Habitacioón de Cael Tsurai

- Puede, pero tampoco soy una buena persona. - rodeo su cuerpecillo con mis brazos una vez se tira en ellos. Froto su espalda con una mano mientras la otra mantiene su cabeza pegada a mi pecho. - Mi pequeño Cael... Todo se arreglará, también lo de tu hermana, sea lo que sea lo afrotaremos juntos. - tuerzo levemente el gesto por lo mucho que me aprieta. - Cael, necesito respirar. - en ese momento afloja el abrazo.

Le miro con una pequeña sonrisa en los labio. LE separo un poco para poder darle un beso en la mejilla, saboreo tímidamente la amargura de sus lágrimas y alguna parte de mí le promete no hacerle llorar de nuevo.

Me separo y me quito el sombrero. Hinco una rodilla al suelo y sujeto mi sombrero a la altura de mi pecho. Todos mis movimientos son automáticos, pero muy elegantes, guardados en alguna parte de mi inconsciente. - Yo, Gilbert Nightray, hijo de Florentino Nightray, descendiente legítimo y por ello poseedor de la sangre digna para este juramento; te juro mi total lealtad, a pesar de mis crímenes en el pasado. No espero el perdón, solo una oportunidad de servirte. Algo que los Nightray llevan haciendo más de 2 siglos y, por lo cual, me considero apto para hacerlo. - terminó una breve versión del juramento que hacíamos los Nightray a los Coleman con la mirada en el suelo.

Me hace un planchazo y caigo de culo al suelo con él encima. - Creo deberíamos apuntarnos los dos a rugby, se nos debe de dar bien. - digo refiriéndome a los derribos que nos ahcemos.

Nos quedamos tumbados. - Tú no tienes que hacer nada, aguantame y punto. - le acaricio su largo pelo enredándomelo en los dedos en él. - al menos dejaste de llorar. - digo limpiando lo que le quedaba en el rostro de esas amargas lágrimas.

Cuando se calam del todo le miro a los ojos. - Bueno, es hora de que nos conozcamos un poco. Hago dos preguntas y luego tú otras dos? - acaricio sus orejitas y no me meuvo del sitio, no se está mal con su pequeño cuerpo encima. - Veamos... ¿cómo es el sitio donde te criaste? y ... veo que te gusta leer, lees de todo?

Noto que su cuerpo se va relajando mientras me habla y escucha mi corazón, incluso cuando dice que casi toda su familia está muerta. Me ahorro el lo siento , ya que me parece una pérdida de tiempo decir esa clase de cosas. Además, sigue hablando y no quiero interrumpirle. Me recuerda bastante a donde yo viví, realmente, nos hemos críado en un lugar muy similar, con diferentes posiciones sociales.

Escucho sus preguntas. - Pues es bastante parecido a tu casa, los Coleman están forrados y tenían una casa enorme y muy lujoso, hasta las habitaciones de los sirvientes y mayordomos eran muy exquisitas. Los jardines eran enormes, los arbustos estaban recorrados y plantados haciendo laberintos, había flores, rosas y orquídeas, sobre todo, a la señora le gustaban mucho. Tenía mi propia habitación, al principio al lado de la de mi padre, pero al ver que me llevaba bien con la señorita, la hija de los Coleman, me pusieron en una habitación justo al lado. Puedo decir que me gustaba el sitio.

- Lo que solía ahcer era instruirme como Mayordomo y estar con la señorita. Eramos muy amigos y tenía un corazón muy puro. Le encantaban los animales y yo amaba cuidarlos con ella. Adoptaba a cada gato que se colaba en el jardín, tenía muchos, muchos animales, algunos raros y otros muy comúnes. Me gustaba ver como se quedaba acariciando a alguno en su regazo y lo miraba como si entendiera lo que dice. - suspiro, he dicho demasiado, su rostro, más hermoso que ninguno, se me aparece sonriendo al verme. Contengo las lágrimas cerrando unos segundos los ojos. Después continúo.

- También me gustaba mucho el taekonwdo, era obligatorio aprender para defender a tu señor en caso de emergencia, lo disfrutaba mucho, pero me fui antes de conseguir el negro, me quedé por el marrón.

Le miro con una sonrisa. - Mi turno. ¿Cuáles son tus platos favoritos? - tardo bastante en pensar otra pregunta. - ¿qué te gusta ahcer en tu tiempo libre?

- Esgrima, es un deporte muy bello. - escucho el resto de sus palabras. - Vaya, eres todo un artista. - comento cuando dice que le gusta tanto dibujar como componer. Y también coincidiendo con él en lo de los dulces.

Respondo a su primera pregunta. - Celoso... pues con mis cosas no realmente, sé compartir. Y en una relación, bueno, todos somos un poco celosos, pero no soy de ponerme en plan posesivo.... mmmmm .... diría que son celos sanos, de preocuparse de lo que le puedan hacer y no de lo que haga. Sí estoy con alguien es porque confío plenamente en él. - aunque mi relación más larga ha sido de un mes termino en mis pensamientos.


La segunda pregunta me pilla bastante desprevenido, nunca he sabido para que voy a estudiar, sí hay alguna rama que me interesa, pero no me he decidido del todo. - No sé que profesión me gusta, pero quiero algo que me permita vivir, es muy poco ambicioso, no? Pero me conformo con un trabajo fijo y que me dé de comer.


- Me toca. ¿cuál es tu color favorito? y... qué lugar es él que más te gusta de la ciudad?

Asiento. - Pero ese dinero no durará siempre.

Ahora que lo pienso, llevamos así bastante rato, y con así me refiero a uno encima del otro. Los dos estamos cómodos, así que no hay ningún problema, cierto? Además parece bastante cómodo, a pesar de no querer contacto con otras personas. Me está cogiendo demasiado cariño, será bueno esto?

- Pues, no leo mucho, salvo ensayos filosóficos y el periódico. Debo de parecer un viejo. - saco la lengua en señal de burla de mí mismo.

Rio con su pregunta y asiento. - sí, los llevas muy bien, se ve que lo sabes lucir. - acaricio desde su cabeza hasta su el final de su cola y me sorprende ver como su cuerpo sigue la caricia igual que él de un gato, sobre todo su cola que hace un perfecto semicírculo según pasa mi mano. Me tapo la boca para intentar aguanatarme la risa, pero ha sido francamente raro y erótico.- ais, que bueno. - digo conteniendo a duras penas la risa. - Perdona, es solo que no me esperaba que ocurriera algo así.

Rio más cuando dice que le gusto y veo que está realmente avergonzado por como esconde su rostro y tiene sus orejas gachas, hasta ha ronroneado, es que da risa, no lo puedo evitar. - No sabía que los nekos fuerais tan sensibles, ni tan adorables. - Alzo su rostro tomándolo de debajo de la barbilla y estirando mi cuello para llegar froto nuestras narices de manera linda y algo infantil. - Sí, tanto te gusta, te lo haré más veces. - esto suena un poco pervertido, pero es deformación profesional, nada puedo ahcer, bueno, sí que puedo, pero creo que me hace bastante atractivo esta parte de mi personalidad, así que está bien coomo está.

-Pues... no se me ocurren más preguntas, así que tienes barra libre de preguntas. - le digo concediéndole permiso para que pregunte sin tregua.

Mi gesto no le ha debido de gustar nada, su reacción es de rechazo absoluto hacia mí. Se empieza a incorporar. - No importa. - digo refiriéndome a las preguntas. Me incorporo sobre mis codos cuando él se aparta. - Hice algo, no? Lo siento, será mejor que vaya a estudiar un poco, el Martes tengo un examen. - me había levantado pronto para estudiar, así que solo era una excusa, pero lo mejor es que me vaya ahora, no sé porque pero le estoy incomodando. Es hora de que me retire.

Me hace algo de daño en los brazos, ya que apoya todo su peso en mí y mis codos antes de dejar de sujetarnos tiemblan levemente por el peso. Me vuelve a tumbar abrazándose a mí. - Vale, vale, me qued... - me voz se entrecorta cuando frota su nariz con mi cuello de forma suave, rítimica y constante. Primero me muerdo el labio aguantando un sonido fuera de lugar que se acumula en mi garganta y ni siquiera puedo tragarlo, porque se preocuparía. Finalmente no lo soporto, ese roce se está yendo ahí abajo, suelto un inaudible suspiro de frustracción. - Cael... yo... me estás haciendo cosquillas. - digo acariciando su cabecita diciendo la única excusa que me viene a la cabeza.

Cuando se aparta cierro los ojos relajándome notablemente, cosa que se acaba rápido cuando, después de mis caricias, siento su respiración algo fuerte en colándose en mi oído, además de esa voz tan sexy que pone que no tiene nada de infantil y si mucho de provocación.

Aguanto el tipo como puedo acariciando sus orejitas y su pelo y a veces dándole una caricia como la de antes desde sus orejas hasta el final de su cola persa. Cuando ronronea por esto siento que me pondré duro, pienso en dinosaurios y se me pasa la cosa, pero mi rostro no está rojo, pero sí caliente, por todo lo que hace y porque está encima. Se cansará pronto, me digo a mí mismo, intentando creérmelo, que parecen gustarle más mis caricias que a cualquier otro de mis clientes.

Él se sujeta a mis hombros y siento que tengo que sujetarme a algo cuando toca ya de por si, caldeado sexo, con su pierna en un roze lente, desesperante e, inconscientemente, erótico. Sus ronroneos retumban en mis tímpanos. Por dios, está caliente, y pareciera que va a tener un orgasmo.

Cuando se arquea diciendo mi nombre tengo que taparme la boca para no soltar ningún sonido. ¿cómo puedo excitarme tanto sin que me haya tocado apenas? Mi cara se enrojece y voy parando las caricias lentamente. - Bueno, creo que... has tenido suficiente por hoy, los dos ... hemos tenido suficiente. - digo en una voz sofocada. Estoy hecho un auténtico lío, solo quiero quitármelo de encima y recuperar la calma que no debería haber perdido con un niño.

Una vez toma consciencia de todo se aparta, librando por fin de esa insoportable presión a mi entrepierna. Mi cara está roja por todo lo que él ha sentido. Trago saliva y oigo como se disculpa. Me incorporo lentamente cerrando las piernas por lo que peuda pasar. Pongo una mano en su rodilla y lo muevo levemente. - Eh... está bien, hermanito. Después de todo este es el trabajo al que estoy acostumbrado. Es la primera vez que te pasa, cierto? - digo por como se lo tomó, no es solo por haber hecho eso conmigo, si no por haberlo hecho en sí.


Rio entre dientes. - No seas emo, sí? Al menos se sintió bien?- le acaricio la rodilla demostrándole que todo está bien, como siempre.

Me siento con las piernas cruzadas a lo indio, ladeo la cabeza intentando buscar sus ojos, pero no hay manera, solo veo a su mata de pelo asentir a mis preguntas. - Cael... no me ha molestado... yo... también lo disfruté un poco, si no me hubiera gustado lo que hacías habría parado, no crees¿- reconozco, pues aunque me había dolido horrores aguantarme y ahora mi entrepierna late con fuerza, ha sido excitante. - Venga... sí ha estado bien para los dos que problema hay? quieres que haga como que no pasó nada?