eso que tengo que hacer es muy molesto cada vez mas....

Escucho atentamente su explicación sin interrumpirle. Suspiro aliviado, así que era eso... Abro sus rodillas lentamente y luego las bajo mostrando su rostro.- No tienes que avergonzarte. No me apena admitir que empiezo a necesitar hacerlo contigo, cada vez más, si hay una forma segura de hacerlo te aseguro que no será problemático. - sonrío algo perverso. - si esa es la solución, créeme que me sentirás... muy... lenta.. mente. - lamo la punta de su nariz, no puedo evitar ser travieso de vez en cuando.


Saku entra después de llamar a la puerta. Hace una reverencia y me pide hablar conmigo en privado. No me apetece dejar solo a Cael justo ahora, pero quien sabe cuando tendremos otro momento para hablar. - No me tardaré. - le digo a Cael con una pequeña caricia en su muslo antes de saltar de la cama saliendo de la habitación de hospital. - ¿dónde quieres hablar? - pregunto al hombretón, ha crecido o era así de alto el cabrón?

Asiento a su propuesta de ir a la cafetería, ya que era el único lugar que se me ocurría a mí también. Llegamos a la par y me señala un lugar en la mesa de forma cortés con la que yo estaba familiarizado. Realmente agradezco que no me aparte la silla y ese tipo de cosas, una cosa es que me trate con respeto y otra que me trate como si fuera su amo.


Las miradas y plabras que me dirige el mayordomo mientras me sirvo un café cortito son de rechazo absoluto. Suspiro mientras vacío un sobre de azúcar en mi taza. - Sakura... sé que no nos llevamos muy bien y que crees que un humano mindundi como yo no merece a tu Joven amo, cosa en la que estoy de acuerdo contigo, pero podrías ahorrarte las indirectas? Siento tus malos pensamientos como si fueran moscas alrededor. - digo girando un dedo en círculos imitando el vuelo de un insecto. - Nos toca tragarnos mutuamente, así que por el bien de Cael, aunque solo sea por eso, no me toques la moral. - le dirijo una mirada de advertencia mientras remuevo el café con la cucharilla.


Respiro profundamente. - Y bien? ¿qué me estabas diciendo? - digo ahora con una sonrisa pícara.

Pongo los ojos en blanco ante sus puyas. No me apetece pelear hoy, así que los ignoro lo mejor que sé, pero se la guardo.

Mientras habla me tomo el café, aunque me tengo que contener para no escupirlo más de una vez, lo que tengo que hacer me mata, la verdad. Debería de apuntar todo esto en un papel... miro las servilletas de reojo, dandome cuenta de que no tengo con que escribir. Tendré que confiar en mi memoria. Ni siquiera me divierte el tic que le da en el ojo cuando está hablando.

Cuando termina me pregunta si comprendí y yo me quedo mareando los posos del café con la cucharilla. No me había alterado mientras hablaba, pero mientras voy repitiendo la información en mi cabeza con mi propia jerga me siento malo... Por Dios... eso no es hacer el amor. Suspiro y dejo caer mi frente que se topa con el borde del tablero de la mesa. Sakura me llama otra vez y asiento. - Lo comprendo... supongo que hay más... - espero que no haya dejado lo peor para el final, porque me va a dar algo, no creo ser capaz de hacer nada de lo que me está diciendo, pero sé que no quiero que Cael salga herido y por eso... por mucho que me cueste lo haré.

Cruzo los brazos sobre la mesa y apoyo mi barbilla en estos mirando en su dirección. - Domo. - digo cogiendo el sobre entre mis dedos y sacando los papeles del interior con bastante información útil, estructurado como si fuera un informe. Los hojeo mientras le escucho. Le miro de bastante mala leche por su insinuación. No me importa que sepa que he sido un Pet, sino la posibilidad de que me haya investigado y hurgado en mi pasado. No tiene derecho a eso.


Los últimos pasos no son complicados, aunque sí muy extraños. ¿cuántas cosas les pueden afectar? Ya de por si los humanos somos complicados, pero los nekos nos dejan bien lejos a la hora de comparar.


Sus comentarios finales no me hieren, pero si que me hacen enfurecer y... dudar. ¿Puedo dedicarle todo mi ser a Cael? No puedo controlar los cambios de mi corazón, ni de mis pensamientos, es algo que no se le puede pedir a un humano, que no evolucione, que no varíe. Me empiezo a cuestionar si le quiero de la forma correcta, si no es un capricho pasajero. No lo conozco ni siquiera de un mes. Trago saliva ante la idea de hundirlo aún más en su miseria, de terminar de rematar ese corazón lleno de cicatrices. Mis dientes se aprietan unos contra otros con fuerza, buscando alguna forma de desahogar mi ira por vacilar por las palabras de este individuo. Su amenaza visual no me produce ningún sentimiento extraño, solo agranda la ira que ya de por sí estaba cobijada entre mis costillas.


Guardo los papeles en el sobre y le miro. - Pensaré en todo esto... - le dirijo una mirada decidida. - Sakura, no olvides que, aunque tú no lo aceptes y yo no quiera hacer uso de ello, soy tu superior. Puedo hacer que no vuelvas a ver a Cael, basta con que lo desee. Que no se te olvide que sigues estando a su servicio porque sé él cariño que te procesa y lo útil que eres. Si yo falto en su vida, te aseguro que sí será gran cosa, pero mientras esté yo, el resto de existencias a su alrededor no brillan lo suficiente.- me enciendo un cigarro y escupo un par de nubes, antes de apagar el cigarrillo en un cenicero, solo necesitaba una calada para relajarme.miro directamente a esos ojos felinos y chasqueo la lengua, mis ojos no tienen el aire salvaje que sus pupilas alargadas, pero mala hostia es un sentimiento bastante claro en ellos. - No sé como has sabido de mí, no es algo que me interese, ni siquiera me importa, no eres una amenaza para mí, pero si divulgas algo de mi pasado, por insignificante que sea... no tengo nada pensado, pero tendrá sus consecuencias. - cojo el sobre arrugándolo de lo fuerte que lo agarro. - sayonara, vete del hospital, ya me encargo yo de Cael. - digo mirándole una última vez antes de salir hacia la habitación de mi querido neko, sorprendiéndome las palabras que acabo de explotarle al mayordomo en la cara.

Tardo en entrar, porque si me ve así, con la frente y los puños crispados sabrá que me pasa algo. Respiro profundamente como los nadadores, siempre fui bueno en natación y las respiraciones que nos enseñaban para abrir al máximo los pulmones y poder recoger una cantidad mayor de oxígeno es algo que me ayuda a relajarme. Giro el picaporte antes de entrar. Sonrío nada más verle y de alguna forma las dudas se retiran a un rincón secreto para poder atacar más tarde cuando tengan un plan fiable. - Me tardé, lo siento. - doy con un pie una patada a la puerta, para llevarla hasta mi mano y cerrarla no muy fuerte. Me acerco a él y le tomo la mano. Iba a ser terriblemente difícil, pero cuando veo esa sonrisa acentuada por esas orejas en movimiento me siento el hombre más fuerte.

- No nos hemos peleado por el tema, nos hemos peleado porque me trata como si fuera mierda y es algo que nunca he consentido y nunca consentiré, por muchas veces que me haya vendido. Además, yo iba de buenas y no hace más que cuestionar lo nuestro. - suspiro, arropando esa pequeña y delicada mano entre las mías, sin preocuparme de las uñas con las que había desgarrado y atacado a seimey el otro día. - De verdad que intenté llevarme... cordialmente con él, pero.... lo siento.


Aunque fue Sakura quien metió zizaña, yo caí y acabé amenazándolo abiertamente, quizás no estuvo bien, pero me estaba tocando mucho la moral y los cojones. - Le dije que se fuera a casa. venga, vamos a vestirte. - digo haciéndole un gesto con la cabeza. Beso las puntas de esos dedos antes de soltarlos y coger unos vqueros y una camisa negra. La ropa interior ya la lleva bajo la bata, la cual desanudo y dejo caer sobre la camilla. Su cuerpo ya no está vendado, pero sí que tiene muchas gasas, pero ya no manchadas de sangre. Aunque sigue habiendo muchas gasas y muchas costras negras a punto de caerse para mi gusto...

Primero le pongo los pantalones, le ayudo a levantarse para ello y lo siento poniéndole la camisa desde atrás, intentando no ponerme cariñoso mientras le abotono la camisa que le sienta bastante bien. Luego van las deportivas. Saco el pelo que quedó atrapado bajo la tela de su camisa cuando se la puse. - ¿ Puedes andar bien? - aunque no me disgusta lelvarlo como a una princesa, sería raro.

- No creo que haga falta que hables con él, le dejé en su sitio, además le dolerá más si tú le riñes. - termino de atarle los cordones de las zapatillas y los cubro con la pata del pantalón. Me incorporo metiendo algunas de sus cosas en una mochila que me cuelgo de un hombro y en la otra mano llevo el parte del alta doblado cuatro veces. Le tiendo mi mano para que se sujete en esta y ver como se aguanta de pie. Anda, despacio, pero puede andar solo, aunque no intento retirar la mano este se niega a soltarla mientras salimos del hospital.

- Bueno... Grave, no tanto... - suspiro. - Va a ser bastante aburrido las primeras veces, pero estaremos bien.

El viento nos trae el olor del aparcamiento, que se cuela por los labios y tiene un regusto a rueda quemada. Vamos a una zona llena de taxis y nos subimos a uno. No tarda en meter la dirección en el GPS y dejarnos en la entrada de la escuela. Una vez más le conduzco dentro, a los cuartos de varones y llegamos a su habitación. Saco la llave de la mochila y una vez dentro le sonrío pícaro con un deje de maldad. Sin previo aviso paso un brazo por su espalda y otro por detrás de su rodillas cogiéndolo en brazos y dando una vuelta mientras sus piernas aletean, no acostumbradas a tener aire debajo. Rio con él mientras lo llevo a su cama y lo dejo tumbado. La mochila cae por mi brazo, mi mano frena su caída antes de dejarlo en el suelo. Me siento en una esquina de la cama y me inclino haciendo sonar nuestros labios. Poso una mano en su vientre. - estás más delgado. La comida del hospital es malísima. - saco la lengua en señal de asco. - ¿te apetece que pidamos una pizza y hagamos unas palomitas para ver una peli mientras nos empachamos? - digo con una sonrisa mientras mismanos se pierden en la suavidad de sus cabellos.

Rio por el deje de reproche en su voz ante la orden que le di a sakura. - Era la única manera de que le hicieras caso y te curarás. - alzo una ceja cuando mueve su mejilla hacia mi mano. - Tienes unos gestos demasiado adorables. - digo acariciando esa mejilla cálida.


- Veremos que tienen en la pizzería. Usaré tu ordenador para buscar el número, mientras elige una peli. Me levanto y mi peso deja de deformar el borde de la cama. Me siento ante su escritorio y uso la cuenta de invitado del ordenador para buscar el número de una pizzería cercana. Hago la llamada con mi móbil y pido un par de pizzas pequeñas de diferentes sabores, una de quesos y otra barbacoa, además de él helado. Pero parece que no hay de chocolate. Me dicen que tardarán 20 min. Se me ocurre una solución aceptable a lo del helado de chocolate. - Cael, voy a trastear un poco en la cocina, si? - digo estirando los músculos de mis brazos, mientras entro en la cocina.


Mientras oigo como abre y cierra cajas de DVDs, yo busco una tableta de chocolate negro y lo pongo a fundir mientras con un chorro de crema de leche, para que quede líquido y bastante brillante.


"Así parece que el chocolate quiere que le hinques el diente"

Sonrío al recordar esa boca sonriente, con un colmillo moviendose que no se decidía a dejarse llevar por ese Ratón buscador de dientes de leche. - Katniss... - por una vez sonrío al recordarla y no me entristezco de mi perdida. Miro hacia el salón mientras sigo removiendo el chocolate. Un teléfono me da un toque, debe de ser el pizzero para que salga a por el pedido, ya que solo los alumnos pueden entrar y salir a estas horas. Bajo el fuego del chocolate que está casi listo y salgo fuera diciéndole a Cael a donde voy.


Vuelvo unos minutos después y paso directamente a la cocina. Pongo el helado en unas copas y les hecho el chocolate por encima intentando que salga como en los restaurantes, pero no tengo mucho éxito en mi empresa. A modo de barquillo pongo unas galletas con sabor a naranja que encontré y pongo las humeantes pizzas en dos platos para llevarlas a salón. Entro con todo, sin dificultad,para algo soy camarero y lo pongo en la mesa donde Cael está eligiendo el idioma de la pelo. Me tumbo a su lado y paso un brazo por sus hombros atrayéndolo hacia mí. - qué peli vamos a ver?

- He oído hablar de ella, pero no la he visto. mi espalda se hunde en el cojín del sofá gracias al peso de ambos. Cojo un trozo de pizza y me lo como mientras un montón de monstruillos cantan una canción sobre su magnífica ciudad, Halloween. De vez en cuando mastico ruidosamente, porque se me pega el queso entre los dientes.


Tenerla tan cerca es una tentación muy grande, pero su cuerpo aún tiene que recuperarse bastante, porque no se me olvida lo que dijo Sakura, buscará mi satisfacción antes que su propio bien. En la semioscuridad distingo un calendario y los símbolos de las Lunas. Esta semana hay Luna llena, aunque no distingo bien que día, mientras que para la Luna Nueva faltan 3 semanas. Suspiro con algo de pesadez. - Sakura me dijo que con la Luna Llena te volverás bastante... peligroso. - rio ante la palabra. - No sabemos como vas a reaccionar esa noche, tus instintos se volverán un poco locos, mientras que en Luna Nueva se relajarán bastante. - digo contándole algo de lo que me dijo el mayordomo amargado. Aunque no quería contarle mucho más, porque diría que será una molestia para mí.


Ajusto el brazo un poco más para acercarlo y doy un beso a esas orejitas tan monas que tiene, mientras seguimos viendo la película tranquilamente.

Su reacción es tan encantadora que el corazón da un salto emocionado, por un segundo pensé que su mejilla apoyada cerca de él, notaría algo, quizás saldría disparada como en los dibujos.


Miramos la película con un argumento realmente original, pero del que pierdo el hilo constantemente al mirar al neko de reojo. Cuando se me declara se pone nervioso y ciertamente, muy mono. Cuando me fui del hospital le dije que le quería, ni siquiera lo pensé, solo dije por las circunstancias, por el dolor que le producía y que añadía al mío dejarle solo. No es algo que diga así como así, ni siquiera me veo capaz de repetirlo hasta quitarme las dudas de mis sentimientos por él. No es el tipo de hombre con él que pensé que estaría si decidía empezar una relación, pero así son las cosas así que está bien.


Mi voz no dice nada, pero mis labios toman posesión de los suyos, mi lengua se pega a los dientes ajenos antes de ser reclamada por la suya y liarse en un baile sin pasos fijos. Corto el beso antes de que ninguno de los dos dejemos de controlarnos. Sonrío un poco antes de apretar su hombro con mis dedos y seguir viendo la película con mariposas bailando por mi boca, allá donde su lengua se había tomado la molestia de pasar.

Asiento cuando se levanta, notando que algo le molesta sin saber lo que puede ser. Se levanta a por agua y asiento viendo desaparecer su colita persa por la puerta de la cocina. No se tarda mucho, pero a mí me lo parece y voy a ver si ocurre algo. Lo encuentro bastante intranquilo, su pose me lo dice todo. Aparezco acariciando su cabeza antes de sentarme en la encimera cerca suya con una pierna doblada sobre esta. - Me quieres contar que te ocurre? Sea lo que sea tendrá arreglo.


Le miro ladeando la cabeza con ojos penetrantes y una mirada seria poco frecuente en mí. Apenas llevamos unas horas juntos y ya parece deprimido, debo de ser el peor maestro del mundo pienso para mis adentros, aunque no me culpo de ello, yo siempre he sido el pet.

Sonrío pasando un brazo por su espalda. - Estaré contigo hoy y mañana y todos los días que pueda. No voy a dejarte solo porque sea Luna LLena, no sabemos como reaccionarás, pero no es malo ir viéndolo, solo no te provocaré de ninguna manera y estará bien. le miro a esos ojos gatunos. - además... qué es lo peor que puede pasar? - si no fuera un neko con instintos, mis piernas habrían rodeado su cuerpo para incitarle, pero las cosas están así. - Violarme? - rio suave. - No será tan malo, te lo aseguro. Si voy a estar contigo tengo que... aceptar todo de ti, lo bueno y lo malo, en Luna Llena o en Luna Nueva. Sé que por instinto, solo querrás que tenga lo bueno, pero los humanos no funcionamos así y tendemos a ser terriblemente cabezotas.


Tomo su barbilla entre mis dedos y alzándola un poco más. - Con o sin instinto sé que no me harás daño, porque solo deseas mi bien, tus dos partes, es lo que quieren. Así que... ni se te ocurra volver a decir que lo mejor es que mantengamos la distancia, ya hemos estado separados por tu bien y no ha sido fácil. No me pidas que lo vuelva a hacer, sí?- vuelvo a atraer su cabeza contra mi pecho.

Rio cuando me riñe por lo de la violación y por su reacción, en el momento en él que lo dije no me acordé de lo de seimey, y me arrepiento en el momento en el que caigo en ello. - Vale, vale. Cael, que ni se te pase por la cabeza pensar que lo que me harías tú sería semejante a lo que ese cabronazo intentó. - suspiro intranquilo pensando en el daño que casi le hacen y del daño que le hicieron, su cuerpo seguía marcado por ello. - Los diccionarios no se equivocan, pero también la palabra tienen una connotación que el diccionario no recoge y... no te creas que me disgustaría algo así. - digo con voz sugerente intentando que se olvide de seimey, y si no lo he conseguido por la vergüenza que le ha dado he debido de quedarme bastante cerca.


Hago un gesto de disgusto al recordar lo que me dijo el Mayordomo sobre como tenía que llevar a Cael. - Básicamente... no debería de... estimularte de ninguna forma para tener sexo y durante él para no descontrolarte. - dejo caer los hombros derrotado, realmente no sé como hacer eso. Llevo años provocando a la gente con mi cuerpo, nunca he tenido que hacer lo contrario.

Me rio por su confusión. - No importa y... amor... a mí me gusta todo y por todos los lugares. - digo riendo, ya que es verdad, me he tenido que adaptar a todo y sé recibir y dar igual de bien.

- Me da miedo que te dañes porque pienses que has hecho algo que me daño. Sé que no es posible, pero no quiero que sufras más. Y has tenido dolor para toda una vida, no soportaría hacerte llorar de otra forma que no sea de alegría. Miro a sus ojos que me miran fijamente y entonces, ese neko que tan pequeño e inocente me parecía, a pesar de que le he visto fuera de sí como su cuerpo reclamaba perder esa inocencia, ataca. Su beso adquiere sensualidad por el hecho de que se meta entre mis piernas, su lengua ya no es para nada tímida y su cuerpo con una fuerza escondida me echa hacia atrás, invitandome a que me tumbe y me deje hacer en esa estrecha encimera.

Cuando se separa está sonrojado y sigue consciente. Sus palabras me agradan y me aterran a la vez. - quiero hacer las cosas bien y las indicaciones... - no puedo terminar la frase por sus caricias. Su mano en mi sexo hace que me ponga duro. No lo puedo evitar, llevo casi una semana sin correrme ni una vez, por no contar con todas las veces que me he controlado ante él. Mi cara se pone roja por el dolor de mi sexo. Mis puños se aferran a sus ropas Muchos ruidos que le harían descontrolar se acumulan en mi garganta, justo debajo de mi nuez, pero picándome en el paladar. "se le permite al niño descontrolarse, pero no al maestro" eso fue lo que dijo el mayordomo, si me descontrolo yo, él lo hará conmigo. Me muerdo el labio intentando relajarme de alguna forma y coger fuerzas para hacerlo a un lado, cuando me tranquilizara me disculparía por apartarlo una vez más. pero sus palabras tan seguras y prometedoras de los placeres que mi cuerpo tanto gustaba, hacen que pierda otro poquito más de cordura. Mi respiración es agitada, como si fuera a tener un orgasmo ahí mismo. Debería de ser yo él que se mantuviera firme, pero mi excitación me impide pensar claramente. - Tu cuerpo no está bien todavía... - consigo decir a duras penas y avergonzándome de que con que un niño como él me haya tocado un poco haberme puesto ya duro y dispuesto.