Habitacion de Kimihiro Watanuki

Habitación de Kimihiro Watanuki


~Este post no cuenta~

Recuerda cumplir las reglas, pasarlo bien y cuidarse.


Disfruten de la estancia,

Atentamente,

Abre la puerta y sonríe- Mi propia habitación... -Ríe- Jeje, la señorita Yuuko me tendría envidia - Sigue riendo mientras descarga la maleta. Luego se recuesta en la cama boca arriba. Suspira. - ¿Qué estará haciendo Dou...? ¡¿eh?! -se sonroja- ¡¿Q-Qué me importa a mí que haga ese baka?! ¬///¬ -suspira de nuevo- Qué aburrimiento...

Corría y corría a todo lo que mis pies me daban, y no podía entender por qué rayos no paraba si ya estaba a salvo en el instituto. Vi una puerta abierta y entré a la habitación. Estaba desocupada hacía mucho tiempo así que pensé que estaba bien si me escondía ahí.
Cerré la puerta tras de mí y suspiré dejándome caer al piso.
Luego sentí a alguien hablar y levanté la vista, percatádome que la habitación ahora se encontraba ocupada.

Rápidamente me levanté y haciendo una reverencia comenté:

- Mengo-Mengo.....no era mi intención incomodarlo. Pensé que la habitación estaba desocupada y entré a esconderme. Mengo-Mengo....Mengo-Mengo- continué explicando, mientras eufóricamente comenzaba a mover los brazos de arriba a abajo y sudaba la gota gorda.

Abre un poco más los ojos al sentir a alguien entrar a su habitación. Se sienta rápidamente en la cama y ve entrar a un chico con apariencia dulce. Parpadea un par de veces. Parecía agitado por tanto correr y muy asustado.

Parecía preocupado y cuando se dio cuenta de que la habitación no estaba desocupada comenzó a disculparse con él.

Ríe un poco y se levanta de la cama.

-No me has incomodado, en lo absoluto. - Ríe otra vez. - Y deja de moverte tanto que me mareas. - Comenta sonriéndole agradablemente.

Escuché atentamente como el otro trataba de calmarme y sonreí, acercándome a él de manera lenta.

- Hoi Hoi, Soy Kikumaru Eiji. Es un gusto, Nya- Saludé extendiéndole la mano de manera amable. - Y no era mi intención marearte- comenté divertido pasados unos minutos, preguntándome mentalmente por qué todos dirían lo mismo al conocerme.

Ríe un poco y responde el saludo con un apretón de manos.

-El gusto es mío. Soy Watanuki Kimihiro. - Dice sonriendo. - Soy nuevo aquí. - Ríe de nuevo. - Y tranquilo, yo soy igual o peor que tú cuando me pongo nervioso. - Dice con una gotita en la cabeza, recordando todos sus ataques de felicidad o ira, y que todos sus amigos le decían que se movía como un loco. De nuevo recuerda a Doumeki y vuelve a sonrojarse, apartando la mano. - Er... y dime... ¿Por qué corrías? ¿Te sucede algo malo? - Comenta preocupado mientras se sienta en la cama y le indica al otro que lo haga también.

Sonreí de manera infantil y apreté su mano.

- Wata-Chan - dije divertido. - Bienvenido al insituto..... si necesitas algo puedes pedírmelo y trataré de ayudarte, siempre y cuando no sean direcciones porque igual terminaría perdiéndome como siempre.- Dije frunciendo ligeramente mi ceño. Me senté a su lado cuando me lo pidió y observé su rostro cond etenimiento, sonriendo imperceptiblemente.- No, no me sucede nada...es sólo que me perdí y terminé en un lugar donde no debí terminar cuando salí del instituto, y me perseguían unos bravucones. Pero ya que estoy aquí estoy bien... -dije soltando una pequeña risita traviesa.-

Sonríe cuando escucha su apodo. Le parece un chico agradable y tierno. Por su aspecto deduce que es de la clase de primero. Ríe un poco, divertido, cuando habla de que se pierde siempre.

-Descuida, y gracias. - Dice sonriendo. Luego abre los ojos preocupado cuando menciona a los bravucones. - Ufff, pero me alegra que ahora estés bien. - Dice largando una pequeña risita. - "Me pregunto, señorita Yuuko... ¿nuestro encuentro sería inevitable?" - Piensa sonriéndole aún más.

- Ah, pero hay un lugar al que puedo ir sin perderme, Nya - comenté emocionado. Tomé la mano de Wata-Chan y empecé a correr, halándolo conmigo también- Vamos a ver los rosales.... son muy lindos- Cerré la puerta de su cuarto y le arrastré conmigo.

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Nuevamente estábamos corriendo, y yo nuevamente reía ante el nuevo drama de Eiji-chan.

-Descuida, no me enfermaré. - Respondí, divertido. Luego lo miré y sonreí. "No me arriesgaría a no estar conti..." Me sonrojé y no terminé mi pensamiento, mirándo hacia otro lado.

Cuando por fin llegamos, abrí la puerta y entre con un bostezo a mi habitación, sentándome en el borde de la cama. Le señalé a Eiji-chan que también lo hiciera y luego saqué del velador que estaba al lado, un pequeño celular en forma de Mokona. Marqué unos números y le hice una seña a Eiji-chan para que guardara silencio, sonriéndole. Luego, contestó la persona que yo quería. - ¡Yuuko-san! - Exclamé felizmente al oír su voz. - Ah, sí. Sí, sí, llegué hace unas horas. - Retiré el audicular de mi oído al oírla gritar. - ¡¡Ah!! ¡No grite, es que no tuve tiempo! - Exclamé viendo con una media sonrisa a Eiji-chan. Luego reí. - Okay, okay, hablamos mañana. Yanne. - Y colgué, para luego suspirar divertido y volver a guardar el celular. Entonces miré a Eiji-chan, que parecía algo confundido. Sonreí. - Era mi jefa, la señorita Yuuko. Prometí llamarla en cuanto llegara, pero lo olvidé. - Finalicé con una gota en la cabeza.

Entré después de Wata-Chan y le vi sentarse en el borde de la cama. Me senté a su lado segundos después cuando me lo pidió, y lo vi sacar del nochero un celular con la forma de una.....¿pelota con orejas? No sé qué era, pero me pareció tierna y adorable, toda apapachable con esa forma redondita.

Marcó un número y oí la voz de una mujer gritar del otro lado de la línea. Sonreí con uno de los comentarios de Wata-chan y esperé una explicación al final de ese extraño tipo de conversación, mientras ponía una cara de confusión. (Us: Salió una rima xDU)

- Oh, lo siento mucho- dije tomando sus manos entre las mías de manera rápida.- De seguro fue por mi culpa que lo olvidaste- Dije totalmente preocupado....¿Y si lo despedían de su trabajo por mi culpa? No me lo perdonaría nunca. No me perdonaría el hacerle eso a Wata-Chan ni en un millón de años....

Cuando terminé de hablarle, nuevamente volvió a tomar mis manos entre la suyas, pero esta vez no me sonrojé. Creo que ya me había acostumbrado a sus expresiones de cariño. Se disculpó y parecía muy preocupado, pero yo sólo atiné a sonreírle divertido y a revolverle el cabello.

-Descuida, aunque quisiera, no me despediría. - Dije mientras reía. - Créeme que lo he intentado. - Finalicé dando un suspiro divertido. No, no me despediría hasta que terminara de pagar mi deuda. Suspiré y volví a bostezar. - Umm... gomen, me volvió a dar sueño. - Dije con voz cansada mientras apoyaba mi mano sobre su hombro y mi mentón en ella. - Ha sido un día agotador, ¿no...? - Pregunté comenzando a quedarme dormido. El aroma a rosas de Eiji-chan llegaba hasta mi nariz y me hacía relajarme. Era algo casi mágico.

Me revolvió el cabello y comenzó a explicarme cosas, que aunque me esforcé por comprender, no pude. Sentí su mano en mi hombro, y luego su cabeza apoyarse en ella. Wata-Chan respiraba demasiado cerca, y no podía hacer más que sonrojarme a cada segundo por la cercanía....

- Espera....-murmuré. Me parecía incómoda esa posición, para ambos. Tomé su cabeza con suavidad entre mis manos y la llevé a mis piernas, haciendo que la apoyara ahí, y que debiera recostarse en la cama. Comencé a acariciar sus cabellos con una sonrisa, mientras le respondía.- Tienes razón, hoy fue un día agotador, Nya- Murmuré mirando por la ventana de su alcoba, observando como el sol comenzaba a ponerse.

Me recostó sobre sus piernas y yo sonreí, cerrando los ojos, deseando estar así para siempre. Al cabo de unos minutos, noté cómo la habitación se obscurecía un poco, y me dí cuenta de que estaba anocheciendo. Sentía que las fuerzas se me iban; me estaba quedando dormido. Abrí los ojos y miré fijamente a Eiji-chan. Le sonreí y estiré mi mano hacia su rostro, acariciando su mejilla.

-Deberías ir a tu habitación, ya es tarde... - A penas y pude decir, sin siquiera querer imaginarme la cara de sueño que tenía. Volví a bostezar y me erguí en la cama, de pronto sintiéndome algo triste por perder ese contacto con él. Suspiré y me volteé a verlo. - Gracias, Eiji-chan. A pesar de todo, ha sido uno de los mejores días de mi vida. - Dije sonriéndole sinceramente. Y es que realmente, en menos de 24 horas, Eiji-chan me había cambiado por completo la vida. Volví a sonreír, ya más adormilado, y me acerqué a su rostro, depositando un suave beso en su mejilla, pero por estar tan en "estado zombie", fue muy cerca de la comisura de los labios; en ese momento no pude notarlo. - Oyasumi... - Susurré antes de tenderme sobre la cama y quedarme dormido ahí, con el uniforme del instituto, con la cama sin deshacer. Nada. Estaba demasiado agotado...

La oscuridad comenzó a entrar a la alcoba, sentí su mano en mi mejilla y le miré fijamente. Sin apenarme esta vez, me encantaba su contacto. El calor que provocaba en mí apenas rozarme.....

- Supongo que sí- acepté, él se veía muy cansado, y me preocupaba el toque de queda. - No hay por qué agradecerme- Le dije amablemente, sintiéndome completamente feliz de escuchar eso de Wata-Chan. Me encantaba verlo feliz.

Sentí su beso tan cerca de mis labios que me sonrojé furiosamente. Le vi recostarse en la cama y caer profundamente dormido.
- Oyasumi Nasai- Recité en un murmuro, no muy seguro de que hubiera podido escucharlo.- En la mañana vendré a visitarte de nuevo, ya quiero preparar esas galletitas y esa tarta.- Dije divertido, cerrando la puerta tras de mí, rogando a la mañana que no tardara mucho en aparecer.

Un estrepitoso ruido comenzó a llenar la habitación. Me desperté de un salto.

-¡¡Waaah!! ¡¿QUÉ SUCEDE?! - Comenzé a buscar a tientas el despertador, que seguramente la señorita Yuuko había programado -___-Uu. Me ataranté demasiado, como suelo hacerlo cuando me exalto, y me caí de bruces al suelo, con la sábana enrollada en el pie. Lo bueno (si puede haber algo bueno ¬.¬), fue que pasé a llevar el despertador y se quebró, apagándo al fin el molesto ruido. - Itai... - Susurré mientras me sobaba la mejilla, donde me había hecho un pequeño corte con una de las partes del despertador. De mis ojos comenzaron a caer lágrimas de desesperación. - ¡¡SEÑORITA YUUKO!! ¡¿ES QUE NO PODÍA DEJARME DORMIR?! - Exclamé dramáticamente, golpeando el piso con pies y manos.

Después de un rato haciendo berrinche, me calmé y me levanté del suelo, suspirando. De la herida en mi mejilla corría un hilillo de sangre, así que caminé hacia el velador y saqué de ahí un poco de algodón, desinfectante y un curita, para luego pasar a desinfectarme y ponerme la pequeña venda en la cara. Suspiré cuando terminé y volví a guardarlo todo, para luego hacer la cama y sentarme en la orilla.

-Oh, vaya... me dormí con el uniforme... - Susurré preocupado. Menos mal que no era el único que tenía. Suspiré. Y entonces los recuerdos de ayer llegaron a mi mente. Amplié los ojos. - Cierto... ¡Eiji-cha-! - Y entonces recordé el beso. Me sonrojé como un tomate. - Bue... pe... ro.... yo... - Comencé a balbucear mientras sentía mi rostro casi quemar. Suspiré e intenté calmarme. Luego abrí los ojos y me sentí fatal. Practicamente había besado a Eiji-chan y eso era como... como si... como si estuviera engañando a Dou... - ¡¡ARG!! ¡¡BASTA!! - Grité mientras azotaba una almohada contra la pared. "No quiero seguir pensando en él... ¡¡No quiero!!" Respiré hondo varias veces hasta calmarme y luego me dirigí al baño, donde me di una ducha rápida. Saqué otro uniforme y me lo coloqué, cuidando que todo estuviera ordenado. Sonreí frente al espejo y me coloqué algo de agua de colonia. Volví a sentarme en la orilla de la cama y miré con nostalgia hacia la puerta. - Eiji-chan... Espero que llegues luego... - Y suspiré.

Salí del baño completamente listo. Me miré en el espejo y sonreí de manera exagerada, fijándome bien. Todo arreglado, dientes bien lavados como debe ser. Colonia, cabello arreglado. Había decidido cambiar mi estilo deportivo de los fines de semana. Apreté el dije de la raquetita con la pelota de tenis con sutileza y lo besé antes de ponerme la camisa negra de mangas largas sobre la roja sin mangas. Ajusté mis jeans y amarré bien mis tennis. Sonreí....no podía dejar lo deportivo de lado ni por un segundo.

Cerré la puerta después de despedirme de Daigoro, y corrí hasta la habitación de Wata-Chan. Le pediría que me acompañara al centro comercial por los ingredientes para el pastel y las galletitas con chispas de chocolate.
Toqué la puerta varias veces, esperando.

Levanté la cabeza hacia la puerta cuando oí los golpes. Sentí que mi interior se llenaba de una alegría exagerada, y sonreí amlpiamente, levantándome rápido de la cama.

-¡Eiji-ch...! - Amplié los ojos y guardé silencio, sonrojándome un poco. Okay, estaba feliz... bien, loco de alegría, pero no podía ser tan obvio. Suspiré sonriendo de mi propia estupidez y me dirigí hacia mi mueble con espejo, donde me puse algo más de agua de colonia. Sonreí a mi reflejo, y le dí poca importancia al detalle de la bandita. Miré hacia la puerta y caminé hacia ella. Me apoyé con una sola mano en un lado de la pared y la abrí, sonriéndo de medio lado al recién llegado. - Buenos días. - Dije con el tono más seductor posible. Okay, lo admito, no soy un 'Don Juan'... pero bueno, hay que arriesgarse, ¿no? xP.

Estaba ansioso.....No era mi culpa. Es que Wata-chan era tan....era tan especial.....Wata-chan era tan Wata-Chan que me hacía perder la cabeza. Solté una pequeña risita al saber que lo que pensé no tenía sentido.
Un perfume a chocolate salió del cuarto apenas la puerta se abrió, y Wata-chan se acomódó en la pared y me saludó de manera muy......un sonrojo apareció en mis mejillas. Se veía muy bien, excepto porque llevaba el uniforme.

Reí divertido y lo abracé, como suelo hacerlo con todos los que me importan.

- Buenos días, Wata-Chan- dije divertido.- Hoy iremos al centro comercial, pero....deberías cambiarte de ropa- dije separándome.- El uniforme no se usa los sábados, Nya- le sonreí de manera tierna, hasta que me fijé en su rostro. Amplié mis ojos y me acerqué a él bastante. Alcé mis brazos y posé mis manos en su cara, preocupado, acariciando el lugar del corte con mis dedos.- Wata-Chan....¿estás bien? ¡¿Qué te pasó?!- grité a punto de comenzar otro de mis dramas, pero esta vez con justa razón.

Reí hacia mis adentros cuando se sonrojó. "¡Eso!" Pensé satisfecho. Entonces se abrazó a mí y yo lo recibí contento, y volví a reír cuando dijo eso del uniforme.

-Lo sé, pero es que no traje más ropa. - Dije sonriendo apenado. - Se me quedó esa maleta en la tienda de la señorita Yuuko... - Susurré suspirando. Entonces me miró y su rostro practicamente se desconfiguró, pasando a uno muy preocupado. Entonces acercó sus manos a mi rostro y me preguntó casi aterrado qué me había sucedido. Y recordé que no había recogido los pedazos del despertador del suelo. No le dí mucha importancia y tomé sus manos entre las mías, bajándolas de mi rostro y entrelazándolas. - No es nada. - Le dije sonriendo. - Sólo un pequeño corte, nada del otro mundo. - Finalicé mientras tomaba su mentón entre mis dedos. Ahh... se me hacía tan inevitable... Es que Eiji-chan es tan... tan... ¡tan ÉL! "Vaya niño..." Pensé mientras sonreía de medio lado, sin dejar de verlo.

Me explicó que estaba bien, y aunque le creía, no podía evitar preocuparme por él. Por un rato entrelazó nuestras manos. Luego tomó mi mentón y me hizo levantar la vista, pues el era más alto. Me miró fijamente y yo me sonrojé bastante. Su olor a chocolate me hacía perderme en él a veces.
Luego me di cuenta de la situación, y pensé que si seguía demostrándole que me enamoraba de él a cada segundo se alejaría, pues el buscaba una linda amistad....y lo había comprobado en los rosales. Llegó a mi cabeza el beso de la noche anterior, pero Wata-Chan estaba demasiado adormilado como para saber lo que hacía. Suspiré y me separé suavemente.

- Bueno, v-vamos Wata-Chan- tartamudeé un poco. - Compraremos ropa para ti en cuanto llegemos.- me giré para sonreírle, aún con el sonrojo. - Caminé seguido de él, ya tomaríamos un taxi para llegar.

https://gakuen-darkness-oris.foroes.org/centro-comercial-f31/comprando-con-wata-chan-priv-t3256.htm#185246

Cuando llegamos, debo admitirlo, me sentí algo decepcionado por perder el contacto con Eiji-chan. Suspiré mientras lo ayudaba a bajarse y a llevar una o dos bolsas, pese a sus reclamos (que callé con un beso, jojo). Le entregué el dinero al chofer, quien me miró feo otra vez y yo le saqué la lengua.

-Viejo amargado... - Susurré para luego comenzar a caminar junto a Eiji-chan dentro del instituto. Caminamos hasta los dormitorios y entramos al mío. Yo prendí la luz y dejé las bolsas que yo había tomado sobre el escritorio. - Puedes dejarlas ahí, Eiji-chan. - Le dije sonriendo y luego me senté sobre la cama, aprovechando que no me veía para frotarme la mano con una mueca de dolor. Sí, la maldita torcedura que me hice por ser tan idiota me dolía, pero no quería preocuparlo innecesariamente. Ya se me pasaría.

Le dije que no podía llevar las bolsas porque estaba herido, pero me calló con un beso. Le sacó la lengua al chofer y yo reí divertido, mientras nos encaminábamos hacia la alcoba de Wata-Chan, a la par que una lluvia pequeña se desataba.
Cuando entramos él puso las bolsas sobre el escritorio, y yo las tomé de allí, aún sin soltar las que llebava. Me encaminé a la pequeña pero práctica cocina que tenían todos los dormitorios y las puse allí.

- Bueno, Wata-Chan entonces...- dije volteándome divertido, pero lo siguiente que dije fue opacado por un trueno que estremeció todo el lugar. Me quedé estático, mientras sentía a Wata-Chan decir que menos mal habíamos llegado antes de que lloviera más fuerte. Suspiré, al parecer solo había sido un pequeño trueno. Traté de acercarme a él nuevamente, pero la pequeña lluvia que se había desatado antes se incrementó en poco tiempo, y los truenos empezaron a hacerse más seguidos y fuertes. No quería que Wata-Chan viera esa faceta tan patética mía, pero no podía.....
Otro relámpago acompañado del grotesco ruido me hizo caer de rodillas al suelo, con los ojos bien abiertos, a pocos centímetros de Wata-Chan. Grité tapándome los oídos de manera rápida, lágrimas de desesperación comenzaron a salir de mis ojos (Como si no hubiera llorado suficiente hoy), mientras mis gritos en la habitación seguían y me tapaba aún más fuerte los oídos, tratando inútilmente de no escucharlos..., Me olvidé de dónde estaba y con quién, solamente quería que la lluvia cesara, pero se notaba que no pararía hasta el otro día.

Lo ví entrar a la cocina y dejar las bolsas allí. "Ah, lo había olvidado..." Pensé sonriendo divertido. Está bien, amo, adoro cocinar, pero que mi habitación tuviera cocina propia lo sentí casi como una bendición del cielo y... ¿No lo recordaba? Dios, Eiji-chan sí que me tenía la cabeza en otro lado...

Entonces salió y me comenzó a hablar, pero un tureno sonó y no seguí escuchándolo. Miré con preocupación hacia la ventana.

-Vaya, menos mal que llegamos antes de que lloviera más fuerte... - Comenté volviendo a mirar a Eiji-chan.

Vi que se acercaba más a mí, pero un nuevo trueno resonó por todo el lugar, y él se quedó estático. Yo fruncí el seño.

-¿Eiji-ch...? - Muchos truenos comenzaron a sonar, y vi con horror cómo Eiji-chan caía de rodillas al suelo, gritando y tapándose los oídos. Amplié los ojos y me levanté con prisa de la cama. -¡Eiji-chan! - Grité arrodillándome al lado suyo, pero no me escuchaba. Sólo gritaba, con las manos fuertemente aferradas a sus oídos, y los jos enormemente abiertos. Comencé a temblar y a desesperarme. - ¡¡Eiji!! ¡Eiji, ¿qué te pasa?! - Pregunté zarandeándolo por los hombros. Pero no reaccionaba. - ¡¡Eiji, amor!! ¡Dime algo! - Seguí intentando hacerlo reaccionar. Le di una bofetada no muy fuerte, pero que tampoco lo hizo reaccionar. Yo me preocupé aún más y comencé a llorar con él, asustado. - ¡¡EIJI!! - Grité y luego, casi sin pensarlo, lo besé, rogando a Kami que con eso reaccionara. "Por favor... por favor... reacciona, Eiji...." Pensé mientras una lágrima de desesperación rodaba por mi mejilla, humedeciendo nuestro beso.

Sentía los gritos de alguien al lado, pero eran lejanos, muy lejanos....no podía seguirlos para salir de este mar de desesperación.
Sentí unos labios posarse en los míos, y reconocí el aroma de Wata-Chan. Fue corto, pero me trajo de vuelta a la realidad, por un segundo....
Dejé de gritar, y bajé las manos de mis oídos, para mirarlo fijamente.

- Yo no....- Luego otró trueno sonó, miré austado a todos lados. La cama, corrí hasta ella y me metí debajo. No quería salir, y no quería que Wata-chan me viera así....pero....realmente tenía mucho miedo. Y entonces, recuerdos nada gratos regresaron a mi cabeza con una nitidez horriblemente perfecta. - ¡No! Deténganse....por favor.....- comencé a sollozar.- No más truenos....no más truenos...- repetí una y otra vez, sin detenerme, con las lágrimas cayendo como cataratas por mis rostro.