay, amor... tienes mucha fiebre. Espera, iré a traer algo de hielo. - Dije posando un suave beso en su frente y levantándome de la cama.

Hice oído sordo a sus reclamos; sólo reía y me dedicaba a despatarlo un poco, dejándolo sólo con la sábana, para que la fiebre no subiera más.

Caminé hacia la cocina y saqué algo de hielo de la nevera, mientras me tallaba los ojos por el sueño. Entonces agradecí el haber cambiado esos ENORMES anteojos por unos de contacto. Reí y envolví los hielos con un trapo, volviendo a la habitación. Pero antes de hacerlo mi vista se posó sobre el reloj de la cocina, y amplié los ojos.

-Menos mal que es domingo... - Susurré al ver la hora: 10:00 am.

Suspiré y caminé hacia la cama, sentándome al lado de Eiji-chan. No pude evitar quedarme un rato mirándolo. Respiraba un poco agitado y el cabello se le pegaba a la frente y el cuello por el calor. La sábana a penas y lo cubría, dejando ver su cuerpo perfectamente delineado ante la poca y deportiva ropa que usaba, y... Por poco se me cae todo de las manos al darme cuenta de lo que estaba haciendo y me sonrojé furiosamente. "De-Demonios... ¡¿Desde cuándo soy tan HENTAI?!" Me regañé mentalmente.

Escucé a Eiji-chan quejarse y decidí dejar lo demás de lado, posando delicadamente el trapo con los hielos sobre su frente.

-Tranquilo, con esto te sentirás mejor... - Susurré sonriéndole mientras besaba su mejilla, y acariciaba su rostro con mi mano derecha, la que no estaba dañada.

Reí, pese al dolor de mi cabeza.
- Ah....lo que digas Wata-Chan- dije ante su falso enfado. Luego se preocupó, justo lo que no quería que pasara, y comenzó a decir que tenía fiebre. Lancé un suspiro de frustración....
Luego se levantó y fue por hielos. Lo vi regresar y sentarse a mi lado, más se quedó estático, y cada vez me sentía más y más caliente. Comencé a sudar más y pateé la sábana, me acaloraba mucho. Levanté mi camiseta, sintiendo que explotaría.

- Wata-chan...rápido, por favor....- me quejé, y le vi salir del trance para sonreír satisfecho cuando sentí el refrescante hielo sobre mi frente. Besó mi mejilla y acarició mi rostro, tomé su mano derecha entre las mías y le miré de manera triste. - Lamento haberte incomodado, y que tengas que preocuparte tanto por mí, incluso sin haber sanado.....- me disculpé, realmente apenado.

Sentí que me sonrojaba hasta los pies cuando dijo eso, y por poco se me cae en trapo con hielos, pero respiré hondo e intenté calmarme. "¡Ya! ¡Deja de ser tan pervertido, Kimihiro!" Me repetía una y otra vez. Entonces tomó mi mano entre las suyas y me miró con tristeza, disculpándose. Yo sonreí y besé sus labios suavemente, entrecerrando mis ojos y rozando sus labios, como una tierna caricia.

-No importa, mientras tú estés bien, yo también lo estoy... - Susurré sonriendo levemente, sin separarme de él.

Correspondí el beso, y le sonreí tiernamente por sus bellas palabras. Cerré los ojos y no sé cuánto tiempo más estuvo Wata-Chan al lado mío.
Luego tocaron la puerta y sentí a Wata-Chan irse de mi lado para ir a abrir. Curioso, miré con un solo ojo quién era. Sonreí al ver que era el portero con una maleta para Wata-Chan, y supuse que era la ropa que había dejado y que alguien se la había enviado.... o quizás no era eso. Suspiré divertido, y me relajé de nuevo.

Pasaron varios minutos en un tremendo silencio, y yo odiaba el silencio, pero aún mi cabeza retumbaba. Aunque ya me sentía mejor respecto a la temperatura.

- Creo que ya bajó la fiebre, Wata-Chan....- dije mirándolo fijamente. Rogando en silencio porque fuera así, y ya no causarle más problemitas a Wata-Chan.

No sé cuánto rato más estuvimos así, juntos. Pero lo único que sé es que atesoré esos momentos con toda mi alma. Pero de pronto tocaron a la puerta y el encanto se rompió. Bufé fastidiado y me levanté del suelo, caminando hacia la puerta.

Abrí y el portero me entregó una maleta, pero yo lo miré extrañado. Esa no era la maleta que yo había dejado en casa de la señorita Yuuko. Pero él simplemente se alzó de hombros y me hizo firmar algo, lo cual hice aún algo confundido y cerré la puerta, desorientado. Dejé la maleta sobre el escritorio y me dispuse a abrirla, curioso. Y entonces...

-N-No puede ser... - Susurré de pronto sintiendo que mi corazón se detenía. No... No... tenía que ser una broma. "Una broma de muy mal gusto de parte de alguien... pero... no puede ser real... no..." Pensé mientras sentía que las lágrimas rodaban por mis mejillas. Y entonces escuché la dulce voz de Eiji-chan volviéndo a la realidad. Amplié los ojos y cerré con fuerza la maleta, para luego secarme las lágrimas con un movimiento rápido y suspirar, rogando al cielo que no notara lo pálido que estaba.

Me giré y le sonreí, para no preocuparlo.

-No me vengas con engaños. - Dije divertido, acercándome a él, aunque por dentro moría de ganas por gritar, llorar y morir. Sacudí la cabeza para alejar esos estúpidos pensamientos y me agaché a su lado, tocando su frente. - Mmm... está mejor, pero aún está alta. - Suspiré y lo ayudé a sentarse en la cama; le sonreí y revolví sus cabellos. - Lo mejor será que te des una ducha rápida y te cambies de ropa. Luego vuelves aquí y te tomaré la temperatura, ¿sí? - Sugerí sonriéndole lo más animado que pude, y rogando hacia mis adentros que no se diera cuenta de nada. "Por favor no... o no seré capaz de soportarlo de nuevo..." Pensé mientras apretaba los puños.

Reí por sus palabras, y sentí que ayudaba a levantarme. Asentí divertido.

- Bien, me ducharé y volveré. Lo prometo, Wata-Chan- Dije besando su mejilla tiernamente. Lo abracé por un momento, y luego susurré.- Gracias por ayudarme tanto, Wata-Chan. Eres el mejor del mundo....y lamento haberte hecho preocupar.- Me levanté, lentamente, algo mareado y me dirijí a la puerta a paso lento.

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Regresé al cuarto de Wata-Chan cuando estuve listo, pero esta vez con Daigoro, quien se sentía mal porque anoche lo dejé solito. Toqué varias veces la puerta pero no me abrió, así que comencé a llamarlo.

- Wata-Chan....¿estás ahí? ¡Hola, Wata-Chan!- repetía varias veces. Fruncí el ceño e hice un mohín, ahora algo indignado, pensando que se había ido a alguna parte y no me había avisado. Luego suspiré, había pasado mucho tiempo cuidándome, debía tener también sus ratos libres. Me giré, ya dispuesto a irme, cuando sentí la puerta abrirse detrás mío. - Pensé que no estabas...- susurré girándome de nuevo, para mirarlo con una sonrisa.

Sonreí cuando dijo todas esas cosas, y acaricié su rostro.

-No es nada, lindo... - Luego suspiré mientras veía cómo desaparecía por la puerta. Cerré los ojos y me senté en la cama cuando se fue.

1... 2... 3... 4... 5...

-¡¡¡¡ARGGG!!!! - Grité a todo pulmón, elevando la cabeza y tomándola entre mis manos, desahogándome. Comencé a respirar agitadamente, sintiendo mi corazón latir a mil por hora. Apreté los puños y volví a gritar, caminando con prisa hacia la maleta. Comencé a sacar con furia cada prenda, que me traían tantos recuerdos dolorosos... Al final, como lo esperaba, había una pequeña nota doblada a la mitad. Apreté los puños con fuerza y la desdoblé, leyendo lo que decía: '¿Qué tal?' La arrugué con fuerza y sentí mis ojos llenarse de lágrimas de indignación. - ¡¡MALDITO!! - Grité tirando la maleta al suelo, respirando agitadamente.

¿No le bastaba con haberme humillado de esa forma? ¿Con haberme hecho perder la poca esperanza que me quedaba? ¿Con haberme engañado de la forma más sucia y ruin? Grité nuevamente y caminé con pasos rápidos hacia el velador, abriéndolo y sacando el celular con forma de Mokona. Marqué los números con manos temblorosas y casi al segundo contestaron.

-¿Diga? - Escuché la voz de la Srta. Yuuko al otro lado. Sollozé sin poder hablar y ella al instante se preocupó. - ¿Watanuki? ¿Watanuki, qué pasa? - Preguntó aciendo callar a Maru y Moro, que no paraban de gritar mi nombre.

-Se... Señorita Yuuko... - Susurré a penas, sentandome en la cama con el corazón hecho pedazos. - Creo que Doumeki sabe dónde estoy... - Dije en un hilillo de voz. Sentí que ella dejaba caer un vaso de, probablemente, sake.

-¡¿Qué?! ¡¿Cómo que él sabe...?!

-¡No tengo idea! - La interrumpí fastidiado. - ¡Acabo de recibir la maleta que dejé en su casa! ¡¿A caso eso es normal?! ¡Y encima una nota con...! - Entonces sentí que golpeaban a la puerta y mi corazón se paralizó. - Eiji-chan...

-¿Nota? ¿Eiji-chan? ¿Qué? ¿Watanuki, me oyes? ¡Watanuki! - Yo bajé la voz mientras me secaba las lágrimas.

-Lo siento, Señorita Yuuko, debo colgar. - Escuché como intentaba reclamar, pero yo sólo colgué y guardé rápidamente el celular en el velador. Respiré profundamente y comencé a meter la ropa debajo de la cama, para que Eiji-chan no sospecara nada. Luego hice lo mismo con la maleta, y en un récord mundial, terminé tendiendo mi cama. Suspiré y me dirigí hacia la puerta frotando mis ojos para que no se notara que había llorado, y abrí. - Hola, hermoso. - Susurré con una media sonrisa, viendolo de espaldas a mí. Me sonrió y me dijo eso, a lo que yo lo tomé de la cintura y lo acerqué a mí, robándole un beso. - ¿Y dejarte solo? Sí, claro... - Susurré al separarme de él, mirándolo con una sonrisa, olvidando en parte mi pena. "No voy a decirle de esto... al menos no por ahora. Necesito calmarme yo mismo para poder hablarlo con él, o terminaré arruinandolo todo." Pensé mientras acariciaba su rostro, mirándolo ausente.

Saludó de esa manera sensual que él usa y que me vuelve loco, pero que jamás le diré que lo hace. Sonreí con un sonrojo no muy notorio. Y reí cuando me tomó de la cintura y me robó un beso después de esas palabras.
Noté la ausencia en sus ojos, y ladeé la cabeza preocupado.

- Wata-Chan, si aún estás asustado por lo de la fiebre, ya estoy bien, seguro. No me siento mal....creo que ya se bajó del todo.- Dije tomando su rostro entre mis manitos y dando un suave y corto beso a sus labios. Luego tomé su mano derecha y la llevé a mi frente.- ¿Ves?- sonreí, para tratar de que volviera en sí. Luego recordé que así estuvo en los rosales cuando me ocultó que se sentía culpable por la muerte de sus padres....Y pasó por mi mente la idea de que ahora me ocultaba algo, pero la deseché rápidamente. Era mi pareja y confiaba en él, seguro me diría que tenía. Luego, caí en cuenta de que aún no éramos pareja porque Wata-Chan no me había preguntado si quería ser su novio, y fruncí la boca en mueca de disgusto, pero rápidamente la compuse.
Me colgué a su brazo derecho y le miré sonriente.

- Recupérate pronto Wata-Chan. Recuerda que me debes mis galletitas, y el pastel que haremos juntos- dije guiñándole un ojo y con tono infantil.

Volví a la realidad cuando se colgó de mi brazo y dijo todas esas cosas. Sonreí y lo miré algo sorprendido de la capacidad de inocencia que tenía Eiji-chan.

-Claro, no lo olvido. - Dije mientras lo abrazaba. Escondí el rostro en la unión de su cuello y su hombro, aspirando su aroma a vainilla. Sonreí y lo empujé con suavidad hacia la pared del pasillo, acorralándolo. Sentí que se tensaba un poco, y sonreí divertido. - Descuida, no creo que pase nadie por aquí. A penas son las diez de la mañana... - Susurré mientras metía mis manos por debajo de su camisa.

Sabía que aún faltaban cosas por aclarar, y que tendría que decírselo en algún momento, pero por ahora sólo me importaba estar con él. Lo demás podría esperar.

Besé su cuello y lo sentí estremecerse, sacándome una risa satisfactoria. Me erguí un poco para mirar su rostro. Tenía los ojos cerrados y las mejillas sonrojadas, y me hizo recordar cuando estuvimos dentro del vestidor en el centro comercial. Amplié los ojos. "Cierto, en esa ocasión quería pedirle..." Sonreí ampliamente y elevé su rostro por el mentón, haciendo que me mirara a los ojos.

-Eiji-chan, tengo algo que pedirte. - Le dije sin poder ocultar mi alegría, sonriéndole abiertamente. "Sí, tengo que hacerlo ahora, este es el momento..." Pensé mientras tomaba su mano y la entrelazaba con la mía derecha, mirandole directo a los ojos. - Eiji Kikumaru... - Dije lo más serio que pude, aunque por dentro sentía mi corazón latir con fuerza. - Aceptarías tú... - Entonces de pronto sonreí y acaricié su mano con la mía. - ¿Ser mi novio y hacerme el hombre más feliz del mundo? - Finalicé, deseando con toda mi alma que no se quedara callado como la otra vez.

Escondió su rostro en mi cuello, y luego me acorraló contra la pared del pasillo. Metió sus manos bajo mi playera, y acarició parte de mi pecho y mi espalda. Dijo algo pero no pude responder, y luego besó mi cuello y yo suspiré, cerrando mis ojos fuertemente y sintiendo mi cara arder.
Alzó mi rostro por el mentón, y yo abrí los ojos para mirarle, aún sin dejar de lado el sonrojo, que de seguro me hacía parecer un tomate.
Apenas le oí decir eso, sentí como acariciaba mi mano con la suya y mi cerebro se desconectó de la realidad.

- - me puse palido, sin salir del trance. - ¡Ah, creo que puedo morir feliz, soy el chico más afortunado del mundo...!- comencé a susurrar, botando corazones por todos lados, divagando mentalmente. Luego alcé la voz, y me puse a gritar, cosas como: "Wata-chan acaba de pedirme ser su novio" "Soy tan feliz que creo que moriré". Pero el "sí" por ningún lado, al parecer acababa de olvidar decir otra cosa que no fuera. "Soy tan afortunado"

Luego sentí que me abrazaban de nuevo, pero yo seguía maquinando películas en mi interior de lo feliz que sería con Wata-Chan al lado, corriendo por campos de flores tomados de la mano y comiendo helados.

Me desconcerté cuando se puso pálido.

-¿E-Eiji-chan...? - Pregunté vacilante, temiendo que se fuera a desmayar. Entonces su cara cambió por completo y hasta ví que destilaba corazones. - O.O ¿Eiji-chan...? - Y entonces su grito por poco y me deja sordo. Yo amplié los ojos y me costó reaccionar, hasta que lo ví bailando por todo el pasillo y diciendo todas esas cosas. - Pff... ja... JAJAJAJAJA. - Me dio un ataque de risa que por poco me hace terminar tirado en el suelo. Me reí por tanto rato, que me llegó a doler el estómago.

Sin dejar de reír, me acercqué con paso lento a Eiji-chan y lo rodeé con mis brazos, acercando mis labios a su oído de forma sensual, esta vez ya sin nada de risa.

-¿Es eso un "sí"? - Pregunté con voz ronca, sonriéndo seductoramente, sabiendo de antemano la respuesta.

Salí del trance por unos momentos, sentí su susurro en mi oído y de nuevo me estremecí, con la cara roja.

- ¡¿Eh?! - dije al borde del colapso por la sensualidad que expulsaba Wata-Chan.- sí...sí, sí, sí, sí, sí, sí.....- susurré como un loco, en trance de nuevo. Ni recordaba lo que significaba esa palabra, pero parecía que eso quería oír Wata-Chan, así que la dije muchas veces, como idiotizado, observando su sonrisita sensual, y teniendo una hemorragia nasal en mi mente. Y no es que fuera pervertido, pero wata-chan era.... ya sabes....Wata-Chan....
El recuerdo de la voz ronca que usó Wata-Chan segundos antes regresó a mi cabeza, y me dejó mucho más embobado. Me gustaba cuando su voz sonaba así.... tenía un efecto raro en mí, no supe identificar bien cuál era, pero bueno.... ya adivinaría después. Mientras tanto, seguí repitiendo el "Sí"

Volví a reír cuando etnró en trance nuevamente y lo estreché con fuerza, mientras él seguía repitiéndo una y otra y otra y otra vez la palabra "sí". Sonreí y lo tomé de la cintura con mi mano derecha, para luego caminar un par de pasos hacia adelante y acorralarlo nuevamente contra la pared, haciendolo callar.

-No tienes idea de cuánto me alegra oírte decir eso, amor... - Susurré nuevamente en su oído, sabiendo que eso lo hacía estremecer. Me encantaba la idea de ser yo quien tuviera el control. Me fascinaba verlo estremecer de placer ante mis caricias y susurros. Era algo que no tenía cmoparació. Me alejé de su oído y me acerqué a su rostro, mirandolo con una media sonrisa. - Te amo, Eiji. - Susurré nuevamente con voz ronca, entrecerrando mis ojos y acercándome con lentitud a sus labios. A sus perfectos labios...

...Y lo volví a besar. Pero esta vez fue tan diferente a cualquier otro beso... Sentía como en cada roce con nuestras lenguas nos demostraramos el amor que nos profesabamos, como si con cada caricia nos dijeramos "te amo" sin hablar. Era algo simplemente... mágico.

Sin darme cuenta, me encontré suspirando yo mismo entre el beso, y me separé de él sólo un poco, cocando nuestras cálidad respiraciones, mientras volvía a introducir mi mano bajo su camisa, regalándole mis caricias en su espalda y torso.

-Te ves tan adorable cuando te sonrojas, Eiji-chan... - Susurré besando su cuello, sintiendo el calor que emanaban sus mejillas.

No sé cuánto tiempo pasó, simplemente me detuve cuando sentí que me acorralaban en la pared de nuevo.
Me estremecí de nuevo con uno de sus susurros. Me dijo que me amaba, y yo le respondí al instante que también lo hacía.
Sentí que posaba sus labios sobre los míos, y abrí mi boca algo impactado al sentir su lengua jugando en mis labios. Aprovechó y entró, entonces el beso se profundizó más. El beso se tornó apasionado, mientras a través de él demostrábamos nuestro amor. Di algunos gemidos quedos, mientras sentí suspirar a Wata-Chan una que otra vez.

Luego se separó de mí uno pocos centímetros. Sentí su mano colarse bajo mi camiseta de nuevo, y volví a estremecerme, abrazándome a su cuello y mirándolo fijamente. Respirando aún de manera agitada.
Respondí a lo que me dijo simplemente con más suspiros, mientras sentía que besaba mi cuello.

- Wata-chan....- susurré su nombre. No iba a decirle nada, simplemente quise decirlo entre suspiros.

Sonreí cuando susurró mi nombre entre suspiros, sintiendo que ya no podía más con el calor de mi cuerpo. Lo presioné más contra la pared y, siguiendo mis instintos, puse mi pierna derecha entre las suyas, y sonreí satisfecho al oírle gemir. Me acerqué a su oreja derecha y la mordí sensualmente, para luego susurrar:

-Shh... pueden oírte, amor... - Sonreí con picardía y seguí besando su cuello, acariciando su espalda por debajo de la camisa, oyéndole repetir mi nombre una y otra vez. Suspiré mientras me acercaba nuevamente a su rostro y volvía a besarlo con pasión, moviendo mis caderas casi por puro instinto.

Sentía que ni yo mismo podía más; eran una mezcla de sensaciones tan extrañas... tan maravillosamente extrañas y nuevas, que me hacían sentir como si mi cuerpo ardiera... Pero no podía seguir. Me daba terror el sólo pensar que Eiji-chan se arrepintiera de algo... "Además, aún falta aclarra algunas cosas... como lo de la maleta. Aunque podría pasar eso por alto y simplemente olvidarlo... Pero y la nota..." Entre esos pensamientos tan confusos, terminamos por separarnos ante la humana necesidad de oxígeno. Nuestras respiraciones agitadas chocaban entre sí, y nuestros corazones latían desbocados en nuestros pechos; lo sabía porque podía sentir los latidos de Eiji-chan por nuestra cercanía.

Sonreí al ver el color en sus mejillas, y deposité un corto beso en sus labios, lo suficiente para no volver a caer en la tentación. Acaricié su rostro y me separé un poco de él, saliendo de entre sus piernas, y volviendo a abrazarlo.

-Te amo demasiado... - Susurré esperando que me entendiera, acariciando su cabello. Sabía que él aún no estaba listo. ¡Ni yo mismo me sentía listo para... "eso"! Sonreí con algo de tristeza, estrechándolo más fuerte. Lo mejor sería esperar hasta aclararlo todo. Y entonces... "Y entonces quiero que seas completamente mío..." Pensé sonrojándome un poco, pero sin arrepentirme. Sí, quería que fuera mío. Sólo mío.

Me apretó más contra la pared, y puso su pierna entre las mías, presionando un poco. Dejé escapar un gemido, algo apenado. Luego mordió mi oreja y susurró algo que me hizo reír de manera traviesa.

Seguí suspirando con sus manos bajo mi camisa, diciendo su nombre, mientras él besaba mi cuello. Entonces, movió sus caderas, y solté gemidos más fuertes, enloqueciendo.
Luego me besó de nuevo, con pasión. Sentía que no podía controlar por más tiempo ese calor, si Wata-Chan seguía....

Nos separamos cuando la falta de aire se hizo presente. Respiraba demasiado agitado, tratando de tomar todo el aire posible. Sonrojado. Volvió a besarme, esta vez más calmado. Salió de entre mis piernas y me abrazó.
Correspondí el gesto al istante, y cerré mis ojos mientras escondía mi rostro en su pecho. Aún era demasiado pronto. Pero podía sentir como mis células gritaban, impacientes. Rogando para que ese momento llegara pronto.

- También te amo, Wata-chan. Mucho....- respondí, sonriente.

Sonreí y me separé unos centímetros de él, sin perder el contacto. Le sonreí mirándole a los ojos, y acaricié su mejilla, intentando trnasmitirle con la mirada un "gracias". Entrelacé su mano con la mía y lo miré divertido.

-Bueno, mi lindo novio quería una tarta de chocolate, ¿verdad? - Dije sonriendo ampliamente. Miró mi mano herida y yo hice un ademán despreocupado. - ¿Esto? Ja, no es nada. Puedo cocinar con las dos manos atadas a la espalda. - Le dije riendo y entrando a la alcoba junto con él. Cuando entramos, vi que un pedazo de tela sobresalía por debajo de la cama y sentí que me paralizaba entero. Solté su mano e hice como si me sentara en la cama, corriendo el pedazo de tela dentro con el pié, discretamente. - Ajaja... pues... etto... ¿quieres cocinarla ahora? Sería bueno, considerando que no hace mucho calor. - Le dije ya más calmado y sonriendo, pues recordé que la habitación se hace un verdadero horno en verano cuando cocino tartas o queques.