Trabajo en la cafetería

Llego a la cafetería donde suelo ir, no tienen el mejor café del mundo, ni una bollería selecta, pero tienen unas mesas lo suficientemente altas para que mis piernas entren sin problemas. Me siento al fondee de la cafetería donde una lámpara justo encima no da reflejo en las hojas ni las reglas que usan los mangakas en su trabajo. Dejo el maletín en la silla de al lado y me estiro con un dedo el cuello de la camisa que me da calor sin aflojar el nudo de la corbata, es raro, pero aunque en mi trabajo no haga falta siempre visto traje y corbata, no es que me quede especialmente bien, pero tampoco me queda mal.

Miro hacia la barra, aunque largo de las patas de la mesa es una razón de peso para elegir el lugar para quedar con los mangakas, también está ese pelinegro de ojos azules y sinceros, aunque el delantal no le queda mal, realmente no le pega, como si ese trabajo no fuera del todo con él. Aunque soy serio y difícil a la hora de conversar, siempre viene con una sonrisa y consigue sacarme un par e frases agradables. A lo mejor hoy no vino... aunque llevo más de 6 meses viendo como trabaja no me sé para nada sus horarios. No es que me interese, pero estoy agotado, me haría bien verle aunque sea de lejos.

- Buenos días. - sonrío ligeramente antes de dejar los papeles en la mesa y mirar al camarero, sé que se llama Zack por las veces que una voz fuerte y ronca le llama desde dentro de la cocina, pero realmente no sé más de él.Aún así, aunque no lo conozco de nada y a penas he cruzado dos frases con él, pero cuando le miro veo la tristeza en sus ojos, esa sonrisa que no es entera como siempre. - Me parece que mejor que el tuyo. Oh, gomen. Arigatou por el café. - dije eso sin pensarlo mucho. Suspiro y en ese momento veo llegar a mis autoras, una se encarga del guión y otra del dibujo. Me levanto para llamarlas, pero le dedico una última mirada a Zack. - Si... necesitamos algo ya te llamaremos, gracias. - digo dándole permiso para retirarse y alejarse de un cliente molesto, es decir, de mí.

Las autoras me ven por lo alto que soy y se acercan sentándose. La guionista me enseña su storyboard y la dibujante los diseños de los personajes y las cosas que hacen cada uno de forma muy gesticulan y que llama la atención de casi toda la cafetería, pero de ahí radica su encanto para el dibujo. Hablamos sobre que tienen que tener listo y para cuando y que tienen que cambiar, que necesitan potenciar y que no. Acabamos rápido la reunión, no me deja concentrarme, esos ojos azules, quizás por su claro color, parecían muy dados a soltar lágrimas. Despido a las autoras y me quedo a la salida de la cafetería sintiéndome tonto por quedarme ahí plantado, pero sin dejar de sentir remordimientos ante la idea de mancharme. Entre dudas acabo quedándome allí apoyado contra una farola hasta que cierran en la noche.

Cuando sale no estoy muy atento me fijo en la gente que sale del lugar, pero una llamada retiene mi atención. El hombre choca conmigo y hace que le dé al botón de colgar por el golpe. Vuelven a llamar al momento, pero lo apago. - Oye... no te preocupes por eso... etto... - he visto de sobra que lloraba, pero es un extraño, no puedo conolarle como si fuera un amigo. Me rasco la cabeza mientras pienso en que hacer. Suspiro tomando consciencia de la situación y subo su rostro y limpio sus lágrimas con las mangas de mi traje. - ey, bueno, no nos conocemos... ni nada, pero si puedo hacer algo...- soy idiota? ni que pudiera hacer algo? y además como se va a tomar que und esconocido le diga eso? seguro que piensa que soy un entrometido o alguna especie de acosador que estaba esperando mi oportunidad y más cuando le estaba esperando sin saber el porque, solo tenía en mente decirle alguna palabra de ánimo, pero no soy nada bueno con las palabras, así que no sé que es lo que iba a hacer.Realmente no importa si le incómodo siempre puedo cambiar de cafetería o yo que sé.

- No tienes que preocuparte por un cliente cuando estás así y menos fuera de tu jornada laboral. - digo medio en broma y medio regaño, ya que por muy mal que está se le ocurre preocuparse d algo tan tonto como que si quiero café.

- Bueno, quizás solo sea mi manera de ver las cosas, pero para despedirse de alguien... realmente.... estar cerca del cuerpo... su espíritu no está ahí ya. Los muertos no van nunca a ver su propio entierro, de seguro si os queríais tanto no creo que a él le importe que estés aquí o en otro sitio, que pienses en él y que te dé tanto dolor no haber podido estar con él es más que suficiente para que se dé cuenta de lo mucho que le importabas y de seguro no querría verte triste.- le miro algo avergonzado, tanto manga para mujeres me ha hecho un cursi. - Etto... gomenasai. - me disculpo por si lo que dije no le ayuda en nada o mancilla alguna de sus creencias. - Bueno, será mejor que me vaya, no estás para aguantar a un cliente pesado. - le sonrío levemente. - Entonces me voy, espero que tengas en mente que cuando las cosas están mal, solo pueden ir hacia arriba. - aprieto su hombro al pasar por su lado en forma de despedida.

Me sujeto con fuerza y al girarme me encuentro con una mirada preciosa, las lágrimas contenidas hacen reflejar en sus ojos el brillo de una farola cercana, sonríe y se ve más calmado. Eso era todo lo que quería. - No hay de que...


Me sorprende su invitación mientras sigue sujetando mi mano. - Ha sido un placer ayudarte aunque sea un poco, pero no tienes que hacer nada para pagarme. - digo ya que es bastante raro ir a casa de otro hombre, und esconocido, y más cuando el sol acaba de ocultarse. No hay nada malo en su proposición, solo quiere algo de compañía. Ire un rato y cuando vea lo aburrido que soy me marcharé. - Bueno, si solo es un rato... pero me sabe mal, llevas todo el día sirviendo cafés. - escurro mi mano de la suya mientras hablo con él.

De añguna forma acabo en el pequeño piso, todo se ve muy modesto y algo desordenado, pero no era para tanto. - con permiso. - digo entrando en el lugar, mi apartamento es más grande y tiene un orden riguroso. - Arigatou... - digo sentándome en un extremo del sofá. - No sé que hago aquí... - susurro mientras él está en la cocina. - me levanto y voy a la cocina y apoyo mis brazos cruzados sobre una mesa. - Quieres que te ayude con algo? - cocinar es algo que sé hacer, no soy ningún genio de la cocina, pero lo que preparo no sabe mal. Miro al hombre mientras pone la cafetera en el fuego. - te llamabas Zack, cierto? - pregunto asegurándome mientras le veo trabajar en el café.

Ya me metí en su casa, es tarde para deis que no necesita agradecerme.Apoyo mi cabeza en mi puño. - Zack, eres un buen hombre, espero que no vuelvas a llorar... - susurro.

- Iie, gracias, todo está bien - dice mientras termina de preparar el café y algunos bocadillos. No escucha los susurros del mayor debido al sonido de la cafetera

- Disculpe... dijo algo? - pregunta con las tazas en una mano en la otra los bocadillos, dejando la azucarera y las cucharillas cerca del invitado

- Espero que le guste... - se sienta frente al mayor y toma un sorbo, el café le hacia sentir más relajado, y no estar solo en ese momento era lo mejor

- Waa es verdad¡¡ - se levanta de pronto

- Mi nombre es Zack Fair! un placer conocerle... disculpe mis modales... cual es su nombre?... - su rostro se torna rojizo debido a aquel descuido

- No nada. - digo quitándole importancia a mis susurros tontos. - Gracias. - digo agarrando la taza de café por el asa. Echo algo de azúcar en mi taza y Lo remuevo con la cucharilla. Dejo la taza apoyada sobre el brazo del sofá cuando se presenta formalmente. - Hatori Yoshiyuki, un placer. Y deja de tratarme de usted, por favor. - que lindo, pienso al ver como se sonroja. Pruebo el café. - mm... está mejor que el de la cafetería. - tiene un toque a vainilla que hace que huela muy bien, con la punta de mi lengua atrapo el sabor que quedó en mis labios.

Me dejo caer para atrás hasta que mi espalda se topa con el respaldo del sofá. - Vives aquí solo? - pregunto, aunque si viviera aquí una mujer no sería tan desordenado. Me aflojo muy a penas la corbata, llevaba todo el día con ella enlazada en el cuello como si fuera la cuerda de una horca.

El chico habla bastante, pero mantiene siempre los modos y no parece chismoso, aunque se ve que tiene curiosidad por mi edad. - Sí, ahora vivo solo y tengo 28 años, algunos más que tú, no? - sonrío antes de volver a remover el café haciendo que salga vapor de taza con dibujitos verdes antes de darle un sorbo pequeño y luego otro grande. - Siempre es agradable compartir espacio con alguien más, aunque eso provoque también muchas peleas, de alguna forma... es bonito no estar solo, aunque la compañía sean más inconvenientes que otra cosa. Al menos, así lo veo yo. - aunque no es que haya vivido con nadie desde que dejé la casa de mis padres pienso para mí.

Me fijo en una foto de la mesa, tiene el pelo negro y unos ojos clavados a los de Zack, no solo el color, la forma en que las cejas caen sobre el lagrimal es igual, me pregunto si será esa persona que ha perdido, no me quedo mirando la foto para no recordarle el dolor sufrido por ese amigo que ya no volverá a ver. - En wutai hay muchos templos, según he oído es un buen lugar de turísmo. - digo sin imaginarme que estaría allí combatiendo.

Sonrío por la conversación intranscente del hombre. - Me refiero a que cuando dos personas viven en un mismo espacio, tienen muchas discusiones por los diferentes puntos de vista de cada uno, las peleas acaban siendo inevitables. La convivencia es complicada en ocasiones.

Rio entre dientes por como se asusta por la posibilidad de haber preguntado algo que no debía. - Tranquilo, no me ha molestado. No, no estoy casado. - con lo fácil que había sido mirar si llevaba anillo de compromiso...

Miro la foto y por como le cambia la voz cuando me enseña la foto acabo de adivinar que esa persona era un familiar suyo y encima la muerte reciente que pesa sobre sus hombros. - Me recuerda un montón a ti, tenéis los mismos ojos. - comento con una voz inconscientemente suave, como si eso pudiera aliviar parte de su alma y dolor.

- mako? - digo sin entender, pero me resulta muy familiar a una palabra de algún videojuego .

Sonrío ante su felicidad al recordar a su hermano y compañero.

- Soy editor de manga shojo. - digo sin avergonzarme de encargarme de creaciones para mujeres, todo el departamento en sí está formado por hombres y hemos demostrado hacerlo mejor que muchas mujeres. - Las personas que me acompañan son las guionistas y dibujantes de las que estoy al cargo. No salen mucho de casa así que prefieren quedar en un lugar público de vez en cuando para no coger agorafobia.

Miro mi reloj, son las 10 y media, he estado aquí media hora más de lo que me propuse. Me levanto alisándome los pantalones y dejando la taza de café casi vacía en la mesita. - Zack, tengo que irme ya, eh... siento haberte molestado hasta tan tarde, el café ha durado hora y media al final. Gracias por la invitación, te veré... otro día en la cafetería.

- Sí, así es. - respondo a lo de que mi trabajo es divertido y se conoce gente, pero es terriblemente duro también.

Una vez en la puerta me giro para mirarle. - No tiene importancia, no te deprimas cuando te quedes solo, sí? - aprieto su hombro. - Él que se tiene que cuidar eres tú, preocupare de ti mismo. Que descanses. - me despido con un leve movimiento de cabeza antes de desaparecer por las escaleras del piso....



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Entro en la cafetería de ese pelinegro con el que habñia tenido un raro encuentro hace dos días, acompañado de una mangaka. Le aparto la silla para que se siente y dejo mi abrigo sobre una silla. lE PREGUNTO QUE TOMARÁ y me acerco yo mismo a la barra donde El hombre guapo con delantal está colocando sobres de azúcar en los platos de café. - Buenas tardes. Cómo has estado estos días? - le pregunto a Zack apoyado en la barra en un lugar seco de esta.


Luego miro la bollería y lo que ofrecen para tomar. - La señorita quiere un café helado. Mmmm... que me recomiendas a mí? - le pregunto temiendo tomarme mucha confianza solo por haber hablado con él un rato el otro día.

Sonríe como siempre y le devuelvo la sonrisa. Escucho sus recomendaciones. La cara que pone cuando su jefe le pilla es la mar de mona. - Lo siento, te van a regañar por mi culpa. - ya he captado que él está trabajando y yo no puedo hablar con él como un amigo o algo así, además, seguro que a él tampoco le interesa mucho. - Me fío de ti. Ponme ese té y dos raciones de pastas - le miro con una sonrisa de disculpa. - Gomenasai.

Mientras prepara lo que le pedí miro como trabaja, cuando se estira para coger algo de los estantes de arriba y su camisa se eleva revelando su delgada y proporcionada complexión no puedo evitar pensar en que el hombre se ve muy bien. Cierro los ojos confundido, será mejor que sigamos siendo solo cliente y camarero. Realmente ¿qué estoy haciendo? Estoy a punto de ser ascendido a subjefe del departamento no debería perder mi tiempo así.

- Domo. - le digo con una media sonrisa llevándome las cosas a la mesa, las cuales no llego a probar, mientras la mangaka saca sus utensilios de trabajo para arreglar unas partes que le comenté, mientras yo reviso mi agenda y me compadezco de que por my bien que me organice el tiempo siempre me hace falta al final del ciclo, es dentro de 7 días, así que más vale que le haga trabajar ahora.

Pero mientras la autora me está comentando algunas ideas sobre el siguiente capítulo un ruido de madera al romperse nos hace, a ambos y a todo el local, mirar hacia el hombre que se queja y remueve sobre el tablero roto de la mesa. Zack sale justo después del golpe y su rostro está crispado por completo y parece de muy mala leche.

Sale del local. - Llama a una ambulancia, yo... yo... tengo que irme. - recojo mis cosas y salgo detrás del pelinegro, le veo torcer por una esquina y cuando estoy llegando me paro. - ¿qué estoy haciendo...? Joder, que le he visto lanzar a un hombre por los aires... - doy unos pasos más y veo el parque y su espalda resalta en el gris de la piedra de una fuente. Suspiro y termino de acercarme a él. - Vaya... ese hombre pesaba más de 100 kilos, lanzarle así debe de ser una marca olímpica. - digo sentándome en la fuente a unos centímetros de él. No me hubiera imaginado que eras tan impulsivo. - le miro con una media sonrisa preocupado por si le denuncian.