En las Rosas (Priv. Watanuki)

¿Eiji-chan? Mmm... suena bien. Así que decidí llamarle así. Me sentí orgulloso cuando sacó otra de mis galletas, je. Y decidí prepararle algún pastel o algo para agradecerle. Pero nuevamente me preocupé al ver que su mirada se entristecía cuando fijaba sus ojos en las rosas. Fruncí el seño pensando en qué sería lo que le preocupaba... Y entonces volvió a cambiar de tema. Torcí un poco la boca y me levanté del suelo, para luego hincarme a su lado y elevar su rostro por el mentón, mirandole seriamente.

-Eiji-chan... me gustaría que me dijeras que es lo que te pone tan triste... - Dije mirándolo directo a los ojos. - No es bueno que te guardes todo para tí mismo, ¿sabes? - Sonreí. - Puedes confiar en mí. - Finalicé intentando transmitirle algo de seguridad. En realidad me preocupaba lo que le estaba sucediendo. ¿Tan pequeño y sufriendo tanto? No, no podía ser. Tenía que ayudarlo.

Sonreí cuando le sentí llamarme Eiji-Chan....pero cuando preguntó mi sorisa se borró. Es que ne verdad ya no estaba triste, yo ya lo había superado porque Kurogane-sempai me ayudaba y eso era bueno y eso era...... me detuve un momento a pensar..... eso era....era una gran mentira.

- Bien es que.... aquí yo me enamoré por primera vez de.... él....y aquí mismo me volví su novio, por eso me duele recordar, porque él ya no está aquí, sonmigo... pero aún así me gusta venir...- sonreí de manera melancólica- es raro, lo sé....- agregué bajando la cabeza.

Sentí que mi corazón se encogía al ver su mirada tan triste. Y cuando me contó sobre "él"... Apreté los puños. "Demonios, ¡es sólo un niño! ¿Y ya sufre por amor?" Suspiré. Sonreí un poco y elevé su rostro por el mentón.

-Eiji-chan... entiendo cómo te sientes. Yo también estoy enamorado... de un chico. - Acaricié su rostro. - Y no es raro, uno no manda al corazón. Y es comprensible que quieras venir aquí si te recuerda a él... - Dije mientras lo abrazaba. - ¿Es difícil para tí, verdad? - Susurré frotando un poco su espalda. Ahora estaba seguro, tenía que ayudarlo fuera como fuera; era un niño demasiado especial como para que sufriera de esa manera, y no quería que perdiera toda esa alegría que tenía. No quería que pasara por lo mismo que yo.

- No entiendes, Wata-Chan....- susurré.- Yo pensé que por primera vez la vida me sonreía, que dejaba de tratarme tan mal como los últimos años que pasé antes de llegar a este instituto.....realmente creí que por primera vez podía ser feliz...- me sorprendí al ver que no lloraba. Si hubiero sido unos meses antes de seguro estaba como una magdalena. Fue cuando comprendí, que no lo había superado, sino que simplemente las lágrimas se me acabaron para cubrir ese enorme vacío.

Me dejé abrazar y asentí, era duro, era muy duro.

- Él era todo para lo que yo vivía.....él era, esencial para mí....

Sentí como mi corazón se quebraba."Oh, vamos.... no es momento para recordar eso."

-Eiji-chan... - Susurré abazándolo más fuerte, sorprendido de que mi voz no temblara. - Puedo entenderte muy bien, porque yo... - Suspiré y decidí que si quería que él se sincerara conmigo, debía primero sincerarme yo con él. Tenía que demostrarle que podía depositar su confianza en mí. - Yo desde niño he vivido solo... Mis padres fallecieron en un accidente y desde que murieron, también sentí que jamás podría ser feliz. - Temblé un poco. - Además, hay algo más que no te he contado... - Susurré vacilante mientras apretaba más el abrazo; tenía miedo de que se fuera y me dejara solo si le contaba que... - Yo veo espíritus. - Me quedé un rato en silencio para esperar su reacción y luego continué. - Y desde que soy pequeño he tenido que arreglarmelas solo. Pero nuevamente la vida me sonrió cuando conocí a la señorita Yuuko, mi "jefa", por decirlo así. - Dije sonriendo al recordarla. - Y entonces... lo conocí a él, a Doumeki, el mismo que dio parte de su ojo por mí... Y el chico del que me enamoré. - Dije meintras mi voz se convertía en casi un murmullo. - El también era escencial para mí, ¿sabes? Y también tuve que separarme de él... para venir aquí. - Suspiré. - Así que entiendo perfectamente como te sientes, Eiji-chan... - Finalizé separandome de él y mirando hacia otra parte, esperando que se hechara a correr o simplemente me catalogara de loco después de contarle lo que le había dicho. Al final, no estaba seguro de si él quisiera confiar en mí...

Su abrazo se hizo más fuerte cada vez y mientras seguía y seguía escuchándolo habñar solo pude atinar a agarrar fuertemente su camisa. Y sin proponérmele terminé llorando, y estaba completamente seguro que lo hice por el prorpio Wata-Chan y no por mí.
Escondí mi rostro en su hombro y me enternecí de que él se atreviera a contarme eso si apenas me conocía, entonces, me dije a mí mismo que a él se lo podía contar, y eso me dio razones para entender que ni siquiera con Kurogane-sempai me había sincerado, y que había vivido en una tela de mentiras desde hacía meses, porque había cerrado mi corazón a los demás. Me pregunté mentalmente qué pensaría él ahora si me viera así, y sentí repulsión de mi mismo.

- Creo que es genial que puedas ver cosas que para los demás son invisibles- traté de sonreírle, pero solamente conseguí formar una mueca vacía. Le miré y abrí mis labios para relatarle mi historia, vacilé y me quedé en silencio. Luego, exclamé:

- Promete que no tendrás lástima de mí como todos los demás.....- pedí. - Aunque lo dudo, porque tu historia es casi como la mía....- susurré, pero estuve seguro que él también pudo oírlo.

Y no lo hizo. No corrió, no huyó, no me insultó, simplemente intentó sonreírme, con su rostro húmedo por las lágrimas. Y sin querer largué yo algunas también. Noté que quería decirme algo, y mi pecho se llenó de ansiedad al pensar que quizá quería sincerarse conmigo... Y entonces me pidió que no le tuviera lástima. Amplié mis ojos. "Este niño... es igual a mí." Y con lo que susurró luego, pude entenderlo. Sentí mi corazón llenarse de tristeza y un enorme nudo formarse en mi garganta. Tragué fuertemente y sequé sus lágrimas, para luego tomar sus manos entre las mías y apretarlas un poco, dándole confianza.

-Adelante, te prometo que no lo haré. - Dije con la voz quebrada. Ya no podía negarlo más, realmente estaba triste.

Negué levemente con la cabeza.

- También promete que no estarás triste de nuevo- le dije con mi cara algo sonrojada al verle secar mis lágrimas y tomar mis manos entre las suyas.
Esperé su respuesta y luego de minutos de silencio, comencé....

- Mi madre murió cuando yo tenía cinco años por una enfermedad que agarró después de mi parto. Soy el menor de 5 hermanos.....uno de ellos siempre me odió, sin explicación alguna.....- dije entristeciendo la mirada- solía jugar tenis para despejarme, en mi otro insitituto. Hasta llegamos a los nacionales- comenté con aparente alegría- Luego mi padre se casó con una mujer que fue la mejor amiga de mi madre cuando esta aún vivía.... - hice una breve pausa y le miré, no estaba seguro si continuaba o no.....

Sonreí tristemente cuando me hizo prometer aquello, y medio algo de gracia que se sonrojara. Asentí y el continuó hablando. Mientras más iba escuchando, más horrible me sentía. No sé qué cara tenía en ese momento, pero estoy seguro de que no era muy buena. Dios, ahroa lo entendía... Seguro se sentía culpable por la muerte de su madre, y encima un hermano que lo odia... "Pobrecito..." Pensé sintiendo fuertes ganas de llorar. Recordé cuando mis padres murieron, lo culpable que me había sentido, y que hasta el día de hoy no he podido sacarme eso de la mente. Y entonces él se detuvo y me miró. Su mirada parecía la de un gatito asustado. Me mordí el labio y acaricié sus manos entre las mías.

-Tranquilo, continúa... - Susurré intentando que se sintiera confiado.

Asentí y tragué con dificultad.

- Y ella.... cuando nos encontrábamos completamente solos, solía demostrarme cuánto me detestaba. Ella decía que yo había matado a mi madre, que yo le había arrebatado a su mejor amiga, a veces me golpeaba....- bajé la cabeza- Creo que mi hermano me odiaba por eso también.- Suspiré. Respiré hondo y continué- un día me enfermé y no pude salir de viaje con mi padre y hermanos. Mi madrastra tampoco porque debía trabajar, es médica- susurré, abatido. - Tuvieron un accidente automovilístico y no volví a verlos jamás.....se murieron todos...- continué- Y como ya sabrás....ella me culpó de eso también, y luego me mandó aquí para deshacerse de mí.....- Me detuve. Levanté la vista y observé el campo de rosas con atención, luego comencé a llorar de nuevo. - Y lo conocí a él, sentí que me levantaba del abismo que era mi vida.....era feliz, tanto que no podía creerlo. - volví a bajar la mirada- Y luego, simplemente desapareció un día. No volví a saber de él, y quiero creer con todas mis fuerzas que no me dejó por las razones por las que siempre me han dejado, sino porque tuvo que volver al ejército. En verdad quiero creer eso....-

Levanté la vista y miré a Wata-Chan.

- Luego conocí a Kurogane-sempai, pero acabo de darme cuenta que no he sido una buena persona con él, y quizás es por eso que siempre me han dejado las persona importantes para mí- Detuve el agarre que sostenía con el y llevé mis brazos a mi cara, tratando inútilmente de detener las lágrimas que caían como cataratas.

Amplié los ojos enormemente y sentí que todo mi cuerpo temblaba. Mientras más iba relatando, más lágrimas salían de mis ojos. No podía creerlo... ¡Imposible! ¿Cómo un niño tan alegre podía tener ese horrible pasado? ¿CÓMO?... Y fue cuando comprendí lo que siempre me decía la señorita Yuuko...

Y cuando habló sobre "él"... No pude evitar sentir un fuego interno. Me sentí indignado. ¿Cómo se había atrevido a dejarlo? Me dio tanta rabia que hasta sentí que mis uñas se clavaban en la palma de mis manos... Y entonces me miró. Se me partió el corazón al ver sus ojos, esos ojos que conocí tan alegres, y que ahora sólo mostraban vacíos. Y habló de un tal Kurogane-senpai... Y fruncí el seño. Sentí como soltaba mis manos y luego lo vi cubrirse el rostro, intentando ocultar su llanto. Me mordí el labio y lo atraje hacia mí en un fuerte abrazo.

-No es cierto, Eiji-chan... Nada de lo que piensas es cierto. - Dije mientras acariciaba su cabello. - Tú no tuviste la culpa de la muerte de nadie; ni de tu madre ni de tu familia, ¿oíste? Y si no fuiste en ese viaje con ellos, piensa que es porque debes seguir viviendo. - Dije mientras le frotaba la espalda. - Como una buena amiga mía dice: 'Nada en este mundo es inevitable', y si ellos fallecieron, fue porque su hora había llegado. Así que por favor no te sientas culpable... - Dije mientras cerraba fuertemente mis ojos. - Y si esa... - Me contuve para no decir las groserías que vinieron a mi mente. -...mujer que tuviste por madrastra quizo deshacerse de tí, no tiene idea del gran hijo que se perdió. - Dije mientras apretaba el abrazo y comenzaba a largar lágrimas también. - Y sobre "él"... la verdad es que yo también quiero pensar que se fue sólo por el ejército y no por ser tan estúpido para perderse a alguien como tú. - Susurré mientras sonreía con tisteza. - Y ya deja de pensar que eres una mala persona; no lo eres. Eres el niño más maravilloso que he conocido... - Finalizé mientras mi voz se quebraba y no pude evitar ponerme a llorar, sin dejar de abrazarlo. Estaba agotado, era la primera vez que me sinceraba tanto con alguien, y que alguien se sinceraba tanto conmigo. Necesitaba llorar.

Mis sollozos se hicieron más fuertes hasta convertirse en gritos de desesperación.... y no sé por qué, yo ya lo había superado. Se suponía que ya no me dolía eso.

Me abracé a él, fuertemente, queriendo olvidarme de todos, de todos menos de él.... y por qué la imagen de Kururugi Suzaku regresaba si se suponía que quería olvidarlo......por qué, por qué, por qué......Me había hecho daño....me había......por qué....Oh, sí, ya sé....quizás, porque aún lo amaba más que a nada en el mundo.

Escuché lo que me decía con atención, y sé que él tenía razón, lo sé, una parte lo sabía....pero la otra estaba desecha desde hacía tanto tiempo que ya no lo recordaba.

- Papi Asato, solía......decirme eso.....- una punzada de dolor me atravezó cuando recordé que Papi Asato también se había ido, aunque sabía que se debía a su trabajo como Shinigami, y que siempre estaría conmigo incluso en la distancia. - Tú eres, el mejor hombre con el que me he topado....nunca nadie, había....estado....- guardé dilencio, él me entendería, lo sabía. Me recordaba a mí mismo. Me hacía sentir mejor persona.

Levanté mis brazos a su rostro y fui yo quien secó sus lágrimas esta vez...No quería que se pusiera triste, me dolía verlo así.

- No llores....llorar no arregla nada...- luego me sequé mis lágrimas.- ¿Ves? ya no lloremos. Mejor sonríamos, porque....siempre habrá una oportunidad de ser feliz....- recordé lo que me dijo esa persona aquélla vez y lo recité. No recordaba quién era. Pero le agradecí mentalmente.- Porque siempre habrán buenas personas como tú, que ayudan a las demás....- agregué, levantándome para recostar su cabeza en mi pecho, pues él era más alto. Acaricié sus cabellos. - Aunque...lo cierto es que está bien llorar a veces. Cuando te sientes culpable y no lo eres, cuando estás triste, cuando extrañas....

Ambos llorabamos y empapabamos nuestra ropa. Pero ya qué importaba. La verdad es que hacía mucho tiempo que no lloraba, y en parte me sentí bien por desahogarme. Escuché como trataba de hacerme entender que me agradecía, y sonreí enternecido. Claro que lo entendí, éramos casi iguales. Y entonces él secó mis lágrimas, y me hizo sentir mi cara colorearse. Me maldije interiormente. Luego dijo esa frase tan hermosa y verdadera que alguna vez le había oído a alguien... Ya no lo recordaba, pero hizo que me sintiera mejor. Y entonces volvió a elogiarme, y yo volví a sonrojarme. "Rayos, ¿a caso nunca dejaré de ser tan vergonzoso?" En fin, todo se fue al diablo cuando se levantó e hizo que apoyara mi cabeza en su pecho, acariciando mis cabellos, esta vez consolándome él. Amplié mis ojos... Y llore. Lloré abrazado a él no sé cuánto tiempo, pero él en todo momento estuvo conmigo. Lloré porque me sentía culpable por la muerte de mis padres, lloré porque estaba triste por Eiji-chan, y lloré porque extrañaba demasiado a Doumeki y a mis amigos.

Al cabo de un rato, me tranquilicé y me separé un poco de él, secándome las lágrimas. Lo miré a los ojos y le sonreí.

-Gracias, Eiji-chan... - Dije mientras acariciaba su mejilla. - Eres un gran amigo. - Dije mientras besaba su frente.

Lo sentí llorar cuando terminé de hablar, y me mantuve a su lado, dándole calor, queriendo hacerlo sentir mejor. Sonreí cuando dijo eso, y volví a arrollidarme. Acarició mi mejilla, besó mi frente, y yo me sonrojé tanto como mi cabello. Vi su rostro y me concentré en sus ojos.....que parecían ocultar algo que no me había confesado.

- Tú también lo eres....- comenté ,y entendí que ahora me tocaba llorar a mí. Me abracé a él de manera tan desesperada que no pude creerlo yo mismo. Y lloré, comencé a desahogarme a grito herido, con berridos, todo lo nocesario para sentirme mejor, sacando de mí lo que me había guardado por años con todo el mundo. Sacando el dolor que me había dejado la partida de Suzaku hacía tantos meses. Sacando todo hasta ser libre de mi propia condena. Empapé su pecho. Sentí las lágrimas bajar por mis mejillas, mi cuello. El palpitante dolor de cabeza, y no me importó. Sólo quería que dejara de doler tan profundo, allí, en ese lugar llamado corazón.

Se abrazó a mí como si su vida dependiera de ello, y comprendí que ahora él me necesitaba. Lo abracé fuertemente y comenzó a llorar. Lloraba de una manera tan desgarradora que me hizo terminar de comprender el dolor que este chico sentía. "No... creo que jamás podré llegar a entenderlo." Pensé mientras lo estrechaba más fuerte y besaba su cabello, frotaba su espalda, le susurraba palabras de apoyo, y comenzaba a sentir un nuevo sentimiento florecer dentro de mí.

No sé cuanto tiempo estuve ahí, llorando, gritando.....dando verdadera lástima. Simplemente, de un momento a otro me detuve. Me calmé, sentí calor humano verdaderamente y me supe completo.

Sequé mis lágrimas con mi antebrazo y levanté mi vista para fijarla en Wata-Chan, le sonreí de manera dulce y con un hilillo de voz, le agradecí verdaderamente. Luego, simplemente me quedé así, abrazado a él, recostado en su pecho, aspirando su aroma.

Levanté la cabeza pasadas unas horas, o quizás unos minutos, y tomé su rostro entre mis manos otra vez.

- Wata-Chan.....creo que hay algo que no me dijiste....- murmuré.- Porque parece que tus ojos sintieran dolor y...culpa....- murmuré frunciendo el ceño y haciendo un mohín.- ¿Te sientes culpable de algo tú también, y no me dijiste?- pregunté ladeando la cabeza mientras le sonreía tiernamente.

De un momento a otro paró en su llanto. Y entonces sólo se quedó ahí, abrazado a mí, dándonos calor el uno al otro. Al cabo de un lapso de tiempo que jamás sabré si fueron minutos u horas, elevó su rostro y tomó el mío propio entre sus manos. Lo que me dijo me heló los huesos, y no pude evitar que un temblor recorriera mi cuerpo. Mis labios temblaron y yo bajé la mirada, dejando caer mis brazos a cada lado de mi cuerpo, y suspiré.

-Así es, Eiji-chan, yo... - Apreté los puños, sin levantar la mirada del suelo. - ...sé que quizá no debería sentirme así, todo el mundo lo dice. Pero... me siento tan culpable por la muerte de mis padres. - Dije lo último en un murmullo y me aterré ante la posibilidad de volver a llorar. "¡No, no, no! Ya fue suficiente, tienes que ser fuerte, Kimihiro..." Pensé mientras temblaba y ocultaba el rostro entre mis manos. Sonreí tristemente. - Perdona, no te preocupes... - Dije mientras me secaba las lágrimas que volvían a salir de mis ojos. - Todo está bien, sólo... - Un sollozo escapó de mis labios y maldecí mi mala suerte. Elevé el rostro y le sonreí con una de mis mejores falsas sonrisas. - No es nada, estoy bien, sólo olvida lo que te dije, por favor. - Finalicé intentando que no se preocupara. No quería volver a llorar... no quería.

Lo vi estremecerse del dolor, y me sentí culpable. Su rostro fue cubierto por sus propias manos. Las tomé entre las mías y dejé su rostro al descubierto, lo agachó y luego me sonrió. Noté que era una falsa sonrisa porque yo había regalado mucho de esas últimamente. Apreté sus manos entre las mías y las besé con ternura al ver que quería llorar.

- Te pregunto, Wata-Chan....¿Acaso tú querías que ellos murieran? ¿Querías hacerles daño? ¿Los odiabas?- pregunté sabiendo de antemano que la respuesta a todas las preguntas era un sonoro "NO".- Tú nunca le deseaste el mal a ellos ni ha nadie, entonces no hay por qué sentirse culpable. No fuiste tú, no atentaste contra ellos...está bien. - Hice una pausa- "Nada en esta vida es inevitable" Eso me dijiste....¿no? Entonces por qué no lo crees.- Le sonreí. Realmente, sin dolor, sin pena, simplemente le sonreí.

Me acerqué a su rostro y deposité un pequeño y tierno beso en su nariz.

- Tú no hiciste nada malo. Y es todo. Se acabó, punto- sonreí de manera infantil soltando una risita para que se sintiera mejor.

Lo sabía, no creería mi sonrisa. Sentí como tomaba mis manos entre las suyas y las besaba, haciéndome sonrojar. Jamás nadie había hecho eso... Y entonces comenzó a hablar. A medida que iba preguntando todas esas cosas, cada vez mi interior gritaba con más fuerza que no. No... ¡claro que no! Cómo podría... ¿cómo podría odiarlos? Y entonces usó la misma frase que usé yo con él... Y me sonrió. Me sonrió verdadera y tiernamente, y sentí una completa y gran admiración por ese niño. Y entonces se acercó a mi cara y me sonrojé furiosamente... pero sólo besó mi nariz. Me sentí un imbécil por malpensar de él ¬////¬. Y sonreí ampliamente cuando volvió a hablar. Mi pecho se llenó de una especie de fuego... pero que no quemaba, era algo que jamás había sentido. Como si todo lo malo del mundo desapareciera, como si no existieran las preocupaciones. Y no lo pude evitar, lo abracé fuertemente, riendo como hace tanto no lo hacía, riendo como un niño.

-Gracias, gracias, gracias... - Susurré mientras reía y lo estrechaba fuertemente. Y entonces me dí cuenta de lo que estaba haciendo. No tuve la oportunidad de verme en un espejo, pero sentí como la sangre se me subía a la cabeza. - Go... Go... ¡Gomen! - Exclamé completamente sonrojado, separándome rápidamente de él, y viendolo muy avergonzado. "Kami-sama, ¿cuándo aprenderé a controlarme? T.T"

Cuando le escuché reír no pude evitar sentirme en exceso feliz.

- ¿Por qué te disculpas?- le sonreí y volví a abrazarlo. - Si estás feliz está bien abrazar a otros - besé su frente. - Entonces....¿si ves que yo tenía razón, y no tienes la culpa de nada?- Le miré fijamente, expectante.- Oh, por cierto. Wata-chan tiene una linda risa.- agregué divertido levantándome.

Toqué su frente divertido, con algo de fuerza, y comencé a correr por el campo de rosas, escapando de él, mientras gritaba:

- ¡Tú las traes, Nya!

Me volvió a abrazar y besar mi frente, diciéndo que no había nada de malo en abrazar. Y yo sonreí, divertido y más calmado, comprendiendo que podía ser así con él. Y asentí cuando volvió a hablar. Luego mencionó mi 'linda risa' y yo volví a reír. "Este chico realmente es un sol..."

Entonces se levantó y tocó mi frente, hechándose a correr. Yo miré extrañado cómo se iba, pero entonces gritó '¡Tú la traes!' Y me dio un enorme ataque de risa, mientras me levantaba y salía persiguiéndolo.

-¡Oye, oye! ¡Hiciste trampa! - Grité mientras lo perseguía y no podía parar de reír.

No sé si fue por mi 'entrenamiento' al escapar de los espíritus, o porque después de estar con él me sentía como un niño otra vez, pero en poco tiempo logré alcanzarlo. Mala suerte la mía fue que, al agarrarlo del brazo, tropecé y ambos caímos al pasto, comenzando a rodar entre las rosas, mientras yo aún no podía dejar de reír. Debió verse ridículo, pero yo estaba realmente divertido.

Escapaba y escapaba, luego sentí su risita...pero yo no había hecho trampa. No, no.... ¿o será que sí....?
Sentí cómo me tomaba del brazo y su risa hacerse más notoria, luego caímos y comenzamos a rodar, él sobre mí, yo sobre él, y así sucesivamente. Luego yo también empecé a reír con él, hasta que nos detuvimos.

- Te subestimé, Wata-chan..... debí haber usado toda mi velocidad....- dije entre risas, con las mejillas coloradas por la agitación. Abrí los ojos cuando paré de reír y me percaté que me encontraba sobre él, y aún sostenía mi brazo..... mi cara tomó el color de mi cabello y abrí los ojos, quedando en shock....estábamos tan cerca.....me pregunté si eso le incomodaría.....pero, no podía sopesar la idea de levantarme.

Después de un rato rodando él comenzó a reír conmigo, y me sentí realmente feliz. En un momento dado dejamos de rodar y yo cerré los ojos, respirando agitado y sin dejar de reír. Hasta que él dijo ese comentario. Sonreí de medio lado y me dispuse a contradecirle.

-¿Ah, sí? Pues yo creo que... - Y entonces abrí mis ojos y noté la posición en la que estábamos. Él sobre mí, yo aún sosteniendo su brazo, y nuestros cuerpos muy juntos. Noté cómo se sonrojaba hasta las orejas, y yo sonreí enternecido. Me recargué sobre mi antebrazo derecho y me levanté un poco, abrazándolo con mi brazo izquierdo por la espalda y besando su frente. - Eres lindo cuando te sonrojas... - Comenté sonriendo divertido, y a la vez sorprendido de no ser yo el que ahora estubiera como semáforo en alto.

Le sentí levantarse, así que comencé a moverme inquieto para hacer lo mismo, pero me sorprendí cuando me abrazó por la espalda y dijo eso. Obviamente mi cara se tornó aún más roja de lo que estaba antes y desvié la mirada, apenado..... me sentía como un verdadero tonto.

- Ah....yo- comencé a reír de manera algo idiota.... no sabía que decir. Cerré mis labios y volví a abrirlos....No, nada. Llevé una de mis manos a mi mejilla, y la dejé allí unos segundos, sin saber qué hacer. Luego la volví a bajar y me quedé mirando las rosas mientras me bajaba el color, sin separarme aún de Wata-Chan.

Reí cuando lo sentí ponerse más nervioso, y noté que se ponía más rojo aún. Luego simplemente se quedó viendo las rosas y no dijo nada en largo rato, sin separarnos. Respiré hondo y aclaré mis ideas. No, no podía darme el lujo de hacer esto. Eiji-chan estaba con fundido y yo también. Aún no podía entender ni yo mismo por qué estaba haciendo todas esas cosas, así que suspiré y me levanté, ayudándole a él también. Le sonreí y le ofrecí mi mano.

-¿Vamos? Me dio algo de hambre y no sé dónde queda la cafetería. - Dije soltando una pequeña risa. No, por ahora no debía hacer más. El tiempo aclararía las cosas.