eso que tengo que hacer es muy molesto cada vez mas....

Minutos antes...


Salgo de una clase y decido llamar a Cael para avisarle que me tardaré más de lo previsto, un profesor vendrá a última hora con retraso por no sé que asuntos personales. Mientras me alisto en un tablón para voluntarios en ayudar a instalar el equipo de arte escucho el continuo timbre de su teléfono. Supongo que estará en una clase y voy a colgar cuando el timbre se detiene y paso a oír su voz, aunque no me gusta nada de nada lo que escucho por el auricular. - Cael? OYE, QUÉ PASA? Cael!!! - empiezo a gritar. Dejo atrás el tablón y salgo corriendo en su busca. Miro en algunas clases sin resultado y sus gritos son más y más fuertes. Paso corriendo al lado de la alarmar anti-incendios y vuelvo atrás al ocurrírseme algo. Debe de estar en el instituto aún, no? Sin darme tiempo a pensar la opción de abrir la vitrina con el martillo, envuelvo mi puño con las mangas de mi chaqueta y le meto un puñetazo, rompiendo el cristal y haciendo sonar la alarma. Mis nudillos sangran levemente, pero no me importa. La gente empieza a salir de los pasillos de forma más o menos ordenada, no nos habrán dado veces instrucciones y prácticas de como actuar en estos casos. Me subo en un banco del pasillo para buscar esas inconfundibles orejas y el pelo plateado entre la multitud.


Nada.... no sale y yo no sé que hacer, solo sigo gritando su nombre al teléfono. El instituto se va vaciando y los bomberos vienen. Joder... Miro el pasillo y recuerdo que una de las instrucciones es dejar la puerta abierta al salir de cada sitio, para así saber que zonas han sido desalojadas ya. El instituto es grande, pero esto me facilita la búsqueda. Algún profesor me pide que salga por el camino, pero le hago el mismo caso que a las clases de filosofía. Solo corro buscando puertas cerradas y abriéndolas para saber sí está ahí o no. Primer piso nada, aunque en el segundo tengo más suerte, sí por suerte entiendo encontrar a mi amante al que están violando. Intento girar el manillar, realmente nervioso por los gritos del pequeño que se escuchan a través de la madera.CERRADO. Miro la puerta y sé que no podría derribarla, las bisagras están firmes y el mecanismo de cierre es bastante fuerte y si me disloco el hombro no le ayudo. Utilizo un truco que me enseñó mi padre. Me tiro al suelo y cogiendo impulso le arreo una patada al picaporte de la puerta destrozándolo y dejándolo roto y pendiendo de un hilo de plástico duro. Me pongo de rodillas mirando el interior del mecanismo y arrancando el resto de picaporte, él cual no sé manipular, pero es una puerta de instituto, no tiene mucho misterio. Meto dos de mis dedos y consigo correr el cierre con mis dedos, aunque me hago sangre al hacerlo, me estoy dejando la mano buena entre lo de la alarma y esto. Engancho la puerta con mis dedos y tiro hacia fuera para abrirla, ya que no había otra forma después de romper el picaporte. Gracias, papá! pienso, viendo que me resultó útil por una vez su entrenamiento exhaustivo de mayordomo. Paso de forma apresurada y con una respiración jadeante, como la de un deportista que ha superado su propia marca. Entre la habitación en semi tinieblas veo a un hombre, un neko también en una posición que no me gusta nada con mi novio. Ignoro a su hermana y paso. Supongo que por la sorpresa, ya que mi taekwondo esá algo desentrenado, consigo hacerle una aptada con enganche y alejarle de Cael. - Cael, estás bien? - no le miro apenas, solo miro al neko que derribé, la cosa aún no acabó. La sangre me hierve y hace que modere mi respiración y pueda concentrarme en analizar la situación. - Ni te le acerques... - por mucho ojos de gatos que tengan el resto de ocupantes del cuarto, mi mirada es la más amenazante y aguda por mucho felino que sean.

- Ese soy yo, pero ninguno de los que estamos en este cuarto le merecemos. Y sí, tengo más cojones que tú, porque alguien que trata así a un menor es que debe de ser eunuco o algo peor. - mi mirada se mantiene, pero mis labios se tornan en una sonrisa con sorna.

Con paso tranquilo arrebato a Cael de los brazos de su hermana. - Tápate. - digo sin perder de vista al neko. - Sal de aquí, hay bomberos fuera registrando el edificio, ve con ellos. - digo mientras me aproximo a la puerta protegiéndolo con mi cuerpo y haciendo que tenga una vía de escape. - Estaré bien, recuerda, soy cinturón marrón, pero eso fue porque me fui de la mansión antes de la prueba para el negro.



- Cael solo se pertenece a si mismo, pero a quien se ha entregado es a mí. Me ha dado su promesa y créeme que la acepto con todos sus pros y contras. - maldigo, ya que Cael no se puede mover y mi sangre hierve a temperaturas imposibles cuando se lame los dedos manchados con la esencia de mi neko. Eso me hace explotar. - Hijo de puta... - el taekwondo es un arte marcial para media y larga distancia, aprovecha la fuerza que se adquiere con la velocidad de los movimientos, sirve tanto para defenderse como para atacar. Si algo me enseñaron es a no subestimar a un enemigo, no sé si este neko sabe luchar de alguna manera, además... los nekos sacan las uñas? Pues no lo sé, pero no sería raro, no? Me concentro para tener armonizados mi cuerpo y mi mente, antes de adoptar una pose de defensa, aunque acabo atacándolo con una patada con giro y luego otra hacia atrás con giro de nuevo, al empezar la técnica inspiro por la nariz contrayendo el diafragma al realizar cada sucesión de movimientos y espirando al acabarlos, para mantener un pulso tranquilo a pesar de estar luchando, un pequeño grito proveniente de mi bajo vientre que me permite aumentar la potencia de mis golpes, preocupándome por sus garras.

Bloquea mis patadas con algo de dificultad, aunque es solo suerte. Me golpea a penas, pero en un punto de la espalda que duele bastante. Aunque el dolor no me impide mantener el equilibrio. El primero de sus zarpazos lo bloqueo, pero mi brazo sale lastimado y comprendo en la fracción de segundo en la que se me viene encima otra de sus afiladas garras, que solo puedo esquivar sus uñas y no bloquearlas.


Sus golpes se vuelven demasiado rápidos, esquivarlos y pararlos sin salir dañados no me deja tiempo alguno para idear alguna estrategia. Lo único que hago es retroceder, siendo consciente de que me estoy acercando a un armario y me acorralará, desvío con mucha fuerza uno de sus golpes y esto me permite tirarme al suelo y salir rodando a tiempo para evitar un brutal arañazo que recibe el armario en mi lugar. Ruedo alejándome y levantándome en el acto.

Nos quedamos de nuevo mirándonos, aunque su velocidad es increíble, no parece estar ni la mitad de cansado que yo por el esfuerzo. Mi respiración es rasposa, tengo la garganta seca y no encuentro ni un puto punto débil. No usa ningún arte marcial que haya visto, solo se mueve por instinto, como un gato, aunque también parece entrenado de alguna manera. - Cállate minino. - las bases del taekwondo son la velocidad y la potencia, no puedo ganarle en velocidad, ni siquiera me comparo a él. Cuantas más partes musculares se usen más fuerza recibe el golpe, es algo de sentido común. Pero yo era realmente bueno en esto y conseguía usar solo los músculos necesarios para cada golpe, no sirve para entrenar, pero sí es muy útil para luchar si quieres administrar las fuerzas. Lo único que puedo hacer es centrarme en la potencia, golpes rápidos, fuertes y certeros. Además, los golpes más efectivos son los perperdiculares. Ahroa paso yo a atacar, corro, esquivando su primer zarpazo y consiguiendo alcanzarle con una patada de enganche con la pierna recta, lo hago volar por los aires estampándolo con fuerza contra el suelo de nuevo. Pero el cabrón se levanta de nuevo, pero no pierdo mi ventaja y sigo lanzando patadas.

Observo como cael se vuelve loco, pero sé que necesito su ayuda. Gruño cuando veo que sus heridas se abren por el esfuerzo, pero dejamos a Seimey bastante mal, hasta que consigue alejarme e inmovilizarlo. Me acerco a la carrera pensando en que le daré una fuerte patada directa al pecho y luego le inmovilizaré, presionando con el talón una zona entre sus costillas, con esto conseguiré cortarle la respiración. Pero las cosas se tuercen y mucho. Cuando estoy empezando una respiración para hacer una serie de movimientos, l loca de su hermana grita y veo como tiene cogido a Cael. Mierda...

Miro a Seimey. - Permitirás eso? Qué lo mate después de luchar por él? - me acerco lentamente y veo como la garra de la neko se clava más en la piel de Cael. Me detengo a penas metro y medio de ellos. - Debes de ser la peor hermana del mundo, deberías de hablar con los del récord guiness para que te den un premio, tú talento se está desaprovechando. - a pesar de las bromas, mi mirada va una y otra vez al cuello de Cael. - Él es mío, podréis entrenarle para que te obedezca a ti o a quien sea, pero si mi voz está presente las otras dejarán de tener significado para él. Es algo que no podéis cambiar. - doy otro paso y me detengo definitivamente, al ver que es capaz de matarlo.

Me quedo mirando a esos ojos psicópatas que no dicen nada en absoluto. Mi respiración es fuerte, aunque intento calmarla y recuperarla poco a poco. Tengo que pensar algo, pero su cuerpo cayendo inerte se lleva consigo todos mis pensamientos. Se me ocurre algo que puede funcionar, después de todo esa mujer no se merece su compasión. No sé si podrá atacar. - Cael... lo siento. - como ordenarlo algo y más algo así? Me va a odiar después de esto. - Cael, atácala. - digo esperando que se libre del agarre de su hermana a la que supongo no atacaría por nada del mundo, ni si quiera sé si por orden mía. No pierdo de vista a seimey por si se le ocurre hacer algo.

- Cael, Para!! - me apresuro a decir antes siquiera de que se vayan. Cae agotado y yo lo recojo antes de que toque el suelo no preocupándome de nada más que del mal que le acabo de hacer por esa orden. Sus heridas se han abierto, diría que todas y el golpe en la pared ha sido brutal. - qué te hice? . asustado de su débil respiración compruebo su pulso, lento y regular. Lo cojo como a una princesa. y salgo corriendo del lugar, ignorando a los bomberos que me preguntan por el fuego. Solo me preocupo de alcanzar la calle donde espera todo el instituto, coches de policía, bomberos y ambulancias. Me acerco a una que está abierta y me meto dentro con él. El enfermero que estaba allí llama a los otros para que puedan hacer algo de camino a la ambulancia.


Observo toda clase de procedimientos médicos, la mascarilla para que respire, le echan el pelo hacia atrás con silicona para poder ver las brechas de la cabeza, conectan un largo tubo que suelta suero directamente en sus venas. Me preguntan su tipo de sangre y respondo que no lo sé. Parece que necesita una transfusión, pero no es tan urgente como para que no se molesten en averiguar que tipo de sangre tiene, la médica me dice que no me preocupe y le cuente que pasó. Digo que lo encontré así mientras miraba si había alguien más en el instituto, no había visto a un amigo y me preocupó que siguiera dentro.



Aunque los médicos actúan con tranquilidad, a mí todo me parece un caos, ver las sábanas de la camilla con más sangre y luego me obligan a quedarme mirando por una ventana de cristal, impotente, solo mirando como cierran heridas y el suero es sustituido por sangre carmesí y embolsada.


Alcabo de dos horas me dejan pasar y me dicen que está consciente y fuera de peligro. Corro dentro, aunque la médica jefe me dice que yo también tengo que curarme. Miro sus lamentable aspecto con ojos tristes y desazonados. Agarro su manita entre las mías y le doy un beso. - Lo siento tanto...

- No te estreses. - señalo un panel con sus pulsaciones que estaba subiendo como la espuma. - Estoy bien, solo son rasguños. Lo peor te lo llevaste tú... y por mi culpa. - me sujeto la cabeza con las manos conteniendo las lágrimas, pensé que iba a perderlo. Estoy feliz de que esté bien, aunque el pesar de no haberle podido proteger hace que no sepa si lloro de felicidad o de pena por saber que no merezco ser su dueño.

- Ni siquiera recuerdas lo que hiciste en ese estado, lo que te ordene hacer. - le miro con ojos llorosos. - Te obligué a que atacaras a tu hermana, sabía que estarías totalmente en contra de eso, pero iba a matarte o a llevarte con ella y no podía dejar que... estuvieras en manos de ese neko. Además, pensé que podría pararte una vez te separases de ellos, pero solo te lastimaste más, hasta llegar a este estado. - sollozo en silencio, notando como una lágrima me escuece a quedarse prendada de una herida especialmente fea en mi cara. - Lo siento, conseguí sacarte de ahí, pero nada fue como esperaba. Solo te hice más daño que ellos. Pero el mero pensamiento de no volverte a ver, de saber como ibas a estar con esa gente... me nublo el sentido. Lo siento... lo siento... lo siento tanto.... - digo cada vez más bajo de nuevo tapándome el rostro.

Le miro mientras recorre los carnosos bordes de mis heridas con sus deditos. Dejo de llorar después de oírle. - ¿No me odias? Hice que atacaras a tu familia, la única que tienes, después de decirte que no te trataría como si fuera tu dueño. - también pienso en que conseguí que se aleje de su hermana, me alegra haber hecho algo bueno por él. - ¿me lo prometes? Prométeme que no te acercarás a ninguno de esos dos. Solo de pensar en lo que te hizo ese neko... en lo que te hubiera hecho si no intervengo... solo puedo pensar en quitarte la ponzoña suya. Lo que te hizo... yo... - me quedo sin palabras apra expresar como me sentí al ver a lo que le estaban sometiendo.


Se intenta incorporar y auntes de que pueda echarlo de nuevo, él se desploma sobre la camilla por el dolor. - Quieto. - digo levantándome y dejando mi mejilla sobre sus suaves labios y notando como sus labios se fruncen dándome un pequeño beso. Al doblarme noto el dolor de una contusión en el abdomen. Ese neko me zurró de lo lindo. A su vez le doy un beso en su frente ensangrentada, solo estaba limpia la zona donde habían limpiado para poder darle los puntos. - Solo consigo hacerte sonreír con cosas así de tristes.- acaricio su orejita que era una de las pocas partes de su cuerpo que se había librado de los golpes.

Siento su sutil y cálido beso en mi mejilla, un escalofrío me recorre cuando su saliva entra en contacto con la piel arrancada. Me tenso, pero le dejo hacer, duele un poco notar esa pequeña lengua pasearse por los bordes de mi herida. Digamos que sé que su intención es buena, ya que la saliva acelera la cicatrización de las heridas, pero me siento algo incómodo porque me cuide tanto, una cosa es lamer el corte de un dedo y otra tal arañazo. Apoyo una mano en su hombro echándolo hacia atrás. - es suficiente, gracias.- le sonrío.


- No te quedes a solas con ellos, sí?- me dejo caer sobre una silla a su lado. En ese momento su tacto es débil, pero muy entrañable. Sonrío ante sus palabras y tomo esa mano que me arrullan y beso las puntas de sus dedos antes de dejar mano en la cama, sin llegar a soltarla. - No deberías moverte tanto, no se te van a soldar bien los huesos.


Me rio cuando suelta eso avergonzado y se rie nervioso. -Bueno, es bueno saber que mis pensamientos impuros no te asustarán entonces. ¿te crees que no pienso cosas parecidas? Ya te dije que limpiaré la ponzoña que ese neko puso en ti, para eso tendrás que recuperarte pronto. - le sonrío de forma cálida


Aparece una enfermera que pese a lo guapa que es parece una mujer con carácter y así resulto ser... Según llega me da una colleja y me empieza a echar la bronca, lo primero que me dice es que alguien que está en cama no debería de ver a otra persona querida herida, puede afectar a su recuperación. Luego me sigue diciendo que preocuparé a los demás si no me preocupo de mí mismo y luego viene una tanda de insultos... Que carácter. - Vale... vale... cúreme aquí, sí?- cuando se va pongo morros y me froto el lugar donde me dio miro a Cael encogiéndome de hombros y no tarda en venir con un equipo apropiado. Me levanto y antes de que me lo pida me quito la ropa descubriendo mi pecho. La enfermera cura los arañazos y los cubre con parches de color marrón. Luego comprueba las articulaciones haciendo que haga todo tipo de movimientos. Me comunica que me hice dos esguinces leves de muñeca y me hace ponerme unas muñequeras de color marrón claro que cubren la palma de mi mano y parte del brazo; y me inmoviliza las dos muñecas para que los movimientos bruscos no agraven la lesión. El resto solo son moratones. Me receta unas pastillas para el dolor y me presta una camiseta blanca, ya que mi camisa está para tirarla de la lucha. - Gracias por su trabajo. - digo rascándome la cabeza avergonzado por los problemas causados y sacando la lengua. De nuevo solos.