El amor duele (Priv. Eiji-chan)

Llegamos y al instante la enfermera atendió a Eiji-chan. Lo hizo sentarse en la camilla mientras le revisaba la herida. Me quedé cerca pero tratando de no estorbar, y observé atentamente las reacciones de Eiji-chan. La enfermera le hizo mover la mano varias veces, presionando en varios lugares, y aunque sabía que mi niño hacía todo lo posible por no quejarse, pude ver en sus labios muecas de dolor. Y me odié por eso. Apreté los puños a mis costados mientras veía impotente cómo la mujer seguía con los masajes, y me maldije en mi fuero interno por ser tan condenadamente estúpido.

-¿Cómo se hizo esto? - Preguntó la enfermera a Eiji-chan. Juro que quise morir. Miré culpable a Eiji-chan y luego bajé la vista al suelo. Me sentía tan avergonzado...

Llegamos a la enfermería en silencio y no pude hacer más que taladrarme la cabeza por notar lo sielncioso que iba Wata-chan, como ido. De seguro se sentía culpable...Ay Dios, mi terco nunca cambiaría. Suspiré y negué con la cabeza justo cuando la enferemera me pedía que me sentara en la camilla.
Al hacerlo noté como wata-chan se quedaba alejado, recostado en una pared. Entristecí un poco la mirada, en verdad que no me gustaba verlo así, yo quería a mi Wata-chan de vuelta.

Entonces tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para no gritar. Cuando la enfermera comenzó a apretar y masajear mis nudillos sentí como si me clavaran miles de agujas al tiempo. Me mordí lso labios, bien, bien debía resistir. Entonces preguntó cómo me había lastimado y yo miré de nuevo a Wata-chan. Esta vez lo vi tan mal que me odié por ser tan impulsivo e idiota. No hacía más que causarle problemas.

- Una roca me cayó encima, Nya- contesté rápidamente. Me miró extrañada, lista para preguntar como, y le indique con la mirada que no lo hiciera. Ella se mantuvo al márgen. Después se dirigió a un botiquin y sacó todo lo necesario. Primero sacó un envase de agua oxigenada. Todo iba bien hasta que posó al algodón sobre la herida, no pude evitar cerrar un ojo y hacer un sonido de desagrado cuando sentía que me ardía. Me tapé la boca y miré de nuevo a Wata-chan, oh demonios....lo había empeorado todo.

- Acompáñame...- pidió. Obedecí pero vi que Wata-chan no se movió, salimos del cuarto y regresamos tiempo después de que me habían tomado la radiografía.- Está rota...- comentó con normalidad.- No me sorprende.- Entonces me sentó de nuevo en la camilla y continuó con el proceso de curación. Terminó de vendarme y sonrió.

- Ten más cuidado la próxima vez que juegues por ahí ¿bien? - dijo despeinándome y organizó de nuevo todo. Miró el reloj en la pared y suspiró feliz.- Bueno, sin más que hacer los dejo. Es la hora del almuerzo...- dijo aparentemente feliz. - Ten cuidado, no debes mojar mucho el yeso y....diría que te veo en cuatro semanas- sonrió y se alejó de allí, cerrando la puerta con delicadeza.


Cuando estuvimos completamente solos miré de nuevo a Wata-chan, ¿cuántas veces lo había hecho ya? Extendí mis brazos y por pura inercia, como si fuera un robot se acercó a mí. Seguía perdido en sus pensamientos. Hice un puchero y le abracé fuertemente, escondiendo mi rostro en su cuello.

Me mordí los labios ante su respuesta. "Eiji-chan..." Pensé mientras hacía a un lado la cabeza, cruzándome de brazos y deseando morirme ahí mismo. La enfermera fue hacia el botiquín y trajo todo lo que necesitaba para curarlo. Seguí atentamente sus movimientos, y sobre todo los gestos de Eiji-chan. Apreté los puños cuando sacó el agua hoxigenada, sabiendo de antemano que eso le dolería. Y cuando él se quejó, me odié mil veces más. No se suponía que tendría que pasar esto, se suponía que Eiji-chan debía ser feliz, se suponía que todo estaría bien... "Soy un idiota".

Salieron por un momento para tomar la radiografía, pero yo no me moví. No quería ir y ver cómo estaba de dañado; sabía que no lo soportaría entonces. Los minutos que no estuvieron allí me parecieron eternos, hasta que al fin llegaron. Está rota. Al escuchar eso, aunque era completamente evidente, el oírlo y que fuera confirmado me bastó para sentir que el corazón se me rompía en mil pedazos. Eiji-chan tenía su mano rota, y era mi culpa. Me sentía tan miserable y estúpido que ni si quiera pude seguir escuchando lo que decía le enfermera. Simplemente me mantuve quieto, allí, con la espalda apoyada en la pared y sintiéndome el peor imbécil del mundo.

No reaccioné hasta que la enfermera salió, diciendo que vería a Eiji-chan en más o menos un mes. Lo miré y vi que extendía su brazos hacia mí. Me despegué lentamente de la pared y caminé hacia él con pasos mecánicos, ido, hasta que llegue a su lado y él me abrazó con fuerza, hundiendo su rostro en mi cuello. Su aroma llegó hasta mi nariz y mis brazos se cerraron alrededor de su cintura, mientras cerraba mis ojos y lo atraía con fuerza hacia mí, mordiéndome el labio.

-Lo siento tanto... - Susurré muy bajo, abrumado. Él trató de replicarme pero yo lo abracé con más fuerza, callándolo. - No, en serio, yo... lo siento, lo siento mucho, lo siento... - Repetí varias veces, completamente culpable.

Y entonces comenzó a disculpare. Lo sabía, lo sabía. Yo solo suspiré y deposité un tierno besito en su cuello.

- Sé que...- me interrumpió y yo negué. Entonces posé mi dedo índice- de la mano derecha- sobre sus labios, callándolo un momento.- Lo sé, lo sé, lo sé...- repetí varias veces.- Sé que lo sientes, aunque no debes disculparte. no fuiste tú quien me hizo esto. Así que no le des más vueltas. Tú hiciste lo mismo una vez- señalé sacándole la lengua divertido. - Recuerda que prometiste que sonreirías para mí.....quiero que lo hagas, siempre, siempre...- pedí de manera infanitl.
Entonces tomé su brazo y llevé su mano hasta mis labios. Besé sus dedos, y desde allí coemncé a subir por toda la extensión con más y más besos.

- Yo...no...tengo...nada...que..perdonar..- comenté- lo hice...desde...que te...conocí..- seguí subiendo con besos. Pasé por su hombro, subí por su cuello, rodeé su rostro y lo llené de besos por completo, y bajé hasta sus labios por la nariz, más no me atreví a posarlos en ellos aún.- Te amo...te amo...te amo...¿qué debo hacer...para que...lo entiendas?...- pregunté cerrando los ojos. Y entonces ahora sí lo besé.

Lentamente, con cuidado. Queriendo transmitirle todo...¿por qué tenía que estar así? Era yo quien debía pedir perdón por ser un miserable desconsiderado. Cuando nos separamos di cortos y repetidos besos sobre sus labios. Una, dos, tres, cuatro y mil veces más.
Sonreí y me separé.

- Un caminito de besos, Nya

No pude seguir disculpándome, pues él me hizo callar posando sus dedos sobre mis labios. Lo miré atentamente a los ojos mientras decía todo eso. Entrecerré los ojos, y es que no podía evitar sentirme culpable... Suspiré cuando dijo que yo también lo había hecho y casi por incercia moví mi mano aún enyesada, recordando aquel momento en que había descubierto cuánto amaba a Eiji-chan.

Sonreí un poco cuando dijo que siempre lo hiciera, estirando mi mano derecha hasta su mejilla para acariciarla. Entonces él tomó mi brazo y llevó mi mano hacia sus labios, comenzando a dejar un camino de besos por todo mi brazo, haciéndome sonrojar un poco ante ese gesto tan tierno y romántico. Llegó hasta mi hombro, y cuando besó mi cuello cerré los ojos, soltando un suspiro por la placentera y a la vez relajante sensación. Subió a mi rostro y me llenó de besos, y yo sonreí mientras cerraba los ojos, riendo un poco. Me dijo que me amaba, muchas veces, haciéndome sentir una alegría exagerada en mi interior. Es que no podía evitarlo, en ese momento lo que más necesitaba era que me lo dijera. Me preguntó algo, pero cuando iba a responder cerró los ojos y me besó. Me sorprendí al ver que él había tenido la iniciativa, y lentamente fui cerrado los ojos, hasta que lo hice por completo y lo atraje hacia mí por la cintura, prfundizando el beso y sintiendo la suavidad de sus labios, la calidez de su cuerpo, mientras él enredaba sus brazos alrededor de mi cuello. Fue un beso largo y lento, que disfruté con toda mi alma. Nos separamos luego de un momento y lo miré a los ojos. Esos hermosos ojos azules.

Sonreí por lo que dijo y lo abracé con delicadeza, hundiendo mi rostro en su cuello y aspirando su exquisito aroma.

-Gracias... te amo tanto, Eiji-chan... - Susurré contra su piel, en un suspiro algo cansado.

Escondió su rostro en mi cuello, siempre lo hacía. Y me reconfortaba, me sentía extraño cuando no lo hacía, era ya una necesidad. Llevé mi mano a sus cabellos y los acaricié con delicadeza.

- Gracias por hacerlo...- susurré sobre su cabeza, dándole un pequeño beso. Levanté su rostro y sonreí.- ¿Ya te sientes mejor, Wata-chan? - pregunté ahora preocupado, no me gustaba para nada el verlo así. Suspiré y moví mi cuello en círculos.
Me dejé caer sobre la camilla, llevé mi vista hacia el techo. Blanco. Me concentré en la lámpara y después de un tiempo bajé la vista a Wata-chan. Me miraba. Me sonrojé un poco y extendí los brazos, recostándolo con delicadeza sobre mi pecho.

- Oye, oye...no te me pongas así. Ahora tengo un recuerdo- bromeé. No entendió y yo suspiré. - Cada vez que vea mi mano enyesada recordaré que preferiste quedarte conmigo...y no con...bueno, no con alguien más...- murmuré desviando el rostro. - Porque....te quedarás conmigo....¿verdad?- inquirí con miedo, llevando mi vista de nuevo a sus ojos.

Me quedé así con él por un rato más. Me gustaba sentirlo cerca, me gustaba mucho estar así con él. Sentí sus suaves caricias en mi cabello, y sonreí. Elevó mi rostro y me sonrió con otra de sus hermosas sonrisas. Me preguntó si ya estaba mejor, y asentí levemente, con una pequeña sonrisa en los labios. Lo oí suspirar y luego se recostó en la camilla, mirando ausentemente hacia el techo. No sé cuánto tiempo pasó, pero lo observé atentamente a cada segundo. Pensando en tantas cosas a la vez... Me pregunté si sería bueno hablar desde ya sobre Shizuka, o... o dejarlo para después, o... quizá lo mejor sería olvidarlo, o.. Lancé un suspiro frustrado. Esto era tan difícil.

Noté que me miraba y di un pequeño brinco, sorprendiéndome por estar tan alterable. Extendió sus brazos nuevamente y me recostó con suavidad sobre su pecho. Solté un suspiro y me acurruqué en él, cerrando mis ojos. Dijo que no me pusiera mal, porque ahora tenía un recuerdo. Fruncí el seño.

-¿Ah? - Pregunté confundido. Él suspiró otra vez y me explicó. Me congelé. ¿Seguía pensando en eso? Me miró a los ojos y en ellos pude ver toda la angustia que sentía. Me mordí el labio y me incorporé, quedando medio sentado a su lado en la camilla, para luego suspirar y comenzar a acariciar sus cabellos con aire pausado. - Creo que ya es momento de decírtelo, amor... - Me miró asustado y me apresuré a aclararme. - ¡Alto, alto! - Suspiré. - Mira, lo único que te pido, es que no dudes en ningún momento que te amo con toda mi alma, ¿sí? - Susurré acercándome a su rostro y dándole un pequeño beso en la mejilla.

Se acomodó y me carició los cabellos. Dijo que no dudara que lo amaba, pero que debía decirlo. Yo no dudaba que me amaba pero eso no significaba que no podía dejarme.
Me llevé la mano a los labios, asintiendo. No sé por qué, pero sentía que las lágrimas querían salir.

- Hoi Hoi...- susurré y escuché atentamente todas y cada una de las palabras, y no sé por qué simplemente me eché a llorar. Me giré, cubriendo mi rostro. No, no quería que me viera así, no quería.- Lo lamento...- repetí- continúa - pedí después de un momento, escondiendo el rostro en la almohada.- No te preocupes, sólo sigue, sigue. - comenté. El continuó. No sé si se sentiría obligado, tampoco quería eso.

Suspiré después de un tiempo, mientras seguía escuchando lo que tenía para decirme.

Asintió y yo tomé aire. Cerré los ojos. Esto iba a ser difícil... Exhalé y comencé a hablar.

-Verás, yo... ¿Recuerdas que cuando nos conocimos te hablé de... de Doumeki? - Desvié la vista. No podía verlo a los ojos y decirle esto... - Pu-Pues, verás... es que... él y yo fuimos... muy cercanos, ¿sabes?... Yo siempre me metía en problemas, con los espíritus, con los chicos de la escuela que me molestaban, y muchas cosas más, pero él siempre staba ahí para ayudarme. - Suspiré. - Al principio creía que lo odiaba, pues sentía que era un arrogante, pero... con el tiempo llegué a pensar que lo amaba... - Apreté los puños y tragué con fuerza. - Estaba tan idiotizado que fui un ciego para no ver lo que sucedía... - Suspiré y me pasé la mano por los cabellos. - Teníamos muchos planes y... bueno, el día anterior a venir aquí descubrí que... - Se me hizo un nudo en la garganta. Aún me dolía ese recuerdo. - Que me estaba e-engañando con... con Himawari-chan... mi mejor amiga. - Suspiré. - Lo primero que hice fue hacer mis maletas y venir aquí. Ni si quiera lo pensé, sólo huí... - Pasaron unos segundos y entonces lo miré. Estaba llorando. Amplié los ojos y cuando traté de acercarme a él se giró, escondiendo su rostro en la almohada. Me dijo que siguiera, y yo me mordí el labio, insseguro. - Pero... - Insistió, y luego de unos momentos no tuve más opción que acceder. Lo miré con dolor y luego bajé mi vista al suelo, apoyando mis antrebazos en mis piernas. -...entonces llegué aquí. Entré a mi habitación, sintiéndome horrible, desalentado y sin ánimos de nada... - Luego de unos segundos me giré hacia él y sonreí un poco, tomándolo por los hombros, y obligándolo a mirarme. Le sonreí y sequé sus lágrimas con cuidado. - Y entonces... apareciste tú. - Susurré, acariciando su mejilla. Vi cómo ampliaba sus ojos y sonreí más. - Jamás pensé que podría ser feliz otra vez, ¿sabes?... hasta que apareciste tú. - Dije mientras lo abrazaba con fuerza. - Eres lo mejor que me ha pasado, Eiji-chan... - Susurré sinceramente, estrechándolo contra mí. - Sin tí no sé qué haría, yo... Tú le das sentido a mi vida. - Me separé de él y, mirándolo a los ojos intensamente, murmuré: - Te amo...

Sentí que me tomaban por los hombros, de manera que giré mi rostro a verlo. Secó mis lagrimas y acarició mi mejilla. Para ese momento ya me había girado y me había sentado en la camilla. Entonces comenzó a decir un montón de cosas, yo solo amplié los ojos, y me quedé estático, mirándolo atónito. Y luego me abrazó. Yo sólo pude dejarme apretar contra su cuerpo, sin responder.
Me miró a los ojos y me dijo que me amaba. Yo solo volví a llorar. Escondí mi rostro en su pecho y apreté fuertemente su camisa con mi mano sana, mientras la otra reposaba en mis piernas.

- ¡Idiotas! - grité - Todos ellos son unos idiotas...cualquiera que intente ofenderte es un idiota....- hice una pausa.- y cualquier que te haga algo malo como ellos no me parece gente agradable - murmuré haciendo un puchero, sin dejar de llorar. Si antes no me agradaba "él" Ahora lo detestaba...y ella, bueno, me reservé los comentarios. Entonces levanté la vista.- Pero Wata-chan yo nunca te cambiaría por nada ni por nadie....¿Lo sabes verdad? - murmuré apretando más su camisa- Yo nunca te dejaría...- escondí de nuevo mi rostro en su pecho y seguí llorando.- Por favor...no me dejes tú a mí...- pedí.

Aún podía sentir sus manos rodeándome. Me gustaba ese contacto. De nuevo me sentía seguro, sentí como si él no fuera a dejarme caer más.

Sonreí tiernamente por sus palabras, mientras lo abrazaba con fuerza y acariciaba su espalda, dejando que se desahogara. Entonces me miró y me dijo que nunca me dejaría ni me cambiaría por nadie. Amplié un poco los ojos y mi corazón dejó de latir. Esas palabras me habían llegado. Volvió a esconder su rostro en mi pecho y siguió llorando. Yo aún estaba medio aturdido. Entonces me dijo que no lo dejara yo a él. Pestañeé un par de veces, y luego sonreí. Lo estreché con fuerza y besé su frente tiernamente.

-Mi amor... ¿cómo podría dejarte? Ya te dije que no puedo estar sin tí... - Suspiré y besé su mejilla tiernamente. - Eres mi vida... - Susurré para luego besar suavemente sus labios.

Besó mi frente, luego mi mejilla, y por último mis labios. Me sorprendí y amplié los ojos, más correspondí al instante. Sentía como sus labios acariciaban los míos con ternura y me sonrojé.
Cuando nos separamos lo miré fijamente.

- Gracias....- susurré.- Gracias, gracias, gracias...- repetí, y me recosté en él, abrazándole fuertemente. Cerré mis ojos, y respiré hondo, secando mis lágrimas. Me quedé allí, recostado en él, aspirando su aroma. Sintiendo su cercanía, su cuerpo, su calidez.
- Te amo....- murmuré.- Sé que ya lo sabes- dije divertido.- Pero te amo...

Levanté la vista a él, y sonreí. Me corrí un poco hacía atrás y recosté mi cabeza en sus piernas.

- Nya....¿Puedo dormir un rato, Wata-chan?- no quería incomodarlo, así que preferí preguntarle.

Cuando nos separamos le sonreí y acomodé algunos de sus rojos cabellos tras su oreja. Me susurró muchas veces "gracias", para luego recostarse sobe mí. Sonreí más amplio y acaricié su cabello mientras lo envolvía en un tierno abrazo. Me dijo que me amaba, de nuevo, y yo sólo pude cerrar los ojos y suspirar infinitamente feliz. Me miró y me sonrió, y luego recostó su cabeza en mis piernas. Me preguntó si podía dormir y asentí.

-Claro, amor... duerme tranquilo... - Susurré con una pequeña sonrisa mientras acariciaba lentamente su hermoso cabello. Nos miramos fijamente a los ojos por largo rato, hasta que los suyos comenzaron a cerrarse lentamente, y finalmente se quedó dormido. Mis ojos se tornaron nostálgicos al ver su rostro tan apacible mientras dormía, como si no hubiera pasado nada malo, como si todo estuviera bien... Sacudí la cabeza. Bueno, ahora todo estaba bien... ¿no? "Diablos Kimihiro, todo está bien. Deja de ser tan negativo, maldita sea." Me reclamé mentalmente. Suspiré y cerré mis ojos, para luego seguir acariciando sus cabellos, con aire ausente. Sabía que tenía que cambiar toda esa negatividad mía, y que debía confiar más en que todo estaría bien, pero... Diablos, y ahí estaba el maldito pero. ¿A qué demonios le tenía miedo? Suspiré. Estaba tan acostumbrado a temer que de pronto en mi mente no existía la posibilidad de ir allí por la vida como si fuera un cuento de hadas. Miré a Eiji-chan. Pero si él estaba conmigo... Sonreí. "Entonces creo que puede ser posible". Pensé, y luego me incliné para besar su frente. - Ahh, realmente eres un ángel... - Murmuré mientras me erguía, acariciando su mejilla tiernamente.

Soñé con chocolate. Había un enorme pote de helado de chocolate y Wata-chan me lo estaba dando *-*
Fue un lindo sueño. Abrí los ojos lentamente y lo primero que vi fue a Wata-chan. Sonreí y levanté mi mano, acariciando su mejilla.

- Chocolate...- susurré sonriente. Él me miró sin entender y yo solo solté una pequeña risita.- Wata-chan eres como el chocolate, pero más rico...- dije de manera inocente. Sonreí cerrando los ojos.- Luego comemos chocolate, Nya...- agregué y suspiré, mientras miraba el reloj de pared.

No sé cuánto tiempo llevábamos allí, pero la enfermera no había vuelto. Me encogí de hombros y regresé mi vista a Wata-chan. Fruncí los labios.

- Oye Wata-chan, nunca te he preguntado...qué te da miedo.- Inquirí, viéndole fijamente. Lo cierto es que el silencio ya comenzaba a crisparme los nervios. Odiaba el silencio.

No sé cuánto tiempo pasó en el que lo estuve mirando, perdido en mis pensamientos, enreflexiones estúpidas, en millones de cosas que sinceramente no tenían coherencia, sólo para evitar pensar en lo que cada día me taladraba el cerebro. Entonces noté cuando comenzaba a despertar. Sacudí la cabeza e intenté no prestarle más atención a lo que ya desgraciadamente estaba comenzando a aparecer en mi mente, y entonces sentí que acariciaba mi mejilla. Chocolate, murmuró. Yo lo miré ladeando el rostro, confundido. Entonces el rió y dijo algo que me hizo enrojecer hasta las cejas. "Ay, Eiji-chan..." Pensé completamente sonrojado.

Otro momento de silencio se prolongó. Miré acia el reloj y me di cuenta de que eran ya las ters de la tarde. Levanté las cejas; ¿tan tarde era? Entonces escuché que Eiji-chan me peguntaba algo.

-¿Mande? - Dije, pues no le había prestado atención. Entonces lo volvió a decir, y me quedé congelado. ¿Qué era lo que me daba miedo?... "La soledad". Dijo enseguida esa molesta voz en mi cabeza. Parpadeé un par de veces y luego sacudí la cabeza. - Las alturas. - Dije. Media verdad, media mentira. - Un día laS Señorita Yuuko me obligó a... - Fruncí el seño y entrecerré los ojos en una mueca de fastidio. - Escalar un edificio de no sé cuántos metros para entregarle una maldita cosa que ya ni recuerdo qué era a una clienta... - Aptreté los puños y una venita me apareció en la frente. - Esa bruja... - Murmuré mientras un instinto asesino me recorría por las venas.

Las alturas. Reí al ver su reacción y me levanté. Besé sus labios cortamente y se detuvo. Sonreí y me volví a recostar en sus piernas.

- Yo...pues le tengo miedo a las cucarachas - dije haciendo una mueca de asco y terror. Luego lo miré a los ojos.- Y a que tú me dejes, no me gusta estar solo, y menos estar sin ti.- Murmuré con mi cara roja. Desvié la mirada y me levanté, rascándome la nuca.- Mengo Mengo, solo digo tonterías¿ verdad? .- y entonces comencé a reír tontamente, tratando de no mirarlo o me pondría más rojo.

Entonces bajé los brazos y le miré.

- Bueno, no son tonterías....es la verdad.- Suspiré frustrado y me levanté de la camilla, dirigiéndome a la ventana y abriéndola, recostando mis brazos en el alféizar y mirando a través de ella. Pensé en que Wata-chan me prometió llevarme al zoo. Sonreí y cerré los ojos.

- Pero mientras esté contigo y no sueltes mi mano, ambos miedos desaparecen...- dije al instante. Por pura inercia. Me tapé la boca con las manos y mi cara se tornó más roja que mi cabello. Agradecí que en esos momentos, no podía verla.

Escuché su risa, y luego sentí cómo me besaba. Me detuve al instante en mis reclamos y le miré embobado. Me gustaba cuando me besaba... porque sus besos eran muy tiernos. Me sonrió y volvió a recostarse en mis piernas. Suspiré y apoyé una mano en la camilla tras mi espalda para hacer equilibrio, y con la otra seguí acariciando su cabello. Entonces dijo que le temía a las cucarachas, e hizo una adorable mueca con su rostro. Reí bajo, mirándolo lleno de ternura. Y entonces dijo que también le daba miedo estar sólo..., sin mí. Amplié los ojos y por milésima vez en el día me congelé. ¿A él también le daba miedo? Lo escuché suspirar y luego levantarse de la camilla. Lo seguí con la vista, mirándole ensimismado, y seguí cada uno de sus movimientos, hasta que recostó ambos brazos en el alféizar. Sonreí cuando dijo lo que dijo, y mi sonrisa de volvió tierna al ver que se cubría la bcoa con las manos. Eiji-chan era tan lindo...

Me levanté de la camilla lentamente, y caminé hacia él con aire pausado. Lo abracé por detrás, rodeando su cintura con mis manos, y cerré los ojos, mientras le daba cortos besos en el cuello, sonriendo.

-No tienes por qué temer... yo te protegeré de las cucarachas... - Susurré divertido. - Y jamás te dejaré, porque si no estoy contigo me muero... - Agregué. Subí una de mis manos hasta su torso y lo acaricié lentamente, con delicadeza. - Te amo, mi vida... - Susurré tiernamente, besando esta vez su mejilla.

Entonces sus brazos me rodearon. Me sorprendí y sonreí cuando murmuró lo de las cucarachas. Wata-chan era muy valiente. Era mi caballero.
Me sentí demasiado cursi, pero no podía evitarlo, era su culpa.
Entonces dijo muchas palabras lindas que me hicieron sonrojar otra vez, y más aún al sentir su mano en mi torso. Aún de espalda, recosté me cabeza en su pecho y sentí cómo besaba mi mejilla.

Cerré los ojos la sentir la agradable brisa entrar y posé mis manos sobre los brazos que me rodeaban desde atrás. Los acaricié, aún con ojos cerrados.

- Roba líneas....- dije divertido, alzando el rostro para mirarle. Le guiñé un ojo, y alcé mis brazos. Medio pude rodear su cuello, uno porque era muy alto, y dos porque estaba de espaldas a él, pero aún así hice que agachara el rostro lo suficiente para poder besarlo. - Nunca había besado al revés...- dije riendo, aún con su cabeza en mis manos, para volver a besarlo, enredando mis dedos en su cabello. Al separarnos rocé su nariz con la mía en una caricia.- Te amo, pero ahora...quiero muchos besos...¿está bien?- pedí divertido, mientras volvía a besarlo.

Reí por su comentario y por lo de los besos al revés. Entonces me dio que me amaba, pero que ahora quería besarme... "Ningún problema, también yo". Pensé divertido. Pero esta vez le di media vuelta por los hombros y me incliné un poco para alcanzar sus labios, atrayéndolo hacia mí por la cintura con un brazo, y con mi mano desocupada tomando su barbilla, acariciando sus labios en un beso intenso que deseaba con toda mi alma.

Cuando nos separamos, jadeé y lo miré a los ojos, divertido, pues se había sornojado como tomate.

-Lo siento, pero necesitaba eso... - Murmuré esta vez besando su cuello, acorralándolo contra la pared de la ventana.

Me giró, y me besó. Pude sentir su lengua entrar en mí, sorprendido, me abracé a él y correspondí el beso, aún algo aturdido. Me separé, jadeando y lo miré a los ojos, más rojo que mi cabello.
Dijo que lo necesitaba y comenzó a besar mi cuello.
Cerré los ojos, sentí como si no lo hubiera hecho con tanta pasión hacía siglos. Sentí la pared tras de mí, y abrí uno de mis ojos, sintiendo aún sus labios en mi piel.

Suspiré y llevé mis manos a su nuca, pegándolo más a mí. Aproveché cuando me miró y lo besé de nuevo. Sonreí cuando nos separamos y me miró extrañado.

- Te dije que quería muchos besos, Nya...- le guiñé un ojo y le saqué la lengua, de manera juguetona.

Lo miré y entonces el volvió a besarme. Me sorprendí, pero no tardé nada en cerrar los ojos y corresponder. Aún así, cuando nos separamos, lo miré confundido. Él sólo sonrió y me repitió que quería muchos besos, haciéndome un gesto coqueto. Sonreí de medio lado, divertido, y acerqué mi mano derecha a su mejilla, mientras que con la otra me apoyaba en el marco de la ventana, viéndole seductoramente a los ojos.

-Créeme que es un placer para mí concederte ese deseo... - Murmuré divertido. - Pero luego no me hago responsable de las consecuencias. - Agregué, levantando ambas cejas en un gesto coqueto. El rió y yo también, pero aproveché su distracción para acercarme a él y robarle otro beso. Uno muy candente, je. ¿Qué? Lo necesitaba, y además Eiji-chan lo había pedido... no era mi culpa x3.

Lo miré fijamente a los ojos, acarició mi mejilla y levantó las cejas. Se veía bien cuando hacía ese tipo de gestos. Luego, no pude evitar reír por su comentario. Y cuando iba a decir algo, me besó.
Me sorprendí. Ese beso era tan....Dios, decir que me robaba el aliento era poco. Aunque ahora que lo pensaba, los besos siempre robaban el aliento, bueno, bueno, ese no era el punto. El punto era que me estaba besando. Sí, beso, beso, concéntrate Eiji.

Rodeé su cuello y cerré los ojos, abriendo la boca cuando sentía que acariciaba mis labios con su lengua. Entró de nuevo. Era un maldito pervertido....y por culpa de él ahora yo me contagiaba! D:
Lo miré fijamente a los ojos cuando nos separamos, jadeba, tratando de respirar lo más que podía. Mi cara ardía y mis ojos brillaban.

- Wata-chan...- susurré entrecerrando los ojos. Sentí su mirada posarse en mí, de esa manera que me volvía loco, y al instante volví a acercarme a su rostro, volviendo a besarlo. - Hoy estás...... particularmente....adictivo....- murmuré entre el beso.

Sentí que rodeaba mi cuello con sus brazos, y sonreí entre el beso. Acaricié sus labios con mi lengua, y para mi sorpresa, Eiji-chan no tardó nada en darme pase... Reí interiormente. "O te estoy contagiando, o ya te acostumbraste a mis hentaiosidades". Pensé divertido.

Nos separamos cuando la falta de aire se hizo presente, y nos miramos ambos a los ojos. Jadeábamos, ambos, intentando recuperar el aliento. Sus mejillas estaban tan sonrojadas, y le daban una apariencia simplemente adorable. Entrecerró los ojos y dijo mi nombre. Sonreí de medio lado, mirándole seductoramente, y casi al instante se acercó a mí nuevamente, besándome con uno de esos besos tan tiernos y especiales... Tan de Eiji-chan. Reí por su comentario y me separé un momento de él, relamiéndome los labios. Lo miré a los ojos con ese brillo especial en los míos, mientras lo acercaba mucho a mí pasando un brazo por su estrecha cintura, divertido.

-Y tú, como siempre, estás completamente divino... - Susurré con una pequeña sonrisa, mirándole embobado. Se sonrojó, y mi sonrisa se amplió. Pero entonces pestañeé, y mi mirada se tornó algo tímida. Abrí la boca para decir algo, pero nada salió. Suspiré frustrado y me incliné para abrazarlo con fuerza -¿Cuántas veces lo había hecho ya?-, sorprendiéndolo un poco. Me iba a preguntar qué me pasaba, pero lo interrumpí. - No... no me dejes nunca, ¿sí? - Susurré cerrando mis ojos y acariciando su cabello. Suspiré. - Prométeme que siempre estaremos juntos, que todo irá bien, que nos casaremos después de la escuela, y compraremos una hermosa casa, y todos los días cuando despertemos juntos me dirás "buenos días, nya". - Dije divertido. - Y que incluso cuando estemos viejitos y yo me ponga todo canoso y feo me seguirás queriendo… - Reí. - ¿Me lo prometes? ¿Me prometes estar siempre conmigo? – Murmuré con los ojos cerrados y una pequeña sonrisa, rodeándolo con mis brazos.

Sus ojos se clavaron en mí y su brazo se apoderó de mi cintura. Dijo algo que me hizo sonrojar, entonces desvieé la vista. Pero luego dijo algo que ni al caso, entonces volteé a mirarlo preocupado. Iba a preguntarle qué sucedía y me interrumpió. Me abrazó con fuerza y siguió hablando.
Acarició mi cabello mientras cerraba los ojos y seguía hablando. Al final sentí como si el agarre aumentara.

Mi cara, en efecto seguía roja, pero ahora sonreía tiernamente por todas esa palabras tan lindas que había dicho. Divagué mentalmente, y debí de estar botando corazones por todos lados, porque me miró medio divertido. Entonces giré mi cabeza a todos lados, despejándome un momento para poder responder.

- Hoi Hoi, nunca te dejaré Wata-chan...Ya te lo dije ¿no? Eres todo lo que necesito, no puedo estar sin ti...- le miré aún con el sonrojo y desvieé la vista para seguir hablando.- Y Kikumaru Eiji le promete a Watanuki Kimihiro que todo irá bien, porque él lo dice. - Dije refiriéndome a mí mientras hablaba en tercera persona *-* - ¡Hoi Hoi! Nos casaremos....¡¡Nos casaremos!!- grité emocionado colgándome de su cuello- Siempre he querido casarme contigo después de la escuela y comprarnos una hermosa casa y saludarte con un "buenos días, Nya" Cada vez que nos levantemos juntos - Dije botando brillos por todos lados.

Me separé y junté mis manos para llevarlas a mi mejilla, mientras seguía divagando.

- Y viviremos felices, y tendremos un gato y un jardín enorme, y una piscina y canchas de tenis, porque no pueden faltar. Y un televisor plasma y nos sentaremos allí a ver caricaturas y tendremos una chimenea para cuando sea invierno y jugaremos a la guerra de bolas de nieve, y haremos hombres de nieve y comeremos helado todos los fines de semana, y...- seguí relatando todos y cada uno de mis planes. Luego me giré a él, cruzándome de brazos.- En primera ni viejo y canoso serás feo, y en segunda ya te dije que te amaré toda la vida...Entonces, sí. Te prometo que estaré contigo toda la vida- sonreí y extendí mis brazos a él- Pero tú, ¿me querrás incluso cuando ya no pueda ni hablar?- pregunté mientras se acercaba a mí.

Me dijo que nunca me abandonaría, y no pude hacer más que sonreír completamente feliz. No, más que eso. Ni si quiera a la felicidad se parecía, era... era como muchas cosas juntas. Como correr, saltar, cantar, gritar, bailar y cocinar, todo al mismo tiempo *-*. Se colgó de mi cuello, emocionado, y yo sólo pude reír, mientras lo abrazaba con fuerza y giraba con él entre mis brazos. Cuando lo bajé, se separó de mí y comenzó a decir tantas cosas que me hicieron reír como nunca en mi vida. Eiji-chan tenía una imaginación enorme... aunque eso del plasma me gustó xD Claro, también tendría que haber una cocina... una muy grande *O* Y llena de implementos, y especias, e ingredientes, y.. y...

Me di cuenta de que comenzaba a divagar yo esta vez, así que me detuvo, avergonzado. Por Dios, que me estaba comportando como un niño. Y entonces sólo seguí mirando a Eiji-chan, completamente enternecido, cómo planeaba cosas para nuestro hogar, el futuro, y muchas cosas más. Entonces se detuvo y se giró hacia mí, cruzado de brazos, y me dijo que nunca sería feo. Sonreí apenado y bajpe la cabeza, rascándome la nuca. Entonces él extendió sus brazos hacia mí, y yo sonreí mientras me acercaba a él y lo rodeaba con mis brazos, en una abrazo cálido y suave. Oí su pregunta, y por su peusto que reí, escondiendo mi rostro en su cuello (como siempre).

-Ay amor, no creo que llegue el día en que te quedes sin palabras... - Reí y vi que él hizo un mohín, pero le robé un beso corto y luego puse cara de ángel. - Tampoco dije que fuera algo malo... - Ladeé la cabeza. - Además, me encanta verte y escucharte hablar... es sencillamente encantador. - Le sonreí y acaricié su mejilla. - La forma en que sonríes, la forma en que comienzas a divagar... - Reí. - Y sobretodo, esos ojitos bellos que pones cada vez que estás feliz... - Le di un pequeño beso en la nariz y luego revolví su cabello. - Por eso siempre quiero verte feliz... ¿sí?