Habitacion de Kimihiro Watanuki

Sonrió y besó mi mano, y no pude hacer más que sonreí enternecido. Eiji-chan siempre hacía eso, y me hacía sentir muy especial. Nadie además de él lo había echo nunca. Dijo que había sido una de las mejores noches de su vida, a pesar del contratiempo, y de verdad que sentí un gran alivio. Quería que la cita fuera perfecta, y menos mal había salido bien. Sonreí cuando dijo eso de nuestro hijo, sonrojándome un poco.

-Cierto... y se parece a tí. - Murmuré dándole un pequeño beso en la frente cuando se hubo dormido. Me quedé viéndole por un rato más, embelesado por su bello rostro al dormir. Luego cerré mis ojos y exhalé fuertemente; me estaba dando sueño también. Me recosté a un lado de Eiji-chan, acariciando su rostro por un momento, y luego de un rato, me dormí profundamente.

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Desperté con la mano derecha un poco adolorida. Parpadeé un par de veces y me froté los ojos, incorporándome en la cama. Vi hacia mi lado y me encontré con Eiji-chan, durmiendo mientras abrazaba a Larg. Sonreí ampliamente, divertido, y deposité un pequeño beso en su frente. Me levanté de la cama frotándome la mano derecha, y recordé por qué me dolía tanto: Los puñetazos de la noche anterior. Suspiré aún algo avergonzado por haber mostrado ese lado tan horrible frente a Eiji-chan, pero luego recordé algo más importante aún. "El pastel." Pensé sobresaltándome un poco. Miré el reloj; era las 8 de la mañana. Sonreí, pues tenía tiempo de sobra.

Caminé hacia el baño y me lavé las manos y la cara para despertar completamente. Luego me cambié de ropa por una mucho más simple para estar más cómodo al momento de cocinar. Eché un último vistazo a Eiji-chan y suspiré aliviado al saber que estaba profundamente dormido, y que tenía el sueño pesado. Luego sonreí y saqué con cuidado el molde de corazón que me había regalado la taxista de una de las bolsas, caminando hacia la cocina. Tomé el delantal y me lo puse, para luego comenzar a sacar todos los ingredientes. Lo bueno de ser chef, es que tu cocina siempre está bien equipada. Puse todo sobre la mesa y me dispuse a preparar la masa, sonriendo feliz. Este iba a ser mi primer día de San Valentín junto a alguien... no podía estar más emocionado.

Cuando terminé con la masa, la dejé reposar por diez minutos y luego la puse en el molde, metiéndola al horno y colocándo el cronómetro a una hora y media. Mientras tanto, me dispuse a lavar lo que ya no iba a ocupar y a limpiar y decorar la mesa. Puse encima un mantel blanco, dos platillos completamente blancos que después decoraría, dos copas, y puse los cubiertos más finos que tenía. Sonreí al terminar de adornar todo y caminé hacia mi alcoba, de donde saqué una pequeña hojita de papel y escribí con lápices de varios colores "Te amo" repetidas veces. Cuando terminé la dejé sobre la mesa, justo al lado de un pequeño ramillete de flores que había preparado. Sentí el cronómetro sonar y saqué el pastel rápidamente. Lo dejé reposar por unos minutos más y cuando estuvo completamente listo, lo decoré con crema de chocolate y unas letras echas con jarabe de chocolate que formaban las palabras "Feliz San Valentín" y un corazón al lado. Cuando estuvo todo listo, suspiré medio cansado por haber echo tanto en poco tiempo y me quité el delantal, dejando el pastel sobre la mesa. Miré la hora; eran las 10:30. Sonreí y fui a la habitación a cambiarme por una ropa mucho más presentable. Me puse unos jeans claros, playera gris de manga corta y zapatillas blancas. Me puse el agua de colonia con aroma a chocolate que más me gustaba y me miré en el espejo mientras cepillaba mi cabello. Me examiné con ojo crítico, hasta que me gustó como me veía. Sonreí y caminé hacia la habitación, para encontrarme con un Eiji-chan completamente despierto.

-¡¡WAH!! - Grité haciendome para atrás. Me había asustado mucho. Luego suspiré divertido al oír su risa; de seguro había peusto una cara graciosa. Caminé hacia él y me agaché a su lado, acariciando su cabello. - Buenos días. Te tengo una sorpresa. - Dije sonriendo ampliamente, sin poder ocultar mi ansiedad.

Salió del baño y saltó hacia atrás. Su cara de susto me causó gracia y comencé a reír. Entonces se acercó a mí y acarició mi cabello, para luego saludarme.

- Buenos días, amor...-respondí divertido. Murmuró algo de una sorpresa y me sentí algo halagado.- ¿Ah...s-sí? - me sentía ahora demasiado aprovechado. Todo lo que hizo por mí ayer, y hoy seguía....Por Dios, era el mejor novio de todos.

Me levanté lentamente, depositando a Larg con suavidad en una de las sillas del cuarto de Wata-chan. Primero entré al baño, y me lavé la cara y traté de arreglarme un poco. Me sonrojé al darme cuenta de esto y salí con la mirada abajo, avergonzado. Wata-chan me guió hasta la cocina, y entonces vi el decorado y la linda- y deliciosísima- tarta que había hecho para mí.

Sus manos estaban sobre mis hombros, por lo que posé las mías sobre las suyas.

. No...- comencé a susurrar. Creo que derramé unas cuantas lágrimas de la emoción, era mi promer San Valentin con alguien...- No...no debías molestarte, en verdad que no...- comenté girándome y escondiendo mi rostro en su pecho.- Pero en verdad, muchas gracias.... - le abracé más fuerte, apretando su camisa.

No podía pedir nada más que estar al lado de él toda la eternidad, y aún después de ella. Su compañía sola mebastaba, pero aún así se esforzaba por darme más. Me empiné, buscando un beso suyo. Cuando se agachó para darmelo, abracé su cuello con determinación, y le incité a volverlo más profundo.

Cuando nos separamos a respirar, sonreí sonrojado y fui a tomar asiento. Tarta de desayuno....era algo extraño, pero era preparado por mi novio, así que bien valdría la pena. Wata-chan rió y partió la tarta en dos, pasándome una mitad en el plato. Tomé el tenedor y empecé a comerla.

Era una de las cosas más deliciosas que había probado. Bueno, todo lo de Wata-chan era delicioso, pero esta por alguna razón me pareció mejor y más dulce. Quizás por las fechas. Reí mientras maquinaba una idea de cómo pagarle esto, y entonces me llegó.
Me sonrojé pero la guardé en una partecita de mi mente. Creo que le gustaría bastante.

Se sorprendió y yo sonreí, mientras él se levantaba y dejaba a Larg con cuidado sobre una silla, y yo lo miré enternecido por eso. Lo vi entrar al baño y aproveché el rato que estuvo adentro para ver si faltaba algún detalle, y cuando me di cuenta de que estaba demasiado nervioso me sonrojé en exceso y traté de calmarme. "Anda, Kimihiro... es sólo tu primer San Valentín, nada fuera de este mundo..." Pero pensar en eso sólo me puso más nervioso aún, y me sentí un idiota.

Cuando salí de la cocina, Eiji-chan estaba saliendo del baño, sonrojado. Ladeé la cabeza por eso, pero simplemente sonreí y lo guié hasta la cocina, con mis manos sobre sus hombros.

-Sólo espero que te guste... - Susurré medio apenado cuando llegamos. Vi que se quedaba como en shock viendo la mesa. Sentí que posaba sus manos sobre las mías y comenzaba a hablar, y me quedé un poco entre sorprendido y enternecido cuando se abrazó a mí, emocionado. Es que Eiji-chan era tan sensible. Me dijo que no tenía que molestarme y que me lo agradecía, abrazándome con fuerza, y yo correspondí el abrazo, riendo feliz. - Te amo, Eiji-chan. - Susurré. Entonces él se puso de puntillas para besarme y yo me agaché, haciéndolo feliz. Sentí que se abrazaba a mi cuello decididamente, incitándome a profundizar más el beso, y yo lo hice encantado y un poco sorprendido. Cuando Eiji-chan quería, podía ser bastante provocador y coqueto. Cuando nos separamos por la necesidad de aire, me miró sonrojado y sonriendo, para luego sentarse a la mesa, divertido. Yo hice lo mismo que él y partí la tarta en dos, dándole la mitad a él, y sacando la mitad de la mitad para mí, je. No soy de comer tanto. Comencé a comer y noté que él se sonrojaba mucho, y lo volví a mirar confundido. - ¿En qué estás pensando, amor? - Pregunté con voz pícara, mientras me llevaba un poco de tarta a la boca con el tenedor y sonreía de medio lado, viéndole fijo a los ojos.

Escuché con atención su pregunta y un corrientazo atravezó mi columna. Me tensé y me sonrojé aún más al ver la manera en cómo me comentaba eso. Reí tonatamente, rascándome la nuca y desviando la mirada.

- N-no pienso en nada...qué te hace pensar que pineso en algo, jeje...-reí de manera nerviosa y seguí comiendo, luego le sentí suspirar.

Fruncí los labios y le miré fijamente, y por poquito me atraganto con la tarta al quedarme embobado viéndolo. TOmé rápidamente el vaso con leche que estaba al frente y me lo terminé de un sorbo. Respiré aliviado y palmeé mi pecho.

"Por poquito..."- pensé, frustrado.

Wata-chan me miraba ahora con cara preocupada y yo removí las manos, mientras le hacía - o trataba de hacerle.- calmarse.

- No pasa nada, en verdad que ya estoy bien, amor...- comenté divertido al notar que no me di cuenta de cuándo llegó a mi lado. Desvieé los ojos mientras reía y tomaba su rostro entre mis manos, para besar su frente.- Ya amor, estoy bien. De verdad que sí...- entonces, me abrazó.

Me sorprendí, y reaccioné poco después, abrazándolo también. Me gustaba mucho que me abrazara.

- Quédate conmigo....así un ratito más....- pedí, escondiendo mi rostro en él, completamente apenado, sonrojado. Sentí caricias suaves en mi espalda y me relajé un poco.

Y regresó a mi cabeza el pensamiento sobre querer vivir toda la eternidad a su lado.

Alcé una ceja, divertido, cuando se disculpó nerviosamente. O yo me estaba volviendo loco, o a Eiji-chan le había visto una mirada... ¿maliciosa? Suspiré al pensar en eso. No, imposible. Eiji-chan era demasiado inocente como para eso... ¿verdad? En eso estaba pensando cuando lo sentí toser. Lo miré en seguida, preocupado, y él comenzó a decir que no le pasaba nada. Fruncí el seño y caminé hacia él, agachándome a su lado. Me miró, tomando mi rostro entre sus delicadas y suaves manos, diciéndome que en serio estaba bien. Yo sólo me mordí el labio y lo abracé. No sabía por qué, de repente necesitaba tanto sólo estar así... sólo abrazarlo, sólo eso. Sentí que correspondía el abrazo y yo hundí mi rostro en su cuello. Y sonreí enternecido al oírle decir lo que dijo.

-Siempre, Eiji-chan... - Susurré chocando mi respiración contra su cuello, acariciando su espalda con suavidad. Era un momento de esos; uno de esos momentos en que no necesitas nada más que estar junto a la persona que amas. Uno de esos hermosos momentos.

Entonces me sonrojé cuando dijo que lo haría siempre. Apreté el agarre, queriéndome fundir con él. No sé cuánto tiempo paso, solo sé que fui feliz.

Luego se separó y acarició mi rostro. Sonreí, perdiéndome en sus ojos y me estiré un poco para rozar sus labios.
Me acercó a él de la cintura, me sorprendí pero me abracé a su cuello, mientras cerraba mis ojos y respondía el beso que Wata-chan profundizó.

- Te amo tanto....- susurré pegando mi frente con la suya, sobre sus labios. Mis mejillas se tiñeron de rojo y desvieé la mirada.

Luego miré el reloj, y me sorprendí. Si quería prepararle la sorpresa debía empezar ya. De repente era más de medio día. El tiempo se pasaba volando. Me levanté de manera rápida, agitando mis brazos.

- D-debo irme, amor.....- sonrió, persiguiéndome.- No, espera...es... algo que debo hacer solo.- murmuré abriendo la puerta. Se quedó estático. Me sentí algo mal, de seguro pensaría otra cosa.- Nuestro hijo te hará compañía....pero recuerda que debes estar en mi cuarto a las seis, Nya- murmuré antes de salir.

Me separé de él luego de un lapso de tiempo que no me interesa saber cuánto fue, y acaricié su rostro, viéndole embelesado. Estuvimos así un buen rato, en el que me perdí en sus azules ojos... azules como el mar. Noté que él se estiraba para rozar mis labios, y yo me apoyé sobre mis rodillas, acercándome más a él y atrapando sus labios en un ardiente beso, atrayéndolo hacia mí por la cintura e introduciendo mi lengua en su boca. No sé por qué, pero ese día estaba realmente intranquilo. De pronto me daban ganas de hacer a Eiji-chan mío ahí mismo... y me sentía un completo pervertido por eso. Cuando nos separamos, apoyó su frente contra la mía y me dijo que me amaba. Sonreí.

-Yo también, Eiji-chan... - Susurré cerrando mis ojos. - Demasiado.

De repente él se levantó con rapidez, moviéndose para todos lados. Dijo que tenía que irse y sonreí, poniéndome de pie y siguiéndolo a la habitación. Le pregunté si quería que lo acompañara, pero me dijo que debía hacerlo solo. Me quedé estático. ¿Hacer algo solo? No sería que... Eiji-chan... Me cubrí la nariz cuando él salió y miré avergonzado hacia otro lado, rojo como tomate. "¡Mierda! ¿Qué pasa contigo, dobe?" Pensé regañándome. Suspiré y caminé hacia la cama, tomando primero a Larg de la silla. Me arrojé en el colchón con pereza y abracé al peluche, recargándome en mi costado izquierdo. No podía dejar de pensar en Eiji-chan... Suspiré.

-Lo que tengas que hacer... hazlo rápido. - Pensé mientras cerraba mis ojos y entraba en una especie de letargo, aspirando el aroma a vainilla de Eiji-chan que había quedado impregnado en las sábanas.

Cuando abrí los ojos había obscurecido un poco. Pestañeé un par de veces, medio desorientado. Tenía algo entre mis brazos... Sonreí. Lo miré, pero no era Eiji-chan. Amplié los ojos. "¿Larg?" Pensé. Y entonces, recordé... 'Recuerda que debes estar en mi cuarto a las seis' "¡NO PUEDE SER!" Me ataranté y por poco caigo de la cama. Miré el reloj con Larg aún entre mis brazos: 5:30. Suspiré aliviado. Creo que jamás antes me había sentido TAN, pero TAN aliviado. Dejé a Larg sobre la cama con cuidado y luego caminé hacia el baño, viéndome en el espejo. Al menos no tenía cara de zombie. Me lavé la cara y me mojé un poco el cabello. Me cambié los lentes de contacto por unos nuevos, porque ya empezaban a arder, y terminé colocándome desodorante y agua de colonia. Me miré por última vez y sonreí. Me veía bien. Caminé de vuelta a la habitación y miré a Larg. "¿Será bueno llevarlo?" Pensé. Me debatí entre el sí y el no por largo rato, hasta que me di cuenta de que se me hacía tarde. Pegué un salto. "Qué mas da" Pensé, y tomé a Larg rápidamente, corriendo fuera de la habitación.

Me preguntaba, qué estaba tramando Eiji-chan.

-.-.-.-.-.FIN DEL TEMA-.-.-.-.-.-

Entré corriendo hasta su cuarto y me tiré boca abajo en la cama, respirando de manera agitada y riendo de manera estruendosa, es que su cara fue tan, fue tan...Reí a carcajada suelta de solo recordarla.
Entró con un puchero y yo revolé los ojos tiernamente.

-Eso te pasa por Hentai , y por andar provocando para parar así...- comenté lo último con aire indignado. No es que fuera un pervertido, pero digo..¿a quién no el molestaba eso un poquito? Rió y se acercó a mí, yo sonreí cerrando los ojos y extendí los brazos, enredándolos en su cuello. - Anda amor, no quiero que mueras de hambre. Además...siempre quise probar tu rica pasta, Nya - Dije dándole un tierno beso en la nariz.

Okay, sí, había sido un maldito, pero... ¿Me merecía esto? T.T Entré corriendo a la habitación, y vi cómo Eiji-chan se deshacía en risas sobre la cama. Hice un puchero y me crucé de brazos.

-Oye... - Reclamé infantilmente. Él simplemente me miró y me dijo que me pasaba por hentai y provocador. Reí y me acerqué a él, divertido. Sonrió cerrando sus preciosos ojos y enredó sus brazos en mi cuello, diciendo que no quería que muriera de hambre. Reí y le di un beso en la frente cuando dijo que quería probar la pasta que yo hacía. Me erguí en el suelo y le sonreí. - Bien, pero tardaré unos minutos. - Dicho ésto le di un pequeño beso en los labios y me retiré feliz a la cocina.

Una vez allí saqué todo lo que necesitaba y empecé a cocinar. Una de las cosas que más me gustan de la pasta, es que en 20 minutos está lista, je. Cuando ya había pasado los tallarines por el colador y ya estaban reposando, me pregunté si sería bueno preparar salsa blanca. Me lo pensé un rato y luego caminé hacia la habitación nuevamente, decidido a preguntarle a Eiji-chan si qería o no. Me llené de ternura al ver que estaba en la cama boca abajo y moviendo sus piernas. Sonreí y lo llamé.

-Amor. - Dije. - ¿Te parece si preparo salsa blanca para acompañar la pasta? - Sonreí. - Es de atún, ¿te gusta? - Pregunté apoyándome en el marco de la puerta.

Dijo que tardaría me besó y fue a la cocina. Suspiré y asentí y me giré en la cama. Apoyé mis brazos en la almohada y recosté en ellos mi cabeza tarareando una canción. Levanté mis piernas al aire y cerré los ojos, moviéndolas mientras seguía con mi tarareo.Entonces sentí que me llamaba y me giré a verlo.

- Mengo Mengo mi Wata-chan, no oí muy bien...¿me lo repitas porfis?- pedí. Asintió divertido y me preguntó otra vez si quería salsa blanca para la pasta. Fruncí los labios y me quedé pensativo.- Nee, Nee....no sé si sepas prepararlos de esta manera, te la diré y si no sabes entonces le echas salsa blanca ¿si?- pregunté. Él asintió y yo me incorporé en la cama.- Bueno, bueno...mi abuela solía prepararlos con salsa rosada, con trocitos de huevo..- dije con mis ojitos brillantes. Volví a recostarme en la cama, esta vez boca arriba y dejé caer la mitad del cuerpo al suelo, como la vez que jugué al vampirito. - Ah, y sí me gusta el atún, mi abuela también le echaba, Nya - dije divertido mientras me rascaba la mejilla.

- Claro que...si es mucho problema amor no lo hagas, soy feliz con todo lo que cocinas...- reí.

(Us: Jaja! Solo espero que la abue no se enoje porque me robé su receta! n.n)

Me dijo que no había oído y si lo podía repetir. Sonreí divertido y asentí. Entonces le volví a decir lo mismo y se puso pensativo. Levanté las cejas por lo que dijo y asentí. "¿Otra manera de preparar la salsa?" Siempre me han gustado los retos de cocina... Sonreí cuando dijo que su abuela lo preparaba así, y cuando terminó de darme la explicación me llevé una mano al mentón, dudoso. ¿Salsa rosada? Lo miré y sonreí.

-No, descuida, puedo hacerlo, pero... - Me aparté el cabello de la frente y fruncí los labios. - ¿Sabes si el color rosado lo hacía con el jugo de vetarraga? - Pregunté. - O con alguna otra cosa... - Murmuré frunciendo el seño. Y es que en mi vida había escuchado hablar de salsa rosada .__. Pero será. "Si mi Eiji-chan lo quiere, pues lo haré x3"

De nuevo caí al suelo y me incorporé dando una vuelta hacia atrás y sonreí tiernamente acercándome a él.

- Bien, bien te enseñaré a prepararla. - dije sonriente cuando pensó que lo hacía con una remolacha. Tomé su mano y di un leve suspiro para encaminarme con él a la cocina. Me lavé bien las manos y sentí su mirada posarse en mí. La evadí con un sonrojo y me acerqué para tomar la salsa de tomate y la mayonesa.

Busqué un recipiente a parte en la alacena, y tuve que ponerme en puntillas para tratar de tomarlo. Suspiré frustrado, la alacena de Wata-chan era más alta. Estaba dispuesto a ir por una silla, cuando mi novio se acercó y la tomó por mí, sonreí en gesto de agradecimiento y vertí parte de salsa y parte de la mayonesa, en cantidades iguales. Luego fui a la nevera por un poco de leche y la agregué al recipiente, y comencé a batirla.
Entonces me detuve y tomé la mano de Wata-chan, para pasarle el batidor.

- ¿Ya te haces una diea, amor?- sonreí dejando que el siguiera. Volví a lavarme las manos.- Después solo es vertirla en la pasta, y ya está.- dije con aire nostálgico, recordando a la abuela mientras me sentaba en la barra de cocina, cerca del lavabo y veía a Wata-chan cocinar.
Me sonrojé un poco y solté una pequeña risa. ¿Qué haría Wata-chan si supiera lo que acababa de pensar en ese momento?

Me dijo que me enseñaría a prepararla, y pues sólo le obedecí. La verdad es que no tenía ni remota idea de cómo diablos preparar eso xD Al final me di cuenta de que lo hacía con mayonesa y salsa de tomate, y levanté las cejas. Jamás se me habría ocurrido. Me reí internamente por mi torpeza. Veterraga, sí claro.

Eiji-chan trató de sacar un recipiente e la alacena, pero estaba demasiado alta. Sonreí divertido y me acerqué a sacarlo para él, y aproveché de darle un beso en la mejilla cuando se lo entregué. Me sonrió y luego siguió preparando la salsa. Me crucé de brazos con una sonrisa mientras lo miraba cocinar, como en una especie de encanto. No sé cuánto tiempo pasó mientras lo veía batir la salsa, y es que se veía demasiado lindo haciéndolo... Entonces reí un poco. Eiji-chan se veía lindo haciendo cualquier cosa. De pronto se detuvo y me pasó el batidor a mí, dejándome espacio para cocinar. Asentí y me dispuse a batir la salsa, tratando de hacerlo lo mejor posible, pues Eiji-chan me había dicho que la preparaba su abuelita, así que quería que quedara más que perfecta.

De pronto lo escuché reír y desvié mi mirada hacia él, sin dejar de batir.

-¿Qué? - Pregunté con curiosidad.

Él seguía batiendo, y al oír mi risa se giró a verme. Me sonrojé y suspiré. Besé su mejilla y le miré fijamente. Serio.

- Es que te ves aún más sexy cuando cocinas- Se quedó estático y yo lo miré preocupado.- Mengo Mengo....creo que no debí decirlo...- respondí rascándome la nuca tontamente y con mi cara ardiendo. Desvieé la vista y me bajé del mesón.- Este....te espero en la cama, Nya....- y dicho esto me alejé riendo como un tremendo idiota.

Al sentarme en ella suspiré y encendí la televisión para tratar de calmarme.

Me quedé estático y hasta creo que se me cortó la respiración. De pronto sentí que las mejillas se me coloreaban un poco. ¿Y-Yo sexy... cocinando? Y entonces mis mejillas ardieron. Noté que Eiji-chan se puso nervioso y aún más rojo que yo, y riendo torpemente se retiró de la cocina, diciéndome que me esperaba... en la cama... Me ataranté y por poco se me cae el recipiente con todo y salsa de las manos. ¿O era yo muy mal pensado o eso claramente podría tomarse como doble sentido? Me tapé la cara con las manos y aguanté la risa. Ay por Dios, Eiji-chan ni si quiera se daba cuenta de lo que decía...

Reí a carcajadas mientras intentaba terminar la salsa. Al final la terminé y me dispuse a servir. Aún riendo un poco saqué dos platos completamente blancos de la alacena y los puse sobre la mesa. Tomé la olla con los tallarines y con cuidado los serví en cada plato, cuidando siempre la presentación artística. Luego fui por la salsa y la vertí sobre los tallarines, recordando las lecciones de cocina que mi madre me daba: "Todo está en la muñeca". Sonreí nostálgicamente al recordarlo y finalmente caminé hacia el refrigerador, donde guardé la salsa y aproveché de sacar unas hojitas de cilantro para poner encima del plato. Cuando terminé los observé con ojo crítico y sonreí; había quedado muy lindo. Me sacudí las manos casi por reflejo y caminé hacia la habitación. Miré a Eiji-chan que veía la televisión aún muy sonrojado, y sonreí.

-Amor, ya está listo, a comer. - Dije divertido.

Le sentí llamarme y apagué la tele, encaminándome a su lado al instante. Cuando entré a la cocina vi todo arreglado de una manera perfecta y sonreí. Él siempre tan....bueno, esa era una de las cosas que lo hacía tan especial.
Tome asiento a su lado y tomé el tenedero, dispuesto a probarlos.

Sentí la oleada de sabor recorrer cada parte de mi cuerpo. Siempre lograba eso, Wata-chan era en verdad bueno en la cocina, no, más que eso. Era el mejor.

- "Tal como los de la abue"- atiné a pensar, llevándome más de su deliciosa pasta a la boca.

Me senté frente a él en la mesa, pero ni si quiera toqué mi plato. Lo miraba a él, pendiente de su reacción al probar la comida.

-¿Está rico...? - Pregunté tímidamente, viéndolo con curiosidad. Esperando desde el fondo de mi alma un sí.

(Us: Perdón, está asquerosamente corto TwT)

Entonces me preguntó algo, justo después de que me había llevado la cuarta cucharada a la boca. Abrí los ojos.- que los cerré en algún momento.- y negué. Me miró sosprendido y vi la desilusión en sus ojos. Negué, me había mal interpretado.

- Baka Wata....- murmuré, me miró a los ojos y sonreí.- NO está rico. Está delicioso, exquisito, incomparable. Es una de las mejores cosas que he probado en mi vida, y el hecho de que lo hayas hecho tú me pone aún más feliz.- susurré. Una sonrisa atravezó su rostro y me sentí en exceso bien.

Adoraba verlo sonreír. No había comparación.

Negó, y juro que me decepcioné tanto que ni si quiera pude disimular mi cara. Avergonzado bajé la vista; había arruinado un plato importante para Eiji-chan. Estaba a punto de disculparme cuando escuché cómo me llamaba. Lo miré extrañado y entonces me dijo todas esas cosas, y juro que sentí una alegría extrema. Se me colorearon un poco las mejillas y sonreí.

-Gra... gracias... - Susurré bajando la vista, y tomando el tenedor para comenzar a comer.

Comimos en silencio, pero no era un silencio incómodo. Sino que sobraban las palabras. De cuando en cuando nos mirábamos, y yo sonreía divertido al ver cómo desviaba la vista y se sonrojaba. Eiji-chan era más tímido que yo. Y eso sí que es MUCHO.

Cuando ya estaba por terminar y me llevaba el último bocado a los labios, me detuve bruscamente y fruncí los labios en una mueca de dolor. Tratando de no alertar mucho a Eiji-chan, quien ya se había dado cuenta, dejé el tenedor sobre el plato y me llevé una mano al ojo derecho, adolorido. Eiji-chan me preguntó qué me pasaba, y lo miré.

-No es... - Me detuve. "No digas eso después de todo lo que pasó, imbécil" Me reprimí mentalmente. Debía empezar desde ya a no guardarme todo, aunque me fuera difícil. Suspiré y seguí. - Digo... son los lentes de contacto... ya empezó a arder. - Susurré lo último desviando la vista y cerrando con fuerza los ojos. Auch, esto sí que dolía.

Constantemente nuestras miradas se cruzaban, la sostenía un momento y luego, sonrojadísimo, la desviaba. Seguí comiendo tranquilamente hasta que sentí un quejido por parte de Wata-chan.
Asustado, lo miré. Me levanté del asiento y me encaminé a su lado.

- ¡¿Qué sucede?! ¿Estás bien, dije algo malo?- inquirí, nervioso. Iba a decir algo, pero se detuvo y lo cambió, explicándome entonces que le ardían los lentes de contacto. Suspiré un poco aliviado, pero no menos preocupado, y tomé su mano para llevarlo al baño. - ¿Dónde están?- señaló un pequeño estante en el baño, sobre el lavamanos y me empiné para buscar la cajita con los lentes de contacto, cuando la encontré me quedé observándola fijamente.

Llámenme idiota, pero no sabía muy bien qué hacer. Wata-chan me pidió que se la pasara y asentí, posándola suavemente en sus manos, no supe por qué pero...me sentí algo inútil. Vi como se retiraba los viejos y se ponía los nuevos. Suspiré y me acerqué a él un poco.

- ¿Ya no te duele ni arde, nee?- pregunté, solo para estar seguro. En verdad temía demasiado por él.

Suspiró aliviado, y yo sonreí enternecido. Quizá qué cosa había pensado que me pasaba. Me tomó de la mano y me guió hasta el baño, mientras yo trataba de contener los quejidos de dolor. Y es que era como si me hubieran hechado sal a los ojos T.T

Me preguntó dónde estaban los lentes y le señalé un estante del baño. Fue rápidamente hacia él, y se quedó un rato mirando la caja. Sonreí internamente al ver que no sabía qué hacer, y le pedí que me la entregara. Y largando otro quejido de dolor caminé hacia el espejo y con cuidado me saqué los que llevaba y me puse los nuevos. Pestañé un par de veces para que se acomodaran bien y me sequé las lágrimas que se me habían escapado por el ardor. Suspiré y sin querer me fijé en el estante. Amplié los ojos; eran el último par.

-Diablos... - Susurré. Entonces escuché la pregunta de Eiji-chan y me giré hacia él, sonriendo y revolviendo sus cabellos con ternura. - Nop, ya no. - Dije sonriéndole. - Aunque... - Fruncí los labios y luego suspiré. - Eran el último par, y por ahora no tengo el dinero como para comprar otros... - Mis mejillas se colorearon casi tanto como el cabello de mi novio. - Supongo que tendré que usar los lentes que... que me dio la Señorita Yuuko antes de irme... - Suspiré y me revolví los cabellos. Eran mucho más pequeños que lso anteriores, pero aún así me preocupaba verme mal o raros con ellos...- Arg, qué rabia ¬¬ - Murmuré cruzándome de brazos infantilmente.

Removió mis cabellos y suspiré. Dijo entonces que era el último par y que no tenía el dinero suficiente para comprar más. Reí al ver su cara y tomé su mano entre las mias, cuidando de no lastimarme.

- Te los compraré, te los compraré. Pero cambia esa cara....- me miró, negando y yo suspiré.- No me harás cambiar de idea. No me importa si son caros ó no lo son. Te los compraré. - Entonces me detuve y lo miré fijamente.- Aunque....me gustaría verte aunque fuera una vez con gafas....¿te dejarías, te dejarías, amor?- pregunté ilusionado, botando brillitos por todos lados.- ¡Te verías súper adorable! Anda, anda, anda....¿Síiiiii?- pregunté meloso, alargándo la última letra de la palabra.

Me negué rotundamente.

-¡No! ¿Cómo vas a...? - Entonces cambió de idea y comenzó a decir todas esas cosas. Pestañeé varias veces, y trataba de hablar, pero Eiji-chan estaba tan emocionado que no me dejaba. Al final terminé riendo divertido y tomé su mano que no estaba lastimada, sonriendo. - Está bien... Pe-Pero no te vayas a reír... - Dije lo último sonrojado. Suspiré y caminé hacia mi habitación, llevando a Eiji-chan conmigo.

Solté su mano y me agaché frente al nochero, sacando del pequeño cajón unos lentes. Volví a sus pirar y me los coloqué dándole la espalda a Eiji-chan.

-¡No te vayas a reír, eh! - Repetí muy sonrojado. Esuché su risa y cómo me decía que no, y suspirando por enésima vez, me giré lentamente. Me crucé de brazos cuando estuvimos frente a frente y sentí el rojo intenso en mis mejillas. - Me veo ridículo, ¿verdad? - Susurré desviando la vista.

Me guió hasta la habitación y dijo que estaba bien. SOnreí y esperé tratando de ser paciente, sacó entonces una gafas del nocherito y se las puso, dándome la espalda. Después se giró y me miró diciendo que se veía ridículo y que no me riera y bla, bla....no pude oír más.

Amplié los ojos y me acerqué a él, tomando sus hombros y haciéndole arrodillarse en el suelo.- Maldita sea es que no alcanzaba.-
Me senté frente a él en el suelo y guié mis manos a su rostro.
Sonreí, y delineé toda su cara, y también los lentes. Me miraba fijamente.

- Te ves hermoso....- susurré, besé su mejilla y me sonrojé de manera furiosa.- ¿Cómo haces para verte tan sensual con gafas?- pregunté. Al principio se impactó y yo desvieé el rostro. - Y sin ellas. Sin mencionar divino, deseable, sexy, adorable, abrazable, besable y todo lo que termine able....- dije frunciendo lijeramente el entrecejo. Dudé haberme sonrojado alguna vez tanto como ahora.

- Ehmm... a.. oye yo.....ya regreso....- reí nerviosamente, me encaminé a la cocina y para tratar de bajar el calor retiré los platos de la mesa y los lavé y sequé. Luego hice lo mismo con mis manos y suspiré aliviado cuando sentí el color disminuír. Por Kami-sama, mi rostro entero ardía....

Pestañeé un par de veces cuando me hizo agacharme, y me reí internamente al darme cuenta que era porque no me alcanzaba. Awww, Eiji-chan era muy tierno. Entonces comenzó a delinear mi rostro con sus manos, y yo lo miraba atentamente, através de los cristales, confundido. Y fue cuando comenzó a decir esas cosas. No sé quién de los dos se sonrojó más en ese momento. Quizá él, quizá yo, no tengo idea. Lo único que sé es que mi rostro ardía, y que cuando de mi cuenta Eiji-chan ya estaba en la cocina.

Tomé aire tratando de calmarme y me levanté con lentitud del suelo. Fruncí el seño y caminé hacia el espejo, donde finalmente me vi con los lentes puestos. Sin querer soneí un poco. Mmm... no estaban tan mal como los otros. Es más, estos me gustaban. Sonreí divertido. Sobre todo después de lo que había dicho Eiji-chan. Suspiré riendo y caminé lentamente hacia la cocina, donde lo vi apoyado en el lavaplatos, con su rostro aún algo sonrojado. Me crucé de brazos y me apoyé en la pared, viéndole con ojos de enamorado y una sonrisa boba en el rostro. Y ni me importaba. Es que Eiji-chan era tan lindo... Su rostro era precioso, me encantaban sus labios, y su nariz, y su cabello, y sus... DIOS, esos ojos. Si supiera lo que con una mirada suya sería capaz de hacer... Y ni qué hablar de su cuerpo. Era simplemente perfecto; no había más palabra que esa: Perfecto.

Sonreí y me erguí, caminando hacia él con sigilo.Y cuando estuve juso frente a él, elevé su rostro por el mentón y me divertí al notar cómo se sorprendía. Ni si quiera había notado mi presencia. Reí y deslicé mis manos hasta su cintura, apoyando mi frente en la suya y cerrando los ojos.

-Eres hermoso... - Susurré muy bajo, sonriendo débilmente. - Y todo mío... - Agregué después, acercándolo más a mí. Entonces me separé un poco sólo para verlo a los ojos e hice carita de cachorro. - ¿Verdad que eres mío, mío, mío? - Pregunté entre serio y divertido, pestañeando varias veces.

(Us: Ya cumplí x3 No tendrás abstinencia de rol esta vez xD)