Mensaje inoportuno? - priv Hatori -

Después de eso el ciclo había finalizado unos días después y había vuelto a empezar por lo que estaba demasiado cansado como para haber pensado en ese hombre del otro día, además le di mi teléfono si quería llamar para algo, el marrón de si le llamo o no le llamo se lo pasé a él después de todo.


Me llega el mensaje mientras atiendo una llamada de una novata que dice querer mostrarnos su trabajo. Todos están ocupados así que me encargo yo de ella. Subo a mi departamento al rato de hablar con ella con su story bajo el brazo. - Takano-san mira esto luego. - le digo dejando el sobre en su mesa y luego tomo asiento en mi lugar. Reviso el correo y me encuentro ese mensaje juvenil lleno de caritas graciosas. Miro mi reloj, son las 6 y acabo a las 8, será mejor que le diga que llegaré algo tarde. Empiezo a teclear el mensaje, pero llega más trabajo a mi mesa y tengo que ponerme con él, así pasan de las 8 y aún no sabe nada de mí.


Me subo en el coche cuando terminé todo el trabajo y suspiro. Miro el móvil dudando si es bueno ir más tarde sin haberle avisado antes. El caso es... me apetece aunque solo sea verle un minuto. Termino de escribir el mensaje y lo envío al mismo nº que me llegó su mensaje y arranco el coche.

" Konnichiwa Zack,
Felicidades por lo del nuevo trabajo. Me encantaría ir a tomar algo contigo, siento no haberte llamado antes, iré en unos minutos. Hasta ahora."

Llego al piso, pero no recuerdo su nº, espero a que alguien salga y poder entrar yo. Subo un par de pisos y cundo veo su letra B cortada en una esquina sobre la puerta ya sé que he llegado y es el piso correcto. Me pasopor una mano por el pelo, espero que haber venido tan tarde no le sea una molesta pienso antes de pulsar el timbre y comprobar que son cerca de las 9, pero como es viernes no creo que sea un gran problema haber venido 40 minutos tarde.

ya van 3 mensajes y todos me trata de usted... no se da cuenta de que me hace sentirme mayor (xD)


Este hombre es como un libro abierto, pienso por su efusivo saludo que intenta ser comedido con poco éxito. - Hola, siento no haber podido llegar antes, salgo a las 8 del trabajo y tuve que quedarme un rato más. - digo inclinándome yo también.

Cuando los dos nos incorporamos le agarro la nariz y se la retuerzo. - Cómo vuelvas a tratarme de usted por los mensajes, te juro que no contesto ni uno, entendido? - digo con enfado fingido antes de sonreírle. - Puedo pasar? - se aparta dejándome el paso libre. - Arigato, con permiso. - digo mientras vamos al salón. Tomo asiento. - Bueno, y en qué trabajas ahora? Pareces contento con él. - digo sin sospechar del todo que toda esa alegría es por verme y no poder simplemente hablarme de su nuevo trabajo.

Observo que recogió el cuarto y huele bastante bien, café a medio hacer y algo calentito y esponjoso. además del aroma del chico, sus pelo mojado muy a penas despide el olor de su champú.

Su respuesta me da entender que lo seguirá haciendo y cuando le miro con una ceja alzada y cae en su error se corrige a toda prisa con una notoria vergüenza. - eh... tranquilo. - digo notando que se pone nervioso y dejándole claro que no hay motivos par ello con una mirada amigable.

- Oh, arigato. - digo tomando el capuccino en mis manos mientras escucho sobre su trabajo, no es nada interesante, pero al contarlo con esa jovialidad y felicidad parece que sí lo es. - Me imagino que eres de los que se entiende bien con los críos. - comento, esa forma de ser tan tierna y amigable de seguro agrada a madres y a hijos. - Me alegra que te empiece a ir bien.

Rio cuando se limpia el bigote, se veía adorable, como un niño con un bigotito de leche. Maldita sea, este hombre es un encanto pienso oliendo el café antes de darle una probada, tragándolo y percibiendo el aroma de una manera más íntima y sintiendo su intensidad en la lengua. También me mancho de espuma en las comisuras, pero la limpio con una pasada de mi lengua y luego me limpio con una servilleta. - Si me sigues dando estos cafés me vas a tener en tu casa todos los días. - comento, ya que este capuchino está delicioso, aunque la leche suaviza el sabor tiene un cuerpo delicioso que no se ha perdido al no echar demasiada leche ni azúcar. - Mmmm... - pruebo un bocadillo que también está bastante rico.

Suspiro resignado, supongo que soy demasiado serio e imponente como para que un hombre de 22 tenga facilidades para tutearme.- Bueno, vino hoy una novata bastante prometedora, nos ha dejado un storyboard bastante bueno y le he pedido que traiga una historia autoconclusiva para publicar. Tenía un dibujo con carácter.

- Me imaginaba que dirías algo así, descarado.- digo riendo entre dientes por la vergüenza del hombre.


- No digas eso... ten más confianza en ti, es algo que no conoces y que es normal que no puedas entender por ti mismo y mucho menos tienes que disculparte. - le digo ya que esa cara de miedo por haberla cagado es muy legible. - Realmente yo tomo pocas decisiones, primero el manga debe de ser aceptado por el editor jefe y luego la obra se le asigna a un editor y después hay que pelear con los demás departamentos para conseguir las mejores condiciones para la obra y la autora. Y bueno, claro que durante una reunión esperan que el editor les diga que considerarán su obra para publicar, pero... aunque sea duro ser rechazado, si abandonan es que no están dispuestos a esforzarse, así que es mejor que lo dejen entonces, es un trabajo constante, y hay que trabajar siempre contra reloj para ser serializado. Además, cuando esa persona puede tener futuro le decimos que debe corregir y que tengan una opinión objetiva de su manga. - tomo otro sorbo del capuchino. Espero no estar aburriéndole con esto.


- Y, en serio, no eres nada simple, a mí me pareces una persona muy original.

- Oh, sí lo eres. - digo riendo yo también. - Eres un descarado sincero.

- Sé eso, les alentamos, pero tampoco podemos crearles falsas ilusiones, la desilusión entonces sería mayor ya que se caería desde más alto.


- mmm... cómo decirlo, en tu forma de ser, despistado en algunos asuntos básicos, como si no hubieras vivido muchas cosas que han vivido la gente normal y hubieras experimentado algunas que muchos no nos podemos llegar a imaginar. - digo mirando esos penetrantes ojos azules antes de apartar la mirada tomando un trago de la cafeína pura. - bUENO, Solo es una impresión mía y no te estoy llamando bicho raro ni nada. - le aclaro. - Es solo... en verdad, la forma en que me parece que miras el mundo... no la había visto antes.

- Bueno, ser sensible es parte de mi trabajo. - digo con una media sonrisa, si no se tiene sensibilidad no hay manera de hacer un trabajo como el mío.

Aunque después de ver como se las apañó con el dueño de la cafetería no me sorprende que sea soldado, si que me sorprende su historia y el hecho de que me la cuente, además de lo mucho que he acertado en mi forma de verle.

Hace una pausa y si tengo que decir algo creo que no voy a poder corresponder muy bien con sus expectativas. Yo he vivido toda mi vida en Japón y lo más arriesgado que he hecho fue intentar subir a lo alto de un árbol milenario cuando era crío, no he visto a nadie morir, no he tenido que matar a nadie, he tenido una vida cómoda y rutinaria. No siento lás tima por él, pero si un impulso de tomar su cabeza y resguardarla en mi pecho como si el hombre no fuera de mi altura y a mis ojos fuera algo pequeño y frágil, aunque con su historia debería borrar eso de mi cabeza inmediatamente. Solo me atrevo tomar su cuello con la mano en una caricia amigable. Suspiro. - Bueno, desde el principio he tenido claro que meterme contigo no era una buena opción... - bromeo sin saber si es el momento de ello, después de todo se está abriendo a mí, aunque no entienda el motivo de tanta sinceridad de pronto.

- jajaja, no te estaba acusando de nada.


¿Qué demonios está haciendo? Su gesto me hace sonrojar y me le quedo mirando mientras siento un pinchazo que va directamente a mi entrepierna. Es verdad que no he llegado a ponerme duro, pero sería mentira si dijera que el hombre no me ha excitado. - No... no pasa nada. - mientras que va a por café aprovecho para relajarme, pero me viene a la cabeza esa imagen inocente, pero tan erótica, por un segundo lo he imaginado subiendo por mi cuerpo quedándoseme mirando de cerca.


Suspiro. - No, no tomaré más, gracias, sino no podré dormir luego.


Es muy descarado irme ahora, 15 minutos más y me marcharé a casa, es lo mejor.

nIEGo con la cabeza. - Los fines de semana no tengo que ir a la oficina, pero igual tengo trabajo en casa. - suspiro mirando al menor

Cruzo una pierna por encima de la otra y lo miro como analizándolo. - Será mejor que me vaya. - digo levantándome y yendo hacia la salida. - Gracias por la invitación, me... he divertido. - le miro y tiene la vista en el suelo aún avergonzado. Cojo su barbilla elevándola para que me mire. - Me es agradable hablar contigo y aprecio... lo que quiera que sientas por mí, pero... no quieres una relación conmigo. - le revuelvo el pelo con una media sonrisa triste. Nunca me han desagradado los hombres, pero nunca he salido con ninguno y en verdad soy malo para mantener una relación, me atrae, pero terminaré haciéndole daño, no estoy seguro de mis sentimientos y dudo que lo esté a su vez.

Agacho la cabeza en señal de despedida. - Nos vemos.

- Sí que puedo. - digo serio a punto de irme, pero como esperaba me retiene. - Sé eso, maldita sea. De eso se trata, de alejarme antes de que sí que quieras, antes de gustarte demasiado y... antes de que me empieces a gustar... - le devuelvo la mirada. - No eres tú, vale? Eres estupendo y por eso, de ninguna manera, tienes que acabar estando conmigo sea de la forma que sea.

Aparto la mirada algo enojado. - Me gustaría que fuéramos amigos, pero si tengo que elegir entre que estés enamorado de mí o me odies, creeme que me odiarás con todas tus fuerzas.

(me voy ya, nos vemos)

Aunque intenta mantener la entereza sus ojos no me mienten y sus palabras me hacen entender todo el daño que le he heno, bajo la mirada dolido, es lo que yo quiero, pero... siento haber perdido algo importante. - Sayonara. - digo cerrando la puerta y así acabando con esa visión dolorosa del hombre. Me paso una mano por la mejilla que me acaricio, guardando la sensación de ese tacto como algo precioso.



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Un mes después no he tenido casi ninguna noticia de él, ninguno nos hemos atrevido a llamarnos o a volver a tener otro tipo de contacto. Mi cabeza ha estado poblada de él estos días y es algo que ya no puedo negar. Me gusta, más de lo que pensaba, esa confianza que ganó conmigo me ha hecho caer. Pero... todas las relaciones que he empezado desde que tengo este trabajo... no han durado mucho, o si duraban daba igual porque no podía ver a esa persona. Siempre es igual, al principio comprende que el trabajo es importante, pero luego las quejas porque le dedique mi vida por completo. Acaban encontrando a otra persona que les da el tiempo que necesitan. Yo... nunca podría hacer algo así


Pero... maldita sea... ya ha pasado un mes y sigo pensando en él, en si le hice mucho daño o en sí habrá encontrado a otra persona.....


sALGO algo antes del trabajo y mientras conduzco multitud de dudas me embargan, pero acabo aparcando delante de su piso. Subo al piso que es llamo al timbre. Cuando me abre, estoy tan aliviado de verle que noto de repente lo cansado que ha sido pensar en él todo el rato y dejo caer mi cabeza sobre su hombro. - Gomene... gomen. Siento haberte hecho daño, haberte tratado así... - hago una pausa, . es solo... que nunca tengo tiempo, mi jornada acaba a las 8, pero cuando llego a casa tengo que trabajar hasta medianoche, por no contar los días que no voy ni siquiera a mi casa... Cuando estoy con alguien acabamos los dos lastimados por esto. Pero mi cabeza ha estado llena de ti estos días y no sería justo no decir que me gustas porque es así. Realmente, me da miedo como acabe esto, pero no quiero que acabe ahora.- sujeto su hombro con una mano.

Mierda... pienso cuando oigo una voz de otro hombre. Ni siquiera levanto la cabeza de vergüenza, cuando su amigo se va suspiro de alivio. En un visto y no visto estoy dentro del departamento sin haber podido hacer ni un comentario a lo que dijo el menor.

Después de escucharle sonrío. - Me tuteaste... - digo feliz de haber recuperado la confianza con él, cuando me volvió a tratar con poca confianza me hizo sentir realmente mal, pero entiendo que no iba a sufrir el solo en eso.

Me acerco a él despacio y alzo su rostro hacia el mío y me quedo prendado de esos ojos azul intenso. - Yo también quiero... - rodeo su cuello con un brazo y me inclino besando esos labios rosa pálido muy suavemente probando algo nuevo, no solo el besar a un hombre, si no el besar a ese pelinegro. El beso es tierno, nada malicia y nada de lengua, solo un roce de la carne de los labios mientras cerramos los ojos y nos dejamos embriagar por el otro.

Mientras le beso la punta de mi nariz siente el calor de sus pómulos. Sus labios son algo duros, pero la suavidad con la que se mueven y ese sabor me hace perder la razón durante esa interacción de nuestros labios.

Al terminarlo Zack apoya su frente en la mía dejándome abiertas las ventanas a sus ojos y acaricio su mejilla con el dorso de los dedos.

Ese pequeño beso me hace cosquillas, aunque lo que en verdad me hace sonreír es escuchar que está feliz. Lo envuelvo en mis brazos. - No me des las gracias, baka. - después de todo solo había arreglado lo que yo mismo estropee. Beso la cima de su frente. - Siento haberos interrumpido. - digo refiriéndome a lo de su amigo, si se fue de seguro no hice nada malo, pero aún así me presenté sin avisar.

Me separo un poco de él tomando su mano y llevándolo a su propio salón. Me tumbo en el sofá dejando las piernas abiertas y así que el se siente entre ellas y pudiendo abrazarle amorosamente, por detrás ya que me da la espalda. Estoy tan contento de estar con él. - No me puedo quedar mucho, mañana tengo que ir a la oficina temprano... - él ha aceptado que no le pueda dedicar mucho tiempo, pero a pesar de eso mi voz suena a disculpa.